Capítulo VII

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En alguna parte del mundo:

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En alguna parte del mundo:

Charlotte despertó en el sillón, sintiendo un nudo en la garganta, deseando que todo no hubiera sido un sueño. Aramis no estaba a su lado, lo que la preocupó bastante. El doberman siempre estaba con ella, y juraba que lo había visto en aquel sueño, junto con los Mikaelson. ¿Y si no había sido un sueño? ¿Y si Aramis se había quedado allí para siempre?

En Mystic Falls:

La mansión Mikaelson se había vuelto un desastre. Todos los muebles estaban destrozados y había varios cadáveres tirados por el suelo. Los hermanos se encontraban en la sala, mirando hacia algún punto en concreto. Todos fijaron su mirada en un animal negro que vanía bajando las escaleras, nervioso por no encontrar a su dueña. Se acercó a Rebekah, acariciando con su morro su mano, como preguntando donde estaba Lotty.

—Aramis... —Miró la rubia al perro, sin poder creer que siguiera aquí.

El perro ladró cuando oyó a alguien abrir la puerta principal y fue corriendo para ver si era Charlotte. A los segundos, vino con la cabeza gacha, como decepcionado, detrás de él venía el híbrido que miraba con una ceja alzada al perro. Un poco más atrás de Niklaus, venía la bruja Bennett, que miraba a todos lados con miedo.

—Bien, bruja. —Llamó Kol. —Necesitamos que hagas un hechizo. —Dijo entregándola un grimorio de su madre.

La bruja abrió mucho los ojos al ver el complejo hechizo.

—Yo...yo no sé hacer esto. ¿Traer a una persona de otro mundo? Eso...eso es imposible.

—No lo es. —Entró uno de los brujos a los que Elijah había llamado. Detrás de él, dos brujas más entraron, llamadas por el original más joven, y detrás, otra bruja que Klaus había contactado. Todos dispuestos a ayudar, excepto una.

—Bruja Bennett, te lo creas o no, no tenemos todo el tiempo del mundo. —Avisó Kol con cara de querer asesinarla. Echaba de menos a su ángel.

Todos lo brujos se pusieron a trabajar en el hechizo, mientras pedían a los originales que se alejaran, quiénes tras muchas quejas, lo hicieron.

En alguna parte del mundo:

Charlotte sentía el aire en su cara mientras galopaba a uno de sus caballos favoritos, Starlight. Después de haber pasado la noche de ayer llorando porque extrañaba a los Mikaelson y a Aramis, y de haber dejado en claro, que algún día debería ir al psicólogo, decidió que lo mejor para evadirse sería montar a caballo. Ella amaba a esos animales desde que era pequeña, y había empezado a competir hace dos años, siendo una de las mejores de su categoría.

Se acercó a un salto, ante el que tuvo que parar porque a su caballo le sucedía algo. No paraba de mover la cabeza, nervioso. Dejó al animal en la cuadra mientras iba a buscar a su entrenador, que quizá le pudiera decir que le pasaba al animal. Pero antes de siquiera poder salir del establo, una luz ya conocida, la atrapó, llevándose con ella, varios relinchos de caballos asustados.

Charlotte cayó al suelo frío de la mansión, mientras veía a mucha gente a su alrededor, que fueron apartadas rápidamente por los Originales, principalmente por Kol, quién al ver a su pareja, no dudó en lanzarse hacia ella. Pero antes de que pudiera llegar, Charlotte ya tenía encima a Rebekah abrazándola.

—Vaya susto nos has dado, no hagas eso otra vez, te lo suplico.

—Yo-lo lo siento, Bekah. —Tartamudeó la chica. —Realmente no sé qué está pasando.

—Aparta, Bekah. —Kol empujó a la rubia antes de abrazar a su pareja, asegurándose de que estuviera bien.—Ángel, ¿estás bien?, ¿te duele algo?

—Kol estoy bien. —La chica se levantó con ayuda del original, que se negaba a soltarla.

—Hola, amor. ¿Qué tal el viaje? —Preguntó divertido. La chica le miró mal antes de reír.

—Un poco mareada, pero bien. Eso de cambiar de realidad, no es tan divertido como parece.

—Hola, Elijah. —Se acercó a abrazar al original que la abrazó de vuelta con anhelo.

—Hola, Elskan.

—¡Finn! —Gritó alegre corriendo hacia el vampiro que estaba sentado en una esquina de la sala. En el poco tiempo que llevaban juntos, él se había vuelto como un hermano mayor para ella.

—Hola, Lotty. —Abrazó a la chica con alegría.

—¿Dónde está Aramis? —Pregunta una vez que se aleja del vampiro.

El nombrado entra ladrando alegre al reconocer la voz de su dueña.

—No ha dejado de molestar desde que te fuiste. —Explica Kol mirando mal al animal.

—¿Aramis? Pero si es un ángelito.

—¿Tú crees? ¡Me mordió!

—Algo le habrías hecho. —Contraataca Charlotte a Kol.

—Le estaba dando de comer.

Un carraspeo hizo a Charlotte y Kol terminar la discusión para mirar a la persona que quién provenía.

—Ahora que os he ayudado a traer a... quien seas, ¿me ayudaréis? —Preguntó Bonnie.

Charlotte sintió compasión por la chica, pues aunque en la serie no era su personaje favorito, si le caía bien,y sabía que ahora estaba lidiando con los Salvatore y Elena, y su madre recién convertida a vampiro.

Los Mikaelson fueron a negar, pero Charlotte se adelantó.

—Claro, ¿qué necesitas?

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