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Herir a mi hermano es algo que no perdono, si no soy yo, lo hará tu hijo.
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USA se había estabilizado, los especialistas en medicina lograron alejarlo de todo peligro que pueda causarle la muerte aunque el estadounidense no podía parar de quejarse del ardor en su cuello, dolía mucho, su omega le estaba rogando que fuera con el alfa pero no lo iba a obedecer, mediante el lazo podía sentir lo mismo que el de alta casta, era horrible, tormentoso escuchar en su mente esas palabras que lo estaban haciendo pedazos lentamente. Soltaba gritos cada que el ardor trepaba por todo su cuerpo, rasgaba las sábanas cada que los impulsos de ir con el alfa venían, se autolesionaba cada que su omega quería salir para tomar el control a la fuerza.
Era un infierno.
Sus familiares lo intentaban calmar, siendo sus cachorros quiénes estabilizaban su situación, hacían cosas juntos para que el americano alejará todo lo posible su mente sobre esos pensamientos dañinos: Jugaban, hablaban, cocinaban, salían a caminar juntos.
Pero.
Con cada día tachado del calendario, el inglés empeoraba.
Su piel estaba pálida, sus ojos ya no expresaban brillo ni vida alguna, su energía lentamente se iba esfumando.
Su hermano se dió cuenta de un detalle, ya no sufría de esos impulsos, ya no expulsaba sus características feromonas de una agradable fragancia ni cuando estaba triste ni cuando estaba enojado, no podía sentir nada de él, los dos alfas de la familia, al tener un mejor olfato, mencionaron que unas leves feromonas de putrefacción estaban invadiéndolo. El reporte médico dio una conclusión aterradora: Su omega había muerto.
Tuvieron que retener a Rusell de atacar al médico en busca de respuestas, ni su hermano había visto ese evento en sus años de estudio. Se quedó en blanco.
Al igual que el lazo roto, la muerte de la parte salvaje de un individuo es un área casi inexplorada por la rareza de que ocurra.
