CAPÍTULO XXIV

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     Alba

El lunes por la mañana lo último que deseaba era ir a trabajar, aunque ser irresponsable no era una opción. Mi estado empeoró cuando a mitad del día Ethan llamó para informarme que debía hacer un viaje de último minuto y estaría por lo menos dos días fuera. Era cierto que después de lo sucedido no tenía especial interés en estar con Ethan. La sola idea era insoportable, pero tampoco le quería lejos.

Yo era una contradicción andante pero al menos lo reconocía.

Conseguí superar el día pero el martes por la noche no bastaría llorar y desvelarme sola. Ethan había enviado cada día una rosa azul con una nota.

La primera, que fue el mismo domingo por la noche ponía:

Quisiera absorber tus miedos, reponer tus días grises y ponerle brillantina para ti... porque recuerda que te quiero de una manera que no se puede explicar, que no se puede describir, pero aunque lo intentase, nunca dejare de sentir.

Tuyo siempre, Vega E.

El lunes fue: Pequeña, vuelvo pronto. Por favor, no me eches de menos, ya lo haré yo por los dos. Te amo, ¿sabes?

Tuyo siempre, Vega E.

Y la de hoy rezaba: Pequeña, no estás sola y nunca lo estarás. Lo sabes ¿no? Sabes, que aunque no puedas verme, mi mente y corazón están contigo. Te amo... más que a nada en el mundo.

Tuyo siempre, Vega E.

Necesitaba con urgencia hacer algo. Los calmantes no habían surtido efecto. Me asfixiaba cada vez más con todo lo que retenía. Las lágrimas no despejaban la opresión que me causaban las palabras. Una idea fugaz cruzó por mi mente. Tal vez sería inapropiado y desesperado pero llegados a este punto no podía exigir mucho a mi fatigado cerebro.

–Hola –hablé tímida apenas descolgó

–Hola –respondió al otro lado de la línea la única persona a la que podía llamar en ese momento– ¿estás bien?

–Tú... ¿tú puedes venir a mi casa? –balbuceé como pude–Yo... por favor.

–Enseguida salgo para allá. No tardo, ¿sí? –ni lo pensó como tampoco aguardó por una respuesta, simplemente colgó y yo permanecí aovillada sintiendo espasmos en el suelo con el móvil en la mano.

No era muy consciente del tiempo pero me sobresalté cuando oí que llamaban a la puerta. No estaba segura de si bien apenas había terminado la llamada o ya había perdido las esperanzas de que viniera. Abrí incrédula sin creer conseguirle allí pero sí estaba. Él había llegado desorientado, cuando su rostro teñido de preocupación se topó con el mío... solo pude lanzarme a él sin esperar que tendiera sus brazos. Enrosqué los míos alrededor de su cuello y solo tardó un segundo en reaccionar antes de rodearme para después de pasar una mano de arriba abajo por mi espalda rítmicamente.

–Shh –intentó calmarme– Entremos que está helando. Te puedes enfermar.

Quise reír pero a regañadientes me aparté de él para limpiarme el rostro con él la manga del dorso de mi jersey en un gesto poco femenino.

Cogí una de sus manos sin mirarle y le arrastré al salón junto a la chimenea. Volví a mi lugar en la alfombra que cubría todo el suelo del salón principal sin esperar que hiciera lo mismo.

Me sorprendió cuando se apoyó en el sofá que tenía detrás y extendió sus piernas antes de colocar un cojín en su regazo para indicarme que reposara mi cabeza en él. Lo hice. No tenía fuerzas para estar de otra forma.

Amante FielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora