Llegué a Forks un sábado por la mañana. Estaba nublado como era de esperarse.
Todo es verde en Forks, lo que da una sensación de tranquilidad y serenidad. La ciudad queda en el medio de un bosque, siendo completamente rodeada por este.
El viaje no fue largo, había una hora hasta Forks desde el único aeropuerto cerca, se suponía que había tomado un vuelo desde Grecia y de ahí había tenido que hacer trasbordo hasta acá.
Les había dicho a los señores Stanley que podía ir sola hasta la ciudad, pero insistieron en ir a buscarme.
-¡Te va a encantar Forks Mel!, ¿está bien que te diga Mel?- la señora Stanley, o como ella había insistido "solo dime Laura", era una persona muy positiva todo el tiempo. Una animadora por naturaleza.
-Si, Mel está bien. Mi familia me dice así - sonreí mientras le respondía una verdad a medias y miraba por la ventana.
-Nos alegra un montón tenerte acá - hablo Laura- Jessica está muy emocionada de que tengamos en casa a un estudiante de intercambio, y si bien la ciudad es chica hay un montón de cosas para hacer. Siempre está Port Angeles cerca claro- asintió para sí misma- ¡pero van a estar ocupadas con todo el año escolar que se les viene encima! ¡último año!- exclamó entusiasmada. Era muy amable y tenía una voz suave para hablar. Era una señora bajita, me llegaba a los hombros, tenía pecas en toda la cara y el cabello castaño como las avellanas.
-Si- respondí tratando de igualar su entusiasmo -También estoy emocionada de haber venido, es mi primera vez en Estados Unidos- lo que no era totalmente una mentira, no era mi primera vez en América pero si mi primera vez viviendo activamente en ella, siendo parte de la comunidad más que una simple observadora.
Laura me siguió haciendo preguntas todo el viaje, lo que me sirvió para repasar mi historia inventada. Cómo era en Grecia, qué costumbres tenemos, cómo era mi familia e infinidad de otras preguntas. Llegó a preguntarme si había alguna fecha especial que deseara festejar, que lo podríamos hacer todos juntos en la casa, hasta podríamos invitar vecinos y amigos. Lo que sonaba lindo
Una vez que entramos a la ciudad la casa de la familia Stanley no quedaba muy lejos. Fueron unos 15 minutos hasta llegar al destino.
Era una casa de dos plantas no muy lejos del centro de la ciudad, era linda y antigua. Tenía un jardín en el frente y la puerta frontal era azul que hacía un lindo contraste con las paredes blancas impolutas.
Los Stanleys me hicieron un recorrido por toda la casa deteniéndose en las habitaciones y haciendo pequeños comentarios.
Pasando la puerta principal había un hermoso y pequeño hall que daba directo a la escalera de acceso a la planta superior, con un armario donde podría guardar mi abrigo de todos los días, según me dijeron.
La cocina, junto con el comedor diario, el comedor de eventos, un baño y el living se encontraban en planta baja. Toda la parte inferior de la casa que daba al fondo tenía una galería hermosa, lo que hacía que la cocina fuera aún más bella. Subiendo las escaleras estaba la habitación de Jessica, un baño grande con ante baño y todo pegado a la misma, enfrente se encontraba la que sería mi habitación y sobre el final del pasillo, pasando por la oficina del Sr. Stanley, la habitación principal.
Me dejaron para que me instalara tranquila y me avisaron que su hija, estaba en la pretemporada del equipo de voley del cual era capitana y llegaría más tarde para la cena. Ella sería la que el lunes me enseñaría el colegio.
La habitación era chica, tenía una gran ventana que daba al fondo de la casa con cortinas pesadas que llegan al piso de color blanco. Estaba decorada con muebles oscuros, una cama en el medio que parecía ser de una madera pesada y antigua, al igual que el escritorio que dejaba un paso mínimo entre la cama y él mismo, y un placard empotrado en la pared. Había dos cuadros colgados sobre el cabezal de la cama, pinturas de flores hechas en óleo, un narciso blanco y lirios del valle. Sonreí al verlos.
Abrí mi valija al pie del armario, en el mínimo espacio que había entre él y la cama. Fui colocando mis cosas en los estantes y colgando otras. Debajo de la escasa ropa que traía, habia rscondido una bolsa de terciopelo azul tan oscuro que parecia negro. Me levanté y fui a cerrar la puerta, necesitaba poner esa bolsa en un lugar seguro hasta que encontrara el Olivo. El árbol era sagrado, así como todos los olivos que se encontraban en el mundo, una especie de símbolo de la grandeza de los dioses.
Después de pasar a ser un mito más, se llegó a la conclusión de que necesitábamos estar conectados y seguros de alguna forma. Puntos estratégicos en todos los bosques del mundo, que servían para volver a casa o simplemente escondernos.
Volví a la valija, mirando el interior y sacando de adentro la bolsa que llevaba. La abrí con cuidado, pude ver como la corona de olivo seguía ahí, un anillo, regalo de mi madre, que me permitía circular libremente por el inframundo y una daga, Deathtouch, no más de veinticuatro centímetros de largo que había sido fundida en el tártaros bajo los gritos de los condenados titanes. Fue un regalo de mi padre por mi nacimiento, un arma para coronarme y protegerme, una para dominar los vastos ejércitos de fantasmas que me seguían.
Tenía que ocultar las cosas, de necesitarlas siempre podría volver por ellas, pero tenerlas cerca no ayudaban a que pasara desapercibida, después de todo el olor de los dioses está en los objetos sagrados también.
Abrí el último cajón del placard, donde había sábanas para cambiar, y la escondí ahí abajo, lo más atrás posible de todo, hasta encontrar un mejor lugar.
...
Jessica llegó a eso de las seis treinta pasadas, no estaba emocionada de verme, para nada emocionada. A tal punto que parecía molestarle mi presencia. Me saludó más por exigencia de la madre que por otra cosa y pasó de largo a su habitación.
Me quedé sola hasta las siete, divagando en lo que era ahora mi cuarto pensando que esa noche tendría que salir a explorar el bosque.
En el horario de la cena Lauren nos llamó a todos y nos sentamos alrededor de la mesa del comedor de eventos. Si bien podía comer y la comida me resultaba rica, no era una necesidad a satisfacer, cuando comía era por capricho porque quería hacerlo, por eso mismo no estaba acostumbrada a comer con regularidad.
-Mamá dice que venís de Grecia- Jessica tenía la voz algo aguda y un leve tono despectivo cuando hablaba.
-Si, de una isla al norte, es muy agradable la verdad-
-Eso es...-pensó la palabra antes de decirla- exótico, seguro todo te parece nuevo acá- hablaba haciendo señas con las manos y los ojos, dando a entender que la palabra exotico tranquilamente pasaba por horrible.
-Es diferente - aclare - muchas cosas nuevas seguro- estaba jugando con la comida en mi plato, mientras hablaba - Siempre está nublado aca- comenté de pasada.
-Ya te vas acostumbrar, cuando te quieras acordar vas a estar amando los días de lluvia y !oh! ¡cuando llegue la nieve! ¡Te va a encantar! ¿viste antes nevar?- podía ver el esfuerzo de la señora Stanley en hacer conversación, el aire tranquilamente se podía cortar con un cuchillo y entendía que ella quería que nos lleváramos bien con su hija.
-No, nunca vi nevar - respondí de manera agradable a Laura- no puedo esperar a que eso pase- le sonreí a través de la mesa.
-Vas a ser como un juguete el lunes en el colegio - cortó Jessica la conversación que había generado su madre- todos van a estar atrás tuyo. Ya sabes, pueblo pequeño- Jessica remarco con el mismo tono, con unas leves tonadas de celos mientras ponía los ojos en blanco -Todavía siguen hablando de Bella-
-¿Quién es Bella?- pregunté, con intriga en mi voz.
-La hija del jefe Swan- me informo el señor Stanley, quien había estado callado durante toda la velada - llegó a Forks unos meses atrás-
-No voy hacer la única nueva entonces- sonreí y me llevé el tenedor a la boca por primera vez.
-Todos están tan obsesionados con ella, como si no pasara nada interesante- dijo Jessica y podía notar los celos en ella -¡vamos! ¡El equipo de voleyball está arrasando en las semifinales!-
El resto de la cena, se centró en el vestido que Jessica necesitaba para el prom, sobre cómo este año sería el año en que ganarían los regionales con el equipo, además de explicarme detalladamente cómo funcionaba el voley.
Esa noche, de nuevo en mi habitación, sin mirar atrás dos veces salté por la ventana y me dirigí al bosque.
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BLUE MOON ➛ Carlisle Cullen (editando)
FanficA Veces vivir eternamente se vuelve cíclico, y más si estamos condenados a repetir nuestros mismos errores. Los personajes de esta historia personajes de la saga crepusculo que aparecen en esta historia le pertenecen a Stephenie Meyer.