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-No... no, no, no... ¿Por qué, Izuku?-Respondió Kaminari con lágrimas en los ojos.-No puedo aceptarlo... Te has esforzado demasiado. Es tu sueño, Izuku. No puedes renunciar a él.

-Lo sé, Kaminari.-Respondió conteniendo el llanto, al igual que el chico que tenía a su lado.-Pero no puedo más. Tengo otras opciones... No se si sabes que me saqué otra carrera por si esto pasaba en algún momento.

-Izuku...-Dijo yendo a abrazar al peliverde de nuevo.

-Será mejor para todos, y lo sabes.

-No sé por qué me apena tanto... Yo... Quería que fueras feliz....

-Denki el trabajo que tengo me gusta. No está mal. Además, así podré cuidar de Yasahiro.

-Entonces... Izuku yo... Tenía una idea... No sé si sabes cómo está Bakugo ahora. Y pensé que... Podrías ayudarle a volver a la normalidad.

-Espera. ¿Bakugo trabaja aquí?

-Sí.-Respondió el rubio secándose las lágrimas.-Pero no te vayas, por favor.

-Está bien.-Respondió después de pensarlo unos segundos.-No creo que sea tan malo después de todo.

Kaminari se separó de Izuku y se recompuso. No quería que después de tanto tiempo su reencuentro fuese así.

Platicaron durante media hora hasta que asignaron una misión a Kaminari, que había conseguido sostener a Yasahiro en brazos por un tiempo sin que llorara. Después, cuando a Izuku le quedaba nada más una hora de trabajo, entró una empleada llamada Aneko, una beta alta de cabellos rubios que se tornaban en ondulaciones de ensueño haciéndola parecer una ángel, con unos ojos color miel que animaban a pasar con ella el resto de sus días. Aneko resultó ser una persona amable y ambiciosa, fría en cuanto a roces con otras personas y, para sorpresa de Izuku, algo tímida. A los viente minutos salió de la habitación para completar su trabajo en el despacho.

Así pasaron los días y llegaron al segundo mes del trabajo de Izuku. Había perdido su musculatura y había entregado su don a una estudiante de la YUEI de segundo curso, ya casi tercero. Dai era una chica fuerte y con el don de controlar el agua. Su don no era muy potente, pero quería ser una heroína y salvar a muchas personas. Un día, de camino al centro, chocó con Izuku y ella lo miro con admiración. Era una fan de Deku, una de las más apasionadas, y no había mayor honor para Dai que heredar el One For All. En su tiempo libre, Izuku la formaba y ella progresaba rápidamente, a tal velocidad que a los tres meses podía usar el 70% de la fuerza sin herirse. Deku estaba muy orgulloso de ella, y resultó ser muy buena persona, ya que le ayudaba a cuidar de Yasahiro de vez en cuando.

-Oye, Dai-Le dijo un día a los cuatro meses de su formación, cuando ya controlaba el 100%  de la fuerza.

-¿Sí?

-Estoy muy orgulloso de ti. Llegarás a ser una magnífica heroína, estoy seguro.

-Gracias, maestro.-Dijo ella radiante. Dai era una de esas personas que brillan con su propia luz.-¿Cómo está Yasahiro?

El bebé de Izuku estaba enfermo y no sabían por qué, lo que los inquietaba a ambos. Normalmente, Izuku le cubría con su aroma y el pequeño empezaba a encontrarse mejor, pero eso había dejado de funcionar.

-Bien. Bueno, sigue pareciendo enfermo, mañana le llevaré al hospital.

-Quizá deberías encontrar un alfa.-Dijo ante la atónita mirada del peliverde.-He leído que los Omegas sin lazo y con bebés pueden llegar a morir. El Omega en sí, o su cachorro. Por diferentes cosas, a ver no tengo tanta formación como tú, pero solo quiero que estés bien. No quiero parecer una sabionda o hacerte sentir mal, solo te lo comento. Puede que sea verdad o no...-Empezaba a farfullar como lo hacía Izuku, en eso se parecían

-Vaya...-Dijo fingiendo que no lo sabía, puesto que había recibido formación de las castas y como afectan a los dones.- Gracias, Dai. Solo me traes cosas buenas.

-No tienes por qué agradecer, Deku. Tú me has dado la oportunidad de ser lo que siempre he querido ser. Yo soy la que debería agradecer.

La llamada de la madre de Dai cortó su conversación y se tuvo que ir. A sus 17 años, Dai había conseguido lograr lo que él no había conseguido ni con 25. En ese momento, Izuku se sentía un verdadero pelele, tal y como Kacchan había vaticinado. Sonrió al acordarse de los buenos momentos que pasó con él, y entonces se le ocurrió que puede que no tuviera que olvidarlo. Solo dejarlo atrás, como una bonita relación que se estropeó y que no pudieron rescatar. 

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-No se cómo hacerlo, Denki.-Le decía al héroe.-Está poniéndose peor, y solo tiene cinco meses.

-No sé, Izuku. ¿Qué te han dicho en el hospital?

-Nada. Que tenían que estudiarlo. ¿Qué narices tienen que estudiar? Si mi cachorro se va a morir prefiero que me lo digan.-Dijo mirando al cunero con los ojos cristalizados.-¿Qué hago?

Denki no sabía qué hacer para ayudar a su amigo, así que le abrazó con fuerza para consolarlo. Se dio cuenta de que abarcaba mucho menos espacio que cuando le abrazó hace cuatro meses. Había perdido masa muscular, y también peso. Aquello realmente le estaba afectando.

-Chargebolt, tie...-La persona que acababa de entrar por la puerta se detuvo en seco.

De todas las personas que Denki quería que aparecieran en ese momento, esa era la que menos quería. Y la que menos se esperaba.

-Kacchan...-Dijo Izuku separándose de Denki. El cenizo vio que tenía los ojos cristalizados y no tardó en preguntarse por qué. Aun que, a la misma velocidad que se planteó la duda, apareció la respuesta. En la oficina del peliverde olía a enfermo, se respiraba un mal ambiente. Vio entonces que el peliverde sostenía a un bebé enfermo y delgado, y no pudo evitar sentirse mal.

-Deku...

Izuku no sabía que hacer. ¿Debería seguir hablando con Kaminari cómo si no estuviera él? No, sería muy grosero y además le daría información de Yasahiro. ¿Debería hablarle? ¿Decirle algo? Aunque solo fuesen los buenos días. ¿Debería echarse a sus brazos y llorar desconsoladamente diciendo que le echaba de menos, y explicarle lo de Todoroki? No, eso tampoco era una opción. ¿Debería mostrarse altivo? ¿O serio? ¿Triste? ¿Enfadado? Quizás debería actuar normal y punto...

Mientras Deku y Kacchan pensaban en qué hacer mientras se miraban a los ojos, Denki podía sentir la tensión en el ambiente, era casi palpable. Tenía que sacarlos de aquella situación, era muy vergonzoso para todos. Vio el sonrojo en sus caras y decidió poner fin a esa situación, que desde fuera se habría visto cómica.

-Dime, Dynamight.-Dijo apurado.

-¿Qué? Ah... Tienes que rellenar esto y firmarlo. 

Denki miró la carpeta que Kacchan le había dado y examinó las hojas con aburrimiento. Le iba a costar un rato leerlo todo y firmarlo más tarde.

-Qué aburrimiento... Cosas de héroes, ya sabes de lo que hablo.

Deku dejó escapar una risita recordando los años de estudiante de Denki en la YUEI. No quería hacer nada. Siempre le daba pereza.

-Bueno, no es comparable con lo que tengo que hacer yo.-Dijo Izuku señalando a su computador.

-Uf.-Soltó Denki.-No te lo cambiaría por nada del mundo.

-Suerte.-Dijo Kacchan sonriendo de medio lado, para después salir por la puerta. Se veía tan bien con su traje de héroe...

-Bueno, tengo que ir a rellenar esto, nos vemos después. 

-¡Adiós, Denki!

Después de aquello trató de centrarse en su trabajo y dejar de lado todo lo demás. Llegó a su casa y se sentó en el sofá con su bebé encima. Sintió una pequeña repulsión hacia él. Cuando le llegó una llamada de un número oculto se sobresaltó y descolgó con cuidado.

-¿Izuku?


Soy todo tuyo -Bakudeku-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora