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Izuku y Katsuki platicaron por el resto de la tarde. Hubo momentos en los que la platica fue fluida y amena, otros momentos en los que se sintieron un poco incómodos al recordar cosas del pasado. Kirishima aprovechó esos momentos para pinchar a Katsuki, porque sabía el efecto que hacía el peliverde en él. Le recordaba momentos o cosas así, por lo que Katsuki se empezó a molestar con su amigo. Por primera vez en su vida se había puesto un parche, y gracias a Dios que lo había hecho, porque, si no, todo el restaurante olería a vainilla. Y su olor era demasiado característico para dejarlo salir así como así.

-Katsuki, ¿Te acuerdas de aquella vez que estábamos yendo a clase Midoriya, tú y yo, y te empujé para que cayeses encima? Luego os besásteis. De nada.-Dijo como si aquello fuera el mejor logro del mundo

-Mira, pelos de mierda, deja de hacer eso o te voy a hacer explotar hasta que el endurecimiento no sirva de una mierda.

-Bakugo, no le digas eso.-Dijo Izuku suavemente.

-Mi... mi... ¡Mierda!-Una vocecilla tenue salió de los brazos de Izuku, que sostenía a Yasahiro, al que creían dormido.-Mierda.-Repitió.

-¡K-Kacchan!-Rió Deku, sin saber si reir más o reñirle.-¡No digas malas palabras frente a Yasahiro, que ahora copia todo lo que oye!-Le había reñido entre risas.

A Katsuki le dio un vuelco al corazón al escuchar su apodo. Kacchan. Hacía mucho que no le llamaba así. Le llamaba Bakugo o Dynamight. A veces usaba su nombre de pila, pero en muy pocas ocasiones. Se perdió en sus pensamientos mirando a Izuku emblesado. En ese momento no existía nada más, solo Izuku, su bebé, y él. El peliverde estaba riendo con Denki, mecía a su bebé para que se durmiese sin éxito, y a Katsuki se le escapó una sonrisita. 

Izuku reía, pero se veía el cansancio y la desesperación en su rostro. Katsuki quería ayudar, pero sabía que Izuku no aceptaría la ayuda. De todas formas, ¿por qué no intentarlo?

-Izuku.-Vio que el peliverde se sobresaltaba, pero no daba señales de que estuviera molesto de hablar con él.-¿Quieres que cuide de él un rato?-Preguntó mirando a Yasahiro.

-No sé, Bakugo... Es que mi bebé está en una situación complicada.-Izuku se acercó para quedar cerca de Katsuki, para hablarle al oído.-No tiene el aroma de un alfa. Necesita uno. -Dijo en un susurro.

Katsuki sabía que los cachorros necesitaban el olor de un Omega al nacer, pero no sabía que necesitaban también el de un alfa. Sabia que no le hacía gracia al peliverde que él cuidase del niño, y más si no tenía aroma de un alfa, pero quería ayudarle.

-Bueno, no te tienes que preocupar por eso.-Dijo bajando el cuello de su camisa, dejando al descubierto el parche que llevaba para la glándula de olor.-Sale algo, pero no es tan fuerte como para que se quede en él. -Izuku vaciló, no sabía si era buena idea.-Vamos, Izuku. Maldita sea, déjame ayudarte.

-Está bien.-Dijo Izuku mirándolo a los ojos intensamente.-Pero nada de malas palabras.

Katsuki sonrió con las palabras del peliverde, que le había entregado a su cachorro con algo de temor, pero sabía que el cenizo no le haría daño. Amaba demasiado a los cachorros, y en especial al suyo.

Vio a Katsuki mecer al bebé hablándole y haciéndole reir. Izuku estaba tenso, no quería alejarse mucho. Cuando pusieron una canción movida, Katsuki se levantó y se puso a bailar con el bebé en brazos mientras tarareaba la canción. No era el único que estaba de pie, casi todos estaban de pie. En un momento se puso a cantar y a Izuku se le escapó una risita.

-Hey, mama say the way you move, 'gonna make you sweet, *empieza a tararear porque no se sabe esa parte* ¡Ven a bailar, Izuku!

El cenizo no tenía ni idea de por qué había dicho esas palabras. El bebé reía y Katsuki se lo entregó al peliverde que lo sostuvo con una mano mientras Katsuki le agarraba de la otra y le hacía girar. Luego empezó a marcar un ritmo acompasado con la canción, y aunque mantenían las distancias, el peliverde y él estaban muy cerca.

-Kacchan, ¿cuánto has bebido?-Rió Izuku rompiendo el hielo.

Al escuchar su apodo, los ojos de Katsuki se iluminaron, y decidió bromear para que el Izuku se sintiese tranquilo. Él no solía ser así, pero era verdad que había bebido bastante, y descubrió por primera vez en su vida lo que era estar bajo el efecto del alcohol. Ya lo había probado antes, pero nunca bebía tanto.

-No mucho-Rió-,solo unas doscientas cervezas.

Izuku rió y aquella risa angelical, sumada a los suaves movimientos y al tenue aroma a menta y césped lo llevaron al cielo como la primera vez que bailaron juntos. Solo que aquella vez había algo más, Yasahiro, que hacía el momento más mágico de lo que ya era.


Soy todo tuyo -Bakudeku-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora