XXIX

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Félix

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Félix

Desperté con mi cabeza latiendo de manera extraña. Un aroma dulce se adhería a mi nariz y boca de manera incomoda, pero por más que intenté llevar mi mano hacia mi rostro no lo logré. Mi cuerpo se sentía lánguido y la somnolencia aún no había desaparecido totalmente. La dureza de la superficie bajo mi cuerpo logró que fuese consciente de la falta de comodidad que mi cama me brindaba, las alarmas se encendieron en mi mente mientras los recuerdos me golpeaban.

Mis ojos se abrieron lentamente, pero la luz incandescente dentro de la habitación borroneo la imagen frente a mí. Me costó varios parpadeos el poder enfocar realmente el cuadro que se presentaba a mi alrededor. Estaba en una habitación que no conocía y mis manos estaban atadas a la parte baja de mi espalda. Mi corazón se disparó cuando caí en cuenta de que mis pies también estaban restringidos. ¿En qué mierda había caído ahora?

Gruñendo como un perro enojado, jalé mis manos en un intento desesperado de soltarme. Mis muñecas sintieron el duro mordisco de la cuerda gracias al brusco movimiento, el dolor se disparó por mis brazos y el gruñido fue reemplazado por el gimoteo de un cachorrito asustado. Si, lo aceptaba, estaba comenzando a asustarme.

Luego de unos minutos revolviéndome, me di cuenta de que no lograría zafarme de las malditas cosas. Mis muñecas comenzarían a sangrar pronto si no detenía los jalones. Soltando un suspiro tembloroso, miré a mi alrededor intentando ubicarme. Estaba en un despacho. Había un escritorio a menos de un metro de mis pies, sillas en conjunto habían sido apiladas a un lado seguramente para hacer lugar a mi flacucho cuerpo. Lo más indignante es que había un sofá del otro lado de la habitación, pero no, me arrojaron al suelo.

Voces ahogadas por las grandes puertas de roble comenzaron a acercarse a donde me encontraba y en un acto impulsivo, cerré mis ojos intentando parecer inconsciente.

—...vendrán por él, estoy seguro. —una voz oscura y pesada le siguió al sonido de la puerta abriéndose—. He estado vigilándolos, es una lástima que no pudiésemos atrapar también al cachorrito de Christopher.

Un conjunto de pasos se adentró en el lugar mientras rezaba todo lo que me sabía para que no descubrieran que había despertado. No quería averiguar qué harían conmigo si lo supiesen.

—¿Cachorrito? —la segunda voz contenía un pesado acento que no pude identificar.

—Un niño de la calle, un prostituto —aclaro—. Los Fire Spirit lo llevaron a vivir con ellos hace unos meses y Chan parece tener una fuerte debilidad por el chico.

—¿Bang Christopher Chan? ¿Con una debilidad? Eso es interesante.

—Bastante —pausó—. Me hubiese encantado hacerle daño, pero creo que este niño será suficiente por ahora.

—¿Quién es?

—Se llama Lee Felix —detuve un estremecimiento al darme cuenta de que estos tipos sabían mi nombre, pero vamos, ¿si no porque me habrían secuestrado? —. Es el nuevo niño juguete de Hyunjin. Lo hemos estado vigilando por algún tiempo.

TPE » ᴴʸᵘⁿˡⁱˣDonde viven las historias. Descúbrelo ahora