Capítulo XXXII

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Los gemelos fueron llevados por Rebekah a su habitación, mientras que los demás Mikaelson lidiaban con una Sage que no podía parar de llorar. Charlotte se sentó con ella en uno de los sillones de la sala principal mientras que los hermanos se colocaban frente a ellas pero a cierta distancia, sin querer incomodar más a la pelirroja.

—Sage, ¿qué ha pasado? —Lotty preguntó con cierto cariño a la vampira. Ambas se llevaban notablemente bien desde que Charlotte ayudó a Finn a escapar con la pelirroja.

—Finn... él-él ha... ha muerto... —Murmuró llorando más. La sala se quedó en completo silencio. La pelinegra abrió los ojos estupefacta. Finn se había ido. —No pude hacer nada para impedirlo.

Ambas chicas se abrazaron, llorando la pérdida del Mikaelson que fue alma gemela de la pelirroja, y como un hermano mayor para la pelinegra. Desde abajo, los hermanos podían escuchar los sollozos silenciosos de Rebekah, quien trataba de no despertar a sus sobrinos que acaban de dormir la siesta.

—¿Cómo- cómo pasó? —Elijah se atrevió a preguntar.

—Estábamos dando un paseo por los jardines romanos de Chester, en Inglaterra, cuando de la nada aparecieron muchas personas. No paraban de decir que eso era lo correcto, y que había que acabar de una vez por todas con esto. —Explicó sollozando. Al momento, la pelirroja cayó al suelo gritando de dolor, haciendo que todos en la casa se preocupasen.

—¿¡Qué pasa!?

—El vínculo padre se ha roto. Finn ha muerto y...

—Y todos los de su línea van detrás. —Murmuró Lotty entendiendo el punto de Klaus.

La tumbaron en el sillón, mientras intentaban hacer lo posible para que no fuera tan doloroso para la chica. A estas alturas, el llanto de la pelinegra era más fuerte. Estaba perdiendo a una de sus mejores amigas, y fue inevitable para ella, al escuchar los gritos de dolor de Sage, no recordar la muerte de su amiga Ana, o la de su madre o su hermano.

Media hora después, cuando Sage dejó de gritar por el dolor y su piel se empezó a tornar gris, Charlotte pudo comprobar que la vampira había muerto.

Rebekah bajó las escaleras sollozando, porque aunque Sage no era de sus mejores amigas, si que se habían empezado a llevar bastante bien, y ahora, se había ido, junto con su hermano mayor, con el que no tuvo oportunidad de pasar mucho tiempo.

—Mamá. —Los gemelos caminaron lentamente hacia la familia, quienes les miraban sorprendidos. Eran sus primeros pasos.

Elisa empezó a llorar al ver el estado de su madre y se lanzó a abrazarla. James, sin embargo, se quedó parado a medio camino, al ver el cuerpo de su "tía Sage" sin vida. Kol recogió a su hijo del suelo y se abrazó a él con fuerza, como si alguien intentara arrebatársele.

—Tía Sage... ¿va a estar bien, papi? —preguntó aún abrazado a su padre.

—Sí, si, ella... ella estará bien. Irá con el Tío Finn ahora. —Murmuró la rubia con dolor.

—¿Puedo acercarme, mami? —Elisa preguntó desde el regazo de su madre.

—Cariño...

—Por favor.

La niña comenzó a caminar con alguna dificultad hacia la pelirroja y tomó su mano.

—Tía Sage, no te vayas. No hemos pasado tiempo juntas y me prometiste que jugaríamos en el patio al escondite con James y tío Finn.

La pelinegra sollozó más fuerte, siendo abrazada por Elijah, al ver como su inocente hija se despedía de su tía creyendo que solo estaba echando una siesta y luego se volvería a ir de viaje.

—Mamá, tía Sage no contesta. —Se quejó la niña. —¿Ya no me quiere y por eso me está ignorando?

Klaus extendió sus brazos hacia la niña, haciendo que esta se refugie en sus brazos.

—Ella te quiere mucho, Ellie. Solo está cansada.

La niña asintió. Klaus y Kol subieron las escaleras para dejar a los niños en sus habitaciones.

Aquella tarde toda la casa se mantuvo en silencio, como una forma de conmemorar a los dos familiares, porque sí, ya todos consideraban a la pelirroja familia, que habían fallecido.

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