Capitulo Treinta.

2.8K 261 2
                                    

-Stiles-

¿Pueden imaginarse a una anaconda luego de comerse una sandia? Pues, si pueden, tienen mi foto. Como una persona podia engordar tanto en dos semanas y un par de días estaba más allá de mi pero eso era lo que había sucedido. Segun mis cuentas, los bebes nacerian en unos días y yo parecia una maldita piñata a punto de estallar. ¡Mi ombliguito estaba intentando escaparse! Se había saltado hacia afuera.

Haciendo un puchero, me senté en el sofa y acomode mi recipiente de helado sobre mi panza, observando la movilización a mi alrededor. El hecho de que parecia haberme tragado una pelota de baloncesto, me había obligado a estar encerrado en el loft las últimas dos semanas, algo que me estaba volviendo loco poco a poco.

—¿Que comes? —Isaac se dejo caer a mi lado y miró el recipiente.

—Helado de fresa. —musite, observando a Derek colocandose la chaqueta.

—Yo quiero. —el rubio extendio la mano hacia mi helado, con la intencion de meter un dedo dentro, por lo que le golpee los nudillos con el borde de la cuchara, logrando que la quitara rapidamente—. ¡Auch!

—No toques mi helado, idiota. —me queje, deslizandome lejos de él sobre el sofá y colocando mis pies sobre la mesa ratona frente a mi.

Estaba de mal humor, ¿si? No me juzguen, a ustedes no se les hinchan los pies si se quedan de pie más de cinco minutos, ustedes no sientes como si algo dentro le estuviese pateando los intestinos ni tampoco como su panza se mueve como un lavadora. Así que cierren la maldita boca.

—Hey —Scott se acerco a mi, agachandose cerca de mis piernas—. ¿Precisas algo antes de que nos vayamos?

—Estoy bien. —aseguré, metiendo otra cucharada de helado en mi boca.

Él observó el procedimiento un segundo antes de hacer una mueca—. ¿No crees que debes comer otra cosa? Derek me dijo que no quisiste comer, eso no es bueno para los bebes.

—No tengo ganas de comer —arrugue la nariz—. La comida me sabe fea.

—Aún así debes comer algo —dijo con una sonrisa.

—No quiero, Scotty, el helado esta bien.

Suspiró—. Mirá, Isaac, Erika y Lydia se quedaran contigo —informo—. Si tienes hambre, de cualquier cosa, envias a uno de ellos a comprarte algo, ¿si? Estoy seguro de que no les preocupa hacer eso.

—Estoy seguro de que Isaac no tiene problemas en hacer muchas cosas por ti —movi mis cejas, riendo cuando las mejillas de Scott se volvieron rojas—. ¿Que sucede ahí, Scotty?

—Callate —rió. Poniendose de pie, se inclino hacia mi y dejo un pequeño beso en mi cabello—. Cuidate, y no te pongas muy fastidioso, ¿si?

—Seré un angel. —aseguré, sabiendo que era mentira. Adoraba picar a Erika, la paciencia de la rubia siempre era la primera en acabarse y era un verdadero show verla enojada.

—De alguna manera, no te creo. —sacudio la cabeza, poniendose de pie y acercandose al grupo que se retiraba.

Vi a Derek dirigirse a la puerta sin mirarme. Frunciendo el ceño, vi con una sonrisa como el recipiente de helado flotaba por la habitación y caia sobre la cabeza del moreno. Eso le enseñaria a no darme la espalda sin siquiera decir adios.

—¡Stiles! —gruño, quitando el helado de su cabello.

Riendo entre dientes, me puse de pie y me apresure hacia la habitación antes de que me atrapara. El lobo tonto me atrapo, pasando su humedo cabello por mi rostro y dejando un rastro de helado en mi piel. Hice un sonido de asco ante el liquido, sabiendo que se pondria pegajoso pronto.

El obsequio de Stiles |Sterek|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora