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Cuando estaban todos saliendo del restaurante, Izuku sintió un leve aroma a vainilla impregnado en el bebé. Se estremeció de pies a cabeza. Aquello solo podía significar una cosa: Yasahiro aceptaba a Kacchan como su papá alfa. El peliverde se tensó al sentir el aroma a vainilla, que esta vez venía de Kacchan, que se acercaba por detrás. 

-Me lo pasé bien esta noche-Dijo poniendo una mano en el hombro del peliverde. Izuku se llevó a Kacchan a un sitio apartado para evitar miradas indiscretas y malos entendidos. Katsuki no entendía nada, solo se dejó llevar por el peliverde hasta que este habló. 

-Kacchan, déjame ver tu parche-Pidió con cara de pánico.

El cenizo asintió levemente, con miedo a lo que hubiese podido pasar, y bajó de nuevo el cuello de su camisa. El parche estaba intacto.

-Izuku yo...

Katsuki cortó sus propias palabras al ver a Izuku acercarse lentamente hacia la unión del cuello y el hombro, dónde se situaba la glándula de olor y encima de esta el parche. Katsuki se quedó quieto dejando al peliverde actuar, observándolo inspeccionar el parche oliéndolo y tocándolo. 

Estaba bien colocado, pero de oler al alfa Izuku se dio cuenta de que su aroma era tan fuerte que traspasaba el filtro del parche.

-Katsuki-El nerviosismo se podía notar en la voz de Izuku por lo quebrada que estaba.-, tu aroma... está en Yasahiro. ¿Sabes lo que eso significa, no?

Katsuki sabía perfectamente lo que Izuku quería decir. Se sintió inútil. Por su descuido había creado un vínculo que sería imposible de romper, ya que sería devastador para el cachorro y tal vez para Izuku.

-Soy como su padre para él.

Izuku asintió. También se sentía mal, veía que Kacchan estaba pasándolo mal por aquello.

-Katsuki.-Dijo Izuku agarrando el rostro del cenizo para que le mirase a la cara.-No fue tu culpa, ¿oíste? El parche estaba bien colocado, tomaste las medidas necesarias e hiciste bien. Tu aroma es muy fuerte y traspasó el filtro, pero está bien.

-Izuku, sabes mejor que nadie que este lazo es de por vida. ¿Cómo lo vamos a hacer? Si ahora yo me voy, el bebé morirá.

Izuku asintió. Sabía eso, lo tenía muy claro, pero no sabía cómo hacer para que el bebé estuviese sano y no tener que hacer pasar malos ratos a Katsuki cada día por tener estar con él.

-¿Quieres venir a mi casa?-Dijo lentamente con la voz quebrada. Izuku sabía que a Katsuki no le hacía ninguna gracia tener que pasar con él el resto de sus días, pero tenían que hacerlo si no querían que el cachorro muriese.

-Está bien.-Dijo Kacchan extendiendo una sonrisa por su rostro.-Pero tardaré un tiempo.

-Pásate por mi oficina todos los días, ¿vale? Cuando ya te hayas mudado no hará falta, pero hasta que te mudes pasará por lo menos un mes.

-¿Qué le vamos a decir a la gente, Izuku?-Preguntó Katsuki, que no sabía que excusa poner.

-La verdad.-Sentenció Izuku.-No soportaría engañar a la gente que más quiero de esta forma.-Izuku vio sus facciones tensas.-No hace falta que se entere todo Japón, díselo solo a las personas en las que más confíes.

A Izuku se le empañaron los ojos y empezó a llorar suavemente. No sabía por qué. Cogió a Yasahiro, que dormitaba en la cangurera y lo miró a los ojitos. Uno blanco y otro verde. 

Al verlo llorar, Katsuki pasó un brazo alrededor de los hombros del peliverde y agarró al bebé suavemente. A Izuku le sorprendió aquella reacción, pero se dejó consolar mientras que Katsuki los envolvía con su aroma. Lejos de tensarlos o ponerlos nerviosos, relajó al cachorro y a Izuku, que dejó de llorar y se recargó en el hombro de Katsuki.

Para sorpresa de nadie, Kirishima lo había visto todo, pero decidió no decir nada al respecto, ya que era un tema delicado que afectaba gravemente a los tres sujetos. Era mejor dejarlos tranquilos hasta que decidieran contarlo.

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-Buenos días, Deku.-Katsuki le daba los buenos días a Izuku nada más el primer día de la mudanza.

-Buenos días.-Respondió Izuku soñoliento-Kats... ¿Estás preparando el desayuno?

-Sí.-Dijo con un tono más jovial de lo habitual-Es lo menos que puedo hacer por que me dejes vivir aquí. 

Izuku se paró en la puerta de la cocina y vio a Katsuki preparando el desayuno y a Yasahiro sentado en una trona, desayunando su propia comida.

-Huele delicioso.-Elogió el peliverde.

-Espero que sepa bien.-El nerviosismo se notaba en su voz.

-¿Es que acaso es la primera vez que cocinas?

-No... Cociné una vez hace unos años.-Dijo intentando no parecer perdidísimo.

-Anda, dame eso.-Dijo arrebatándole al cenizo la espátula que sostenía, poniéndose delante de él.-Qué triste que te tenga que enseñar a cocinar.

-No te rías de mí.-Ordenó Katsuki haciendo lo que parecía un puchero, posando su cabeza en el hombro de Izuku. El peliverde rio y siguió preparando el desayuno con Katsuki detrás, observando sus movimientos y aprendiendo de la maravillosa cocina de Izuku.

Katsuki de vez en cuando preguntaba cosas, e Izuku respondía alegremente tratando de que el cenizo aprendiera para no tener que preparar él todos los días el desayuno. Una vez el peliverde hubo terminado el desayuno, lo sirvieron en dos platos y pusieron la mesa. 

-¡DA!-El bebé acababa de tirar su plato del desayuno desparramándolo todo por el suelo, lo que provocó que Izuku manchase su pijama y el delantal de Katsuki.

-¡Yasahiro! Pero bueno, ahora me toca limpiar.-Dijo el peliverde apenado.-Kats, ¿Puedes ir a la despensa a por la fregona?

Katsuki, aturdido, asintió y llegó a una alacena donde había varios botes de comida enlatada y un botiquín. En un rincón encontró la fregona que tomó a la vez que el cubo, lo llenó de detergente y agua. Corriendo para llegar a la cocina, puso el cubo en el suelo y se puso a fregar. Después de aquello, Izuku se llevó a Yasahiro a su habitación para que durmiese.

-Bueno...-Dijo después de acomodar las mantitas del pequeño.-Ten un buen día, Katsuki.

Izuku iba a trabajar en remoto desde su casa ya que lo habían pasado a otro área. El peliverde lo prefería así, tener que llevar a Yasahiro al trabajo era una tortura, el pobre no estaba cómodo. Encendió su computador en la mesa del salón a la vez que Katsuki salía por la puerta diciendo adiós. Izuku vio la mesa de la cocina y encontró un bento que él mismo había preparado para el cenizo. 

-¡Katsuki!-Lo llamó antes de que el cenizo arrancara el auto. El anterior mencionado bajó la ventanilla y lo miró con curiosidad.-Se me había olvidado darte esto.-Dijo el peliverde mostrando el bento-No dejaré que te alimentes de comida de cafetería todos los días.

-Gracias-Dijo Katsuki tomando el bento con una sonrisa-No hacía falta, nerd.

-Pues claro que sí, vas a ser el único que va a llevar un bento hecho por mí.-Rio con cierta chulería.-Adiós, Katsuki.

El cenizo subió la ventana de su auto y arrancó. Vio al peliverde que entraba en la casa y sonrió levemente. Era el único que iba a llevar un bento hecho por Izuku.

Soy todo tuyo -Bakudeku-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora