Capítulo XX

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Cuando Charlotte se dió la vuelta, Mikael ya había desaparecido. Los hermanos Mikaelson estaban destrozados al ver cómo el cuerpo de Niklaus se había consumido en llamas.

—Nik, Nik, por favor. —La pelinegra lloró, intentando acercarse, siendo sujetada por Stefan y Enzo. —Por favor, dejadme ir. Por favor.

A pesar de las súplicas y las lágrimas de la chica, ninguno de los dos vampiros la soltó. Al igual que Kol y Finn que sujetaban a Rebekah que también lloraba por su hermano.

—Se ha ido. Él se ha ido.

—Lotty... Ven, vamos a casa, tomaremos una taza de té o algo que te pueda calmar un poco.

—Déjame acercarme, Stefan, por favor. Solo para despedirme. Te lo suplico.

El vampiro miró a Elijah y cuando este asintió, también llorando un poco.

La chica se acercó corriendo cuando sintió que los brazos de los vampiros se soltaron de ella.

—Nik, por favor, vuelve.

Todos miraban tristes a la pelinegra y a la rubia, que se veían las más afectadas. Bonnie sintió entonces una onda muy fuerte de magia. Miró a los magos, que también parecían haberla sentido y que miraban a la pelinegra sorprendidos.

Bonnie se acercó junto a Harry a la chica, que aún lloraba abrazada al cuerpo del híbrido.

—Lotty. Lotty escúchame. —Harry llamó. —¿Sientes eso? Necesitas gritar. Desahogate o esa magia que llevas dentro hará que explotes.

Lo siguiente que se escuchó fue un desgarrador grito que salía de la chica, haciendo que una fuerte onda roja mandara a todos hacia atrás, pero que la protegía a ella y al híbrido.

Cuando el grito acabó y todos se levantaron, vieron a la chica, que aún lloraba pero algo más calmada ya. Stefan y Damon se acercaron y se la llevaron a la pensión para que tomara una taza de té y durmiese un poco. Porque aunque eso no ayudaría a calmar el dolor, si ayudaría a que Charlotte estuviera algo más calmada.

Ella había perdido una parte de sí misma. Niklaus era su alma gemela y le había perdido por su culpa. Sabía que debía haberse ido de Mystic Falls y haber alejado a los Originales de ella durante un tiempo, hasta que las cosas se calmaran, pero no pudo hacerlo. Ellos tenían un hueco en su corazón y separarse de ellos la destrozaría.

Charlotte descansaba tumbada en una de las habitaciones de la pensión Salvatore, mientras Stefan y Damon estaban en la sala hablando.

<<Mikael sigue vivo.>> <<Acaba con él>> <<Hazle que se arrepienta de haberse acercado a Nik.>> Las voces en su cabeza no dejaban de hablar, instigándola a vengarse. Escuchó atentamente a las voces, decidiendo que quizá sería la mejor opción.

<<Apaga tu humanidad>> Hizo eco una de ellas, la más fuerte.

Muchos pensarían que siendo humano o bruja, no podría apagar su humanidad, pero sí podía. No era la primera vez que Charlotte lo hacía. Necesitaba deshacerse del dolor que la estaba consumiendo por perder a su alma gemela, así que cerró sus ojos e imaginó un interruptor. Se imaginó apagándolo y pudo sentir como el dolor se iba. Toda la tristeza, angustia y nostalgia había desaparecido. Ahora, dentro de ella, solo quedaba venganza, rencor hacia Mikael. Y en ese momento, se juró a sí misma, que mataría al cazador, aunque fuera lo último que hiciera.


En otro lado, a las afueras del pueblo, una bruja se encontraba parada haciendo un hechizo con su grimorio en mano. El cuerpo que había en el suelo, se levantó rápidamente, sorprendiendo por un momento a la bruja, que enseguida se recuperó del susto y sonrió al recién levantado.

—Gracias, Kayla.

—No hay de qué. Deberás mantenerte escondido unos días, Niklaus.

El híbrido asintió, ahora en el cuerpo de Alaric Saltzman. Deseaba ir a ver a su pareja y decirle que estaba bien, y que no tenía por qué llorar. Pero sabía que aún no podía, debía respetar el hecho de que hasta que no estuviera apropiadamente devuelta en su cuerpo, no debía acercarse a ella para no asustarla.

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