Mi plan no era fuerte, pero era lo que tenía. Siempre podía huir y volver al olvido, tentada estaba de volver a desaparecer en el viento para arreglar las cosas. Pero mi fijación con los Cullens y con Carlisle era tan grande que simplemente no podía, estaba hipnotizada por él, todavia faltaba tanto por conocer.
Pero aun así debía actuar, sabía que está siendo vigilada en estos momentos, pero no podían ver dentro de la casa. Había cerrado las ventanas y armado un altar para mí hermana. Ella no aparecería pero el mensaje le llegaría, era raro que un dios le hiciera un altar a otro, pero desde que Hermes no era nuestro emisario con mis hermanos teníamos dos formas de comunicarnos, el fuego sagrado y los altares. Pretendía dejar una vela prendida todos los días para que Makaria pudiera comunicarse conmigo. No pedía mucho, solo que fuera mis ojos en Port Ángeles mientras yo arreglaba las cosas acá y terminaba de idear un plan de ataque. No sabía realmente si mi hermana iba a acudir, después de todo, la familia había era unida pero cada uno tenía un trabajo que cumplir, ademas estaba el hecho de que todos los dioses eran quisquillosos, por más que la casa de Hades mostraba un frente unido a los demás, siempre había algo entre hermanos. Por eso había juntado todo lo que a ella pudiese querer del mundo humano, esas cosas a las que no solíamos tener acceso los hijos de él. Las ofrendas funcionaban así, dejabas algo de este mundo que los dioses amaban y a lo que no podían tener acceso de otra forma.
Prendí las velas, acomodé las flores y la comida, puse el cuarzo blanco que la representaba y rece, deje que mi griego fluyera en un canto sin fin.
Media hora le rece y pretendía seguir haciéndolo cuando Laurel toco el marco de mi habitación haciendo el sonido con la boca de la onomatopeya que tendría si tocara al puerta. Levante mi vista para mirarla parada en mi puerta con su mirada dulce.-Todos podemos rezar con vos querida- dijo mientras se habría paso por la habitación y se sentaba en la cama junto a mi. Puso su mano en mi pelo, acariciándolo. -¿A quien le rezas?- me pregunto con intriga.
Sonreí con amabilidad antes de responder la mitad de la verdad.
-A Makaria, ella es la protectora del lugar donde vengo y en estas fechas es cuando se la celebra- respondi dulcemente, pensando cuando habia sido la última vez que habia visto a mi hermana.
-si querés- empezo Laurel - podemos llevar todo al estar comedor, asi todos los días estamos con vos en tu celebración - me dijo mientras seguia acariciandome el pelo.
Lo próximo que supe es que estábamos armando el altar en living para que todos pudieran acompañarme en mis plegarias.
Laurel se encargaba de poner flores, comida y mantener las velas prendidas en llamado de ella.
El altar siguió intacto toda el tiempo que necesite, por más que Jessica se quejara y yo insistiera en llevarlo a mi pieza para no incomodarla.
Fue el señor Stanley el que intervino. Ese hombre callado al que me había acostumbrado a estar alrededor.
-Jessica, esto es importante para Melinoe, un poco de respeto por sus costumbres mi niña- dijo, dando una pausa para retomar- es importante que la acompañemos en este momento, no ves lo triste que se ve, es importante que nosotros como familia de acogida respetemos y acompañemos a Melinoe en sus costumbres y festividades. Dejamos eso bien en claro antes de su llegada- y con eso Jessica nunca más volvió a abrir la boca. Podía ver como ahora, el señor Stanley también se ocupada del altar, empezaron aparecer otro tipo de flores, cuando le conté a que deidad le rezaba dijo que quería poner las flores favoritas de su madre y lo incentive hacerlo, después de todo ella había tenido una tranquila muerte, por lo que estaba bajo el manto de mi hermana, los bienaventurados. Y así se fueron sumando, junto con las preguntas también.
- ¿Por qué le rezas a ella? Preguntó un dia Laurel mientras cenabamos.
- En la isla de la que vengo, se la venera a ella, a su esposo y a sus hermanos. Se puede decir que es la isla de los bienaventurados- respondí con timidez, no sabía como iban a reaccionar frente a mis respuestas, hasta ahora todo lo que yo proponía respecto al altar parecia bien con ellos.
-¿Y a ningún otro? Se que en mitología griega hay muchos dioses - fue el señor stanley el que genero la pregunta mientras cortaba el pavo en su plato.
Sonreí antes de responder -no, ningún otro. El catolicismo es la religión del país, pero aun así no olvidamos a los primeros dioses que velan por nuestro pueblo, por eso en la isla los celebramos a ellos. A la muerte pacífica que nos da Makaria, a la muerte sin violencia que nos da Tanatos, y a la posibilidad de ofrendar a nuestros muertos que nos da Melinoe. El solsticio de primavera es el que más se celebra, porque es la subida de Perséfone a la tierra. Y por supuesto, el día con más noche del año, el día más corto, le pertenece a él, porque qué es la muerte sino una noche eterna. Él es el único que tiene todavía algo así como un templo en las afueras de la ciudad, y ahí vamos, el resto son sólo estatuas y altares que improvisamos.- dije explicando lo que realmente hacian los habitantes de la isla de los bienaventurados.
-Supongo que tu nombre es por la diosa de las ofrendas- dijo Jessica con un tono irónico mientras jugaba con la comida en su plato y miraba el altar a lo lejos.
-Si- respondí asintiendo con la cabeza -Naci poco despues de que mi abuelo falleciera, y mi familia lo tomo como una ofrenda. Así que es el porqué de mi nombre- termine, bo era del todo mentira, si habia nacido despues de que mi padre y tios destituyeran a los titanes y se repartieran los poderes del cuerpo de su propio padre. Pero nada tenia que ver con mi nombre. Ese lo habia elegido mi mamá, pensamiento oscuro, porque después de todo yo era mitad oscuridad y mitad luz....
El problema con mis hermanos, al igual que con cualquier dios, es que no alcanzaba simplemente con hacerle un altar, debía haber un sacrificio y para eso necesitaba acceso al bosque. No podia simplemente degollar una gallina en el medio de la sala y esperar que nadie se asustara.
Pero la vigilancia era constante. No habia día en que uno de los Cullens se presentara en el bosque cerca de mi ventana. Cansada estaba ya de no poder hacer nada. Asi que decidí que si iban a pensar cualquier cosa de mí, bien podrían hacerlo mientras me veian sacrificar un animal.
Baje por el techo cuando la media noche llego y me adentre en la espesura de la flora del lugar. Ya conocía el camino para ir a ese falso claro donde podria improvisar un altar para las otras ofrendas.
Camine cuarenta minutos hasta que encontre el claro, arrastre con dificultad una piedra hasta el centro, desde donde podia ver la luna creciente y me sente junto a un árbol, quieta, camuflandome en el paisaje. Podia sentir la presencia de Rosalie, después de estar unos meses con ellos en el colegio ya podia identificar a cada uno sin necesidad de mucho más que su cercanía.
No paso mucho tiempo hasta que una libre se abrió camino por el lugar, curiosa por ver que habia en el arbol se me acerco y con un rapido movimiento la capturé. La abracé contra mi pecho mientras la criatura intentaba zafarse, y la calme diciéndole lo que sentia que le debía. Despues de todo, a veces los animales eran mas inteligentes que los humanos, y esta liebre ya conocia su destino.
Puse velas sobre la piedra plana para invocar el fuego divino, solo basto que les grabara la letra correcta para que este fuera sagrado. Las prendi rezando, mientras ahora con una sola mano mantenía contra mi pecho a un animal mas calmado. Sin dejar nunca de rezar, coloque a la liebre sobre la mesa de piedra improvisada mientras que con mi otra mano sacaba una navaja y sin ningun reparo la degolle.
La sangre empezaba a exparsirce y el fuego de las velas crecía. Mis manos ahora llenas de sangre dibujaban los nombres de mis hermanos sobre la piedra. La sangre toco las velas y ya todo estaba listo. La ofrenda estaba hecha.
Claro estaba que no podia dejar el altar en esas condiciones, por mas bosque que fuera y la humedad invadiera el lugar, cualquiera podria encontrarlo. Me mantuve arrodillada hasta que las velas se consumieron y el fuego se apago. Levante la liebre y la puse contra mi pecho, la lleve hasta el árbol más noble que encontre en ese lugar y con mis manos desnudas cave un lugar donde dejarla. De la tierra venimos y a la tierra volvemos. Deposite su cuerpo con delicadeza en ese pozo y la rodee con malvas y jacintos, después de todo Persefone amaba las flores violetas, y sacando de mi bolsillo de la camisa llena de sangre un asfódelo un poco machucado lo puse en donde estaria su corazon, contra su pelaje. Volque la tierra sobre él y una vez que tape por completo el lugar, traslade la piedra a la tumba improvisada, los nombres de mis hermanos hacia la tierra y termine de decorar el lugar con mas malvas.
Después en las horas que aun me quedaban de oscuridad, con Rosalie siguiéndome de cerca, busque la madriguera. No podía dejar a esos animales indefensos.
No estaba lejos, mas cerca del río que del claro, habia 4 crias ya casi listas para irse por su cuenta, por lo que las acaricié y las bendeci en un intento de redención por haberles sacado a su madre.
Baje con dificultad hasta el rio, el acantilado era lo bastante alto para saltar, asi que con cuidado fui bajando hasta llegar al agua. Donde me sumergí por completo y deje que la corriente me limpiara, una vez que senti que estaba limpia emprendí mi camino de regreso a la casa, empapada y con la camisa aun llena de sangre, pero con calma porque sabia que mis hermanos responderían.
Al cuarto día del sacrificio me respondio, la vela se consumió y en mi piel apareció ina sola letra. Que me hizo saber que lo haría, sería mis ojos y que estuviese atenta, esperando respuesta.
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BLUE MOON ➛ Carlisle Cullen (editando)
FanfictionA Veces vivir eternamente se vuelve cíclico, y más si estamos condenados a repetir nuestros mismos errores. Los personajes de esta historia personajes de la saga crepusculo que aparecen en esta historia le pertenecen a Stephenie Meyer.