uno

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la noche estrellada y la luz de la luna eran las únicas que se colaban por la ventana en esa recámara grande, dos cuerpos estaban acostados en la única cama matrimonial situada en el lugar mientras se abrazaban y platicaban.

spreen y juan estaban casados desde hace ya tres años, su matrimonio iba de bien a mejor, siempre se contaban todo, a todas horas se mandaban mensajes cuando el argentino estaba en la empresa y siempre hacían cualquier cosa que el contrario quisiera. era un claro ejemplo para decir que la llama del amor nunca se apagaba si los dos ponían de su parte.

en cierto punto, después de un año y seis meses de casados, a juan se le vino la grata idea de tener un bebé, aunque bueno, muchas veces fueron rechazados en los centros de adopción. tenían todo para mantener un bebé, dinero, una casa grande, familia que los apoyaba, pero su error, según los del orfanato, era que eran dos hombres y que un niño no podía crecer en un ambiente de dos hombres homosexuales.

ya después de un tiempo esas ideas fueron desechadas, no querían rentar un vientre con el riesgo que la chica al final se echará para atrás y no les entregara al bebé. finalmente siguieron su vida normal.

spreen amaba con todo su ser a juan, verle todas las mañanas a su lado en la cama, compartir el desayuno, ver películas todos los fines de semana, salir a pasear a cualquier lugar y a cualquier hora, siendo día o noche.

como en esta ocasión.

-andaaaaa- juan hizo un puchero mientras se subía encima de su esposo.

-bebé, es muy tarde como para ir por helado con un clima de trece grados- spreen rodeó el cuerpo delgado y escondió su rostro en la curva de su cuello y hombro repartiendo besos húmedos.
-mejor entremos en calor-

el castaño río y negó mientras se separaba y posicionaba sus manos en el pecho de spreen, haciendo círculos coquetos. lo único que tenía en mente era convencer a su marido, no era necesario eso, sólo dos besos y el pelinegro haría lo que quisiera.

-llegando puedes, no sé..- se encogió de hombros -embarrar aquí- tomó las manos de spreen y las paso por su cuello -y luego aquí- bajó a su pecho -puedes terminar aquí- pasó lentamente los dedos por su parte baja viendo como el contrario tragaba duro mientras lo veía expectante.

-vamos, antes de que cierren.

juan río y se levantó seguido de su esposo para empezar a vestirse.

ꪆ୧

la puerta del supermercado que estaba abierto las veinticuatro horas sonó cuando fue cerrada, juan entrelazó su brazo con el de su esposo ya que en la otra tenía la bolsa con varios botes de helado y barras de chocolate. los dos reían por un chiste que el mayor contó, aunque bueno, spreen lo hacía para no hacer sentir mal a su esposo o que se enojara.

-¿veremos una película?-preguntó a lo que spreen negó.

-tengo otros planes.

dieron vuelta en la primera esquina donde se unieron más, sabían que aquella calle no era nombrada por muy segura que era, pero era obligatorio pasar por allí si es que querian llegar al supermercado. justamente pasaron cerca de un callejón cuando a juan se le fue la sangre del rostro y apretó el brazo de su esposo.

un pequeño lamento se escuchó dentro de los botes de basura.

-veamos qué es.

-oso no, que tal si es un fantasma. sabes que soy muy miedoso, no no no- negó repetidas veces mientras jalaba al más alto.

-cariño puede ser un gato, o un perro ¿no quieres tener una mascota?- trato de convencer.

-con pelusa tenemos.

-bien, entonces iré yo, esperame aquí- pasó la bolsa de tela a las manos de su esposo castaño y se adentró al sucio pasillo con olor a basura.

juan esperó mientras se abrazaba por la ola de aire fria que sintió en su rostro, lo único que pensaba era en esconderse debajo de las colchas calientes de su cama y abrazar a su esposo mientras comían helado.

-juan- escuchó el grito de spreen -tienes que venir a ver esto-

-¿amor?, ¿qué es?- ni loco entraba -spreen- volvió a llamar ya que no obtuvo respuesta.

juan cerró los ojos, contó hasta tres y apretó los puños para finalmente entrar al lugar.

caminaba mientras sentía la mugre pegajosa en la suela de sus zapatos, hasta que logró ver la espalda de spreen quien estaba en cuclillas y hablaba con alguien.

-¿qué ocurre?- preguntó cuando llego a su lado. spreen levantó la cabeza antes de que juan dirigiera su vista más abajo y ver a un pequeño niño hecho bolita, apretando una mochila en sus brazos.

-no quiere hablar, y tú eres maestro de kinder, pensé que podrías ayudarme.

el castaño asintió poniéndose en cuclillas frente al pequeño.

-hola, mi nombre es juan- vió como el menor abrió los ojos
-veo que ya conociste a mi esposo- asintió. -y también que te asustó con su horrible rostro, todos dicen eso al principio, no te preocupes puede que tenga voz ultratumba, pero es uno muy amable.

el niño soltó una risilla mientras negaba.

-el señor es muy guapo.

y el corazón de juan se hizo cálido con las palabras torpes que el menor dijo.

-¿me puedes decir cuantos años tienes?- vió como levantó cuatro deditos y volvía a esconderlos por es frío -¿y tu nombre?-

-ollie, aunque mi mami dice que...que...¿señor qué me preguntó?-

la pareja de esposos río -¿y dónde está tu mami pequeño?- habló spreen.

-ella dijo que iba a volver en un rato, que no me moviera de aquí.

-¿cuando te dijo eso?- ollie levantó cinco dedos -¿hace cinco minutos?- negó -¿cinco horas?- volvió a negar.

-¿cinco días?- spreen volteó hacia juan ya que su voz sonó rota, veía como varias lágrimas chiquitas salían de sus ojos y sabía que algo andaba mal.

aunque todo estuvo mal desde el principio, no todos los días te encuentras a un niño escondido en un callejón y menos en esas condiciones.

-¡si!- habló animado -pero creo que esta tardando mucho.

-ollie es muy peligroso que estés aquí afuera y con este clima, ¿qué te parece si vamos a nuestra casa y le hablamos a tu mamá?-

-no- el niño negó repetidas veces -si me voy y mami viene no me encontrará y de pondrá muy triste, debo esperarla aquí.

-por eso hablaremos con tu madre para que vaya a nuestra casa y puedas irte con ella, ¿qué te parece?, vamos, te daremos de cenar comida rica.

-¿habrá galletas?- el argentino asintió -¡bien!-

cuando ollie se levantó del piso los dos mayores vieron como sólo tenía unos shorts de mezclilla y una blusa con una chamarra de tela delgada.

-ven acá chaparro- spreen se quito el abrigo negro que tenía, sintió un escalofrío por el aire helado que lo golpeó de inmediato, aún así cargo a ollie y lo cubrió con la prenda como si fuera una cobija.

-¿está calientito?

-si

-spreen- el nombrado volteó hacia el de lentes quien se mantuvo en silencio todo el tiempo después de escuchar que el niño estaba en la calle ya cinco días y el pobre seguía esperando a su madre. la cual nunca llegaría -te vas a enfermar, puedo cargar al bebé y meterlo en mi abrigo, los dos cabemos.

-así estoy bien, no te preocupes- se acercó a su esposo y besó su frente -vamos, que se hace más tarde y debemos atender a ollie.

está bien, bebé ollie ★ spruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora