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Capítulo 3

Un azabache dormía como de costumbre en su celda, pero fue inevitable para el escuchar algunos sonidos obscenos, lo raro es que se escuchaban muy cerca, como si fuera de su propia celda.

Abrió los ojos poco a poco y lo primero que se encontró fue ver a su amigo y compañero de celda embistiendo rápidamente a un rubio que sostenía en su cabeza una máscara peculiar, su rubor se apoderó de su rostro al ver tal escena, su colita se movía y su orejas estaban bajas.

Se quedó a escondidas viendo aquello, nunca había tenido a dos personas teniendo relaciones delante suya, para ser preciso nunca había visto una escena tan explícita.

Tenía que aceptar que ni siquiera había tocado a una mujer en su vida, estaba demasiado ocupado para pensar en aquello, solo se había enamorado una vez en su vida y estaba más que claro que mujer no había sido, le dio escalofríos recordarlo, ya que fue él arruinó todo entre ambos, el chico de bandana roja que lo amaba como a ningún otro, el igual. Pero no quería involucrarlo en asuntos que tuvieran que ver con la ley.

“Roier.”

Penso en el nombre de su anterior amor imposible, lo último que supo de él es que se había casado, “Esta bien que seas feliz.”

Y aunque los sonidos de las pieles chocaban el osezno simplemente estaba en su mundo de pensamientos inesperadamente se volvió a dormir, solo despertó cuando tocaban las horas de las duchas, a lo cual no fue, decidió que tal vez podría bañarse en alguna otra hora del día.

Supo que las duchas habían acabado cuando vio a Shadoune sin camisa entrenando en la azotea, iba a irse, ese ente siempre lograba ponerlo nervioso aunque el no quisiera, pronto escucho a alguien gritar su nombre con ese peculiar acento.

—¡Spreen!— Tan rápido como volteo ahí estaba, empapado de sudor con su cabello totalmente oscuro mojado —¿Vienes a entrenar?— Sonriente le preguntó al de lentes el cual no podía apartar su mirada del cuerpo tan en forma del ente —No, yo no.. — Hablaba totalmente desconcertado, nunca se le había hecho tan difícil concentrarse como en esta vez —Realmente bueno.. — Solto al aire, se le había escapado uno de sus pensamientos a lo cual enseguida se corrigió —Lo que quise decir es que no soy realmente bueno entrenando—  Solto varias risas estando nervioso —Se que soy irresistible pero disimula un poco—

Ese día era raro, de hecho la forma en la que había comenzado ya lo era, el azabache le mencionó que tenía que irse a bañar a lo cual el ente le dijo que lo acompañaba.

Estando en las duchas el osezno miró al ente fijamente, viendo lo infantil que podía ser como para quedarse tirado en el piso esperándolo —Al menos se que puedo confiar en vos— el ente se vio confundido con las palabras del azabache —No es creíble que hayas tenido algún tipo de contacto con una piba con lo pajero que sos—

El de lentes se estaba quitando la camisa, sintió una mano helada al rededor de su cuerpo —Dejame ayudarte— Pronunció alrededor del oído del de lentes, el cual pareció que esas palabras resonaban en su mente —Tal vez nunca haya tocado a una mujer pero a un hombre si— terminó de quitarle su camisa al igual que sus pantalones.

Encendio la regadera, mojando al oso con aquella agua fría, bañandolo como si de un bebé se tratase, el azabache estaba de espaldas, solo podía sentir el tacto de las frías manos del ente recorrer su cuerpo bañandolo, ¿En que momento habían llegado a este tipo de confianza? Era más que obvio que el osezno moría de vergüenza, y pareció morir aún más de vergüenza cuando escucho los pasos de dos personas, los cuales se ubicaron al lado de la regadera de la de ellos.

𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐑𝐄𝐉𝐀𝐒.⸺𝗦𝗵𝗮𝗱𝗿𝗲𝗲𝗻 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora