XVIII

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Hyunjin

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Hyunjin

—Wow, esta casa realmente es enorme. —susurró Felix mientras cerraba la puerta principal detrás nuestro.

—Lo es —acepté—. Pero ni siquiera usamos la mitad de la misma.

Mamá siempre había sido una persona extravagante y no había abocado este rasgo solamente a sus gustos en moda, sino también en arquitectura. Chris y yo habíamos remodelado gran parte del lugar hacia un par de años, pero el estilo victoriano aun predominaba en la estructura de la casa. Cerrando algunas puertas, decidimos que vivir en las habitaciones frontales de la casa era la mejor idea. La planta alta contaba con doce habitaciones, todas con baño contiguo, pero solo cuatro eran utilizadas por nosotros. El primer piso contaba con cinco habitaciones, Minho y Jeongin habían decidido quedarse con dos y utilizar una tercera como espacio para sus porquerías electrónicas. Cocina, sala, gimnasio y despacho habían sido colocados también en la primera planta.

Felix dio un giro sobre la punta de sus pies, observando con atención cada detalle en el recibidor de paredes amarillas. Me quedé mirando su delgada figura como un idiota. Su cabello castaño caía en flequillo sobre su ojo izquierdo y por más que lo alejaba, parecía siempre volver al mismo lugar. Sus labios rosas están curvados en una suave sonrisa, dándole un efecto más aniñado a su rostro. Su cuerpo ágil parecía moverse con una sutileza increíble mientras giraba.

Deteniéndose, bajo a sus pies y me miró—. ¿Por qué me observas de esa forma?

—¿De qué forma? —incliné la cabeza.

—No sé, esa forma —movió su mano frente a mi rostro—. Como si quisieras comerme.

—Quiero comerte —reí—. Pero primero voy a dejar que te cambies, tenemos todo el día para jugar a Caperucita Roja y el lobo.

—Acabas de arruinar un cuento que me gustaba.

—Lo siento, siempre podemos jugar a Felix en el país de las maravillas —le guiñe un ojo—. Te puedo llevar allí cuando quieras.

—¿No puedes estar dos segundos sin hacer un comentario con doble sentido?

Lo pensé un minuto antes de negar con la cabeza—. No, lo siento —caminé a su lado y enganché mi brazo con el suyo—. Vamos Blanco Nieves, voy a presentarte a mi enano.

—Eres un cerdo. —murmuro.

—Eso ya me lo habías dicho. —reí, arrastrándolo por las escaleras hasta la planta alta.

Mi habitación era la que quedaba más alejada de las escaleras, al final del pasillo. Felix me siguió obedientemente por el lugar hasta que me detuve frente a mi puerta y la abrí de un empujón, dejándolo pasar primero. Sus ojos se dispararon hacia todos lados cuando entro y por un momento me sentí nervioso mientras lo veía examinar mi habitación, preguntándome si esta seria de su agrado.

TPE » ᴴʸᵘⁿˡⁱˣDonde viven las historias. Descúbrelo ahora