🌹🌺7.- Nocturne🌹🌺

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Sus manos estaban en puños que se presionaban con tanta fuerza que hasta podía sentir las uñas encajándose lento en su piel. Los ojos abiertos y las palabras atoradas en la garganta... Su cuerpo entero estaba temblando mientras la ira lo invadía.
Esto era un amargo recuerdo que parecía repetirse en un bucle destinado a atormentarle de por vida...


Podía verlo como si hubiese viajado al pasado... Ahí no estaba el Ainosuke de 26. Había rejuvenecido y sentía la misma impotencia de aquella ocasión.
La madera crujía mientras se hacía una misma con las llamas. Los trozos que quedaban eran pocos y estaban teñidos de negro... Su sol... El regalo que Reki le había dado con tanto cariño estaba consumiéndose ahí, frente a él...


¿Era su castigo por ser un desquiciado Rey de los Goblins?


Sentía como si fuera a quebrarse... Las lágrimas amenazaban con escapar y romper la dura coraza que se obligó a forjar después de romper la ilusión de su querido sol... Él era un prisionero en su propio laberinto. Un rey condenado a dar de vueltas, protegiendo su corazón e impidiendo que alguien más llegara al centro. Nadie lograría atravesar sus altas murallas... No de nuevo...



--Es bueno que tu adorable prometida se deshiciera de aquella basura...



La vuelta que dio fue tan brusca... ¡El coraje invadía totalmente su ser y no podía controlarse! Incluso su mano pareció subir... Pero algo pareció frenarlo... Una persona que pareció abrazarlo casi de golpe y tomar su brazo... Un lazo de manos y un perfume floral. Aquella doppelganger lo aferraba con la fuerza que tenía...



--Me honra con sus dulces palabras tía. ¿Puedo pedirle permiso para retirarnos? La madera terminó de quemarse ya... -- La mirada de la joven igual carecía de brillo y su voz salió algo áspera. –Mi prometido ha de estar agotado. Lo llevaré a descansar.



Ninguno esperó la respuesta... Un quebrado Ainosuke fue llevado de la mano por aquella mujer, avanzando rápidamente a través del jardín de rosas. La luna se levantaba en el cielo, siendo oscurecida por lo que quedaba de humo...



No mintió. Ambos atravesaron la mansión, agradeciendo que las otras mujeres estuviesen encerradas en su sala de cristal, tomando té elegante y planeando el futuro de ambos. Ahora él fue quien tomó la guía. Subieron la escalera y se dirigieron justo a su habitación.


Dejó que aquella doppelganger entrara y cerró la puerta con seguro para tomarla bruscamente del brazo y arrojarla a un lado sin mucha delicadeza. El tenía la fuerza para levantar a otro hombre en brazos con facilidad. Una mujer tan delicada no sería la excepción... Incluso podría arrojarla por la ventana...


Era una lástima que hubiese caído en su cama... Sin ningún hueso roto.


La ira tenía cegados sus ojos...


Ver esa mirada rojiza como la suya le trajo recuerdos de viejas historias... Un doppelganger... Un anuncio de muerte. En su caso, una muerte en vida.

La acorraló y se reclinó lentamente... Mordió su labio a tal punto que sangró y una pequeña gota cayó en la mejilla de aquella mujer... No podía quitarle la vista de encima y no porque le provocase deseo o tentación...


Aiko tenía los ojos ahogados en lágrimas... Las que él no pudo derramar en ese instante...



El enojo que tenía estaba hirviendo en su ser.. El objeto más preciado que poseía había sido destruido de una forma tan cruel, tratado como basura. Ni les importaba saber si para él tenía algún valor...


Sus manos bajaron al cuello tan frágil y delicado. ¿Qué importancia tenía ahora? ¡Él era Adam! Antes había destrozado a varios competidores en la pista sólo mostrándoles el verdadero amor con el que fue instruido hace tantos años...Podía ver el reflejo de su rostro en los ojos rojos de aquella que ni trataba de defenderse. Estaba como la presa, completamente paralizada, más no veía a Ainosuke, ella veía a las mujeres que hicieron su vida realmente miserable.



"Vernos desde afuera nos permitiría conocernos realmente, pero pensar que si nos pudiéramos ver como otros nos ven es aterrador"



Por eso la detestaba... Porque podía verse a través de ella... Las lágrimas que no lloró ahora estaban ahí, inundándolo y haciéndole sentirse miserable...
El cuerpo debajo suyo temblaba y su puño se mantenía apretado...
Pensó en castigarla.. Como hubieran hecho con él siendo un niño pequeño cometiendo una travesura...


Sentía de nuevo sus pies avanzando hacia la oscuridad. Un parque en el cual empezó a atormentarse a sí mismo con todos esos horribles recuerdos...


Hasta que una vocecita le advirtió que iba a arrollarlo con la patineta...



Había avanzando tanto y ahora iba a tirarlo todo por el acantilado en un arranque de furia, dejarse llevar como sucedió hace tantos años. ¿No se supone que había aprendido?
Que el sol había iluminado su oscuro laberinto.



--Disculpa.. No quise lastimarte...



Retiró sus manos tan toscas de aquel frágil cuello que quizás podría romper con tanta facilidad. Ese cuello de cisne que parecía pedir a gritos ser expiado de aquel mundo al ver y reflejar el horror del mundo familiar de ambos corazones.



--Lo siento...



Palabras dirigidas al sol que había eclipsado... Dedicadas a la joven llorando debajo suyo totalmente aterrorizada...
Y dichas para él...


Ella era un reflejo de sí mismo. Dos personas que no podían decidir sobre sus vidas. Que estaban marcadas y heridas, llenas de cicatrices invisibles pero que para ellos ardían sin cesar y les arrancaban mil y un sentimientos.


Con cuidado se recostó al lado de la joven y la tomó en brazos. Esperaba golpes, patadas. Eso se ganaba por ser tremendo imbécil... Tener pensamientos tan malos y ser capaz de frenarse... No sólo fue por verse reflejado en esos ojos de rubí...


Recordar el calor de Reki... Le traía paz.


Nuevamente estaba experimentando el camino de la redención y la paz... Una que había roto en mil pedazos. Como esa patineta que ahora era polvo, como la expresión adolorida de Reki al verlo en esa pista oscura. Recordar su gesto le destrozaba el corazón...

Él estaba contaminado de mil maneras diferentes... Y había exiliado la luz de su sendero de espinas.


Sorprendentemente la mujer en sus brazos no le dio la golpiza que merecía, pero se le aferró y escondió el rostro en su pecho. Sintió la calidez de algo tan honesto y puro que él ni podía darse el lujo de expresar. Luciría débil, sería la carnada a los ojos de la sociedad.
"Nunca debes mostrar tristeza o lágrimas, eso es para la gente débil." Palabras que lo marcaron en sus primeros años de infancia. No importaba que tan duro lo golpearan, su versión infantil siempre estaría sentado en la silla, debiendo dar las gracias aunque los brazos le ardieran y estuviese muriendo de dolor.



--Realmente eres un idiota ¿No Ainosuke?



Esa afirmación que pareció sacar de su mente... Cuánto la odiaba... Pero ahora que lo pensaba...

¿No él había decidido renunciar a todo?


Un reinado del cual no podía deshacerse, fue un tonto al pensar que su camino de redención iba a librarlo de todos los problemas. ¡Qué estúpido fue! Como si este fuera un cuento de hadas en el que todo iba a resolverse de forma mágica con el poder del amor el cual estaba conociendo... Y el cual decidió dejar por completo.



--Tienes razón... Aunque debería decir que ambos somos unos completos idiotas—Un abrazo que no iba a reconfortarlo como aquella vez que dejó que Reki viese su lado más desesperado. – Acabas de quemar mi corazón junto a esa patineta y ahora mismo... Ya no me queda nada...




Cuando Reki logró separarse de la pantalla, fue directo a su habitación sin dirigir una palabra a su familia. Buscó su refugio una vez más y bajo las cobijas sólo pudo abrazarse a sí mismo sin entender todos los sentimientos que estaban inundándolo. Cosas tan nuevas a su corta edad, emociones que jamás pensó en experimentar y que eclipsaban su luz.


¿Quién demonios era esa mujer? ¿Por qué tocaba a Ainosuke de aquella manera?

Su cuerpo empezó a temblar con coraje de sólo recrear esa escena en su mente. Recordar a la mujer tocándole el brazo y la mano tan varonil a la persona por la cual profesaba sentimientos tan intensos...

Sarah no era una protagonista perfecta. Aunque había cautivado al Rey de los Goblins con su fantasía e inocencia al recrear historias fantásticas con libretos y disfraces tenía varios defectos. Era egocéntrica, orgullosa, mimada. Tantas cosas que no eran comunes en una heroína. Son usualmente puras y perfectas, astros llenos de luz que no poseen mancha alguna.


Pero el sol también puede dejarte ciego si lo ves demasiado tiempo. Su calor gentil de igual manera puede quemar la piel. Vamos, no era la primera vez que se sentía tan miserable. ¿No había herido a su mejor amigo en el pasado? Al demonio con los prototipos de gente perfecta. Eso no existe...



El astro también podía arder de furia y celos...
Pero de igual forma podía ser una estrella apagada.



A la lejanía, una mano suave tocaba aquella pantalla congelada en una sola imagen. Un mensaje que jamás fue devuelto, sus hermanos preguntándole una y mil veces por ella y su ausencia y llamándola para que fuese a ver el televisor.


La madre de la pelirroja sólo pudo ver en silencio a su hija y a la otra joven que había acogido en sus brazos. Con esa sonrisa tan falsa mientras el programa de TV anunciaba su matrimonio con aquella otra persona que lucía igual de muerto en vida que ella...



--Aiko...-- Rei sólo pudo tocar el televisor para luego apartar la mano y apretar su puño-- ¿Porqué...?



Aunque debía admitir que ambos.. Se veían muy bien juntos... ¿Y si este era el verdadero camino de Aiko rumbo a la felicidad?
Ya que era su amiga debía alegrarse por ella. ¡Sonreir y rezar por su eterna felicidad!

Pero el pecho le apretaba y su corazón dolía.
No entendía por qué la princesa que ella salvó debía irse a brazos de otro príncipe...




Varios minutos pasaron, momentos que parecieron ser eternos. Un abrazo lleno de tristeza y lágrimas se deshizo en un pequeño instante y Aiko colocó sus manos en el pecho de Ainosuke para apartarlo firmemente. Secó sus lágrimas y volvió a ese gesto altivo, lleno de orgullo. Pero ahora tenía un leve brillo en esos ojos rojizos.



--Eres un estúpido.. Sígueme.



Usualmente eso molestaría a Ainosuke hasta el absurdo, pero algo tenía esa mujer que lo hacía negarse a ella. Maldita Doppelganger... Rechazarla sería como darse la espalda a él mismo. Esto realmente era verse desde el exterior y notar lo patético que era.


En silencio ambos se pusieron en pie y los rojizos tacones de Aiko lideraron el camino de forma discreta. Las luces ya estaban apagadas, quizás las brujas estarían profundamente dormidas. Con un sueño tranquilo al saber que habían destruido otra parte de su corazón que apenas estaba sanando. Pensar en la patineta quemándose, de la madera crujiente tornándose en cenizas volvía a fragmentarlo en pedazos. Las murallas de su laberinto crecían más y más. Pero aquella bruja blanca estaba frente a él. La que invadió su laberinto, una lechuza blanca que sólo engañaba a todos con su hermosa forma. Así como él.


El aire frío nocturno pareció aclarecerle la mente y se detuvo en la entrada mientras Aiko se dirigía a su automóvil. Observó sus propias manos... Con esas mismas manos estuvo a punto de estrangular el dócil cuello de cisne que se le había presentado...
Él realmente no había cambiado nada. Creyó que el calor y la luz del sol ayudarían a su desolado ser pero no era verdad. ¡Seguía siendo un horrible y retorcido Rey de los Goblins!


Había regresado al inicio, ya que seguía estando sucio y manchado. No sabía porqué se había acercado al sol si era tan indigno de él...
Apretó sus puños y respiró profundo... Nada cambiaría su forma de ser... Nunca dejaría de ser ese bastardo que mostraría el horrible amor con el que fue criado a todos los que le rodeaban.



--Oye...



La vocecita femenina lo sacó de ese momento de oscuridad y autocompasión. De sentirse terriblemente miserable. Pero esa imagen frente a él le irradió confusión al principio. La tonta mujer había colocado algo tan rápido que le costó enfocar y cuando por fin pudo acoplar sus ojos sintió un latido tan fuerte atravesarle todo el cuerpo.


La luz de la luna hacía reflejo hermoso de la luna y el sol unidas en un hermoso eclipse. El cielo oscuro y lleno de estrellas. Un arte que no se podría ver en las skateboards de ahora llenas de puro arte urbano. Algo Que había sido hecho con tanto cariño para él...


Los puños apretados se disolvieron y las manos temblorosas tomaron aquella tabla. Por reflejo o quizás simple temor la rodeó ahora con sus brazos y la estrujó en su pecho como la primera vez que le fue otorgada. Tan cálida, tan hermosa... Sentía de nuevo la necesidad de pedir expiación de forma desesperada. Recuerdos de cómo comenzó todo este camino de espinas inundaron su mente. Un pelirrojo amable que lo sacó por unos momentos del infierno en ese parque tan solitario donde estaba practicando con su patineta mientras él daba paso a paso hacia el averno.


Ahora entendía perfectamente las palabras de Tadashi.

"Debe encontrar su propio camino para salir. Es cierto que alguien podrá guiarte, pero la decisión de salir es sólo suya."



Sus ojos tenían nuevamente ese destello rosa. Aún no todo estaba perdido... O eso quería pensar.


Notó a la joven que estaba de pie frente a él con el mismo destello rosado, puro e inocente. Contemplaba con curiosidad aquella tabla, como si le trajera de igual forma dulces recuerdos a ella misma. Sólo pudo reír en el interior. Después de todo, quizás un doppelganger no era una crónica de muerte anunciada.

Su corazón se sentía tibio, aliviado. Nadie lo orilló a tomar la decisión, era algo que a él le había nacido desde lo más profundo de su ser. Guiado por el calor y la luz de la amabilidad de Reki, de aquel a quien quería más que a nada en ese mundo. Pero ahora él estaba dando pasos por su propia voluntad para escapar de aquel enredado laberinto de altas murallas, de acertijos y magia. Todo para protegerse.



Era la hora de entender y de brindar aquella lección de cariño.



--Señorita Aiko...



Algo que le transmitieron desde que era muy pequeño. Una esperanza para alguien que la había perdido, que caminaba perdido en la oscuridad. Tadashi, Langa...
Un rayo de sol.

Algo que ya no lo haría ese niño aterrado por dentro, con una sonrisa por fuera. Estaba bien sufrir y llorar, derramar lágrimas y expresarte. Porque nadie era perfecto, no eran personajes de alguna película o serie.

Extendió aquella patineta que retrataba un hermoso eclipse hacia aquella joven quien sólo abrió los ojos muy grandes. Estaba sorprendida. El gesto de orgullo en su rostro pareció desvanecerse. Porque aunque Ainosuke no lo sabía, las Skateboards también eran algo preciado para Aiko. Rrepresentaban a aquella chica que sin dudarlo se arrojó contra ella para evitar que el cisne perdiese todo en el acantilado frente al océano.



--¿Quieres intentarlo?



Ver el mismo gesto que él hizo de niño y de adulto en ese beef hizo que miles de emociones estallaran en su interior. Pasar la antorcha, un mensaje precioso que hasta apenas podía entender completamente y la satisfacción de ver a la joven de manos delicadas tomar aquella patineta con el mayor de los cuidados.



--¿Crees que pueda hacerlo con los tacones puestos?



Ello causó la risa entre ambos, como un par de niños llenos de marcas rojizas que con sólo un objeto pudieron sentir la felicidad nuevamente adentrarse en sus vidas. La pureza y el calor de dos soles de bellos cabellos rojizos que alumbraban aquel reino de oscuridad que habían forjado en sus corazones.



--Creo que te verás maravillosa, una reina cisne deslizándose en una skateboard.



Alejados de aquellas mujeres que los habían dañado tanto, una sinfonía nocturna que parecía escucharse entre los grillos. Los deslices, las caídas. El sonido de las ruedas en esa piscina vacía desde hace ya tantos años. Una mano tendida y unos tacones rojos deslizándose. Sin tener miedo del día siguiente. Dos partes de una luna que no quería perder la esperanza todavía.


La noche pasó demasiado rápido y de todas maneras Aiko seguía viéndose terriblemente hermosa. Su corazón no podía detener su latido, el brillo reinaba en sus ojos de rubí y estaba más decidida que nunca. Ainosuke le había enseñado algo maravilloso y ella no estaría dispuesta a dejar que unas mujeres decidieran sobre sus vidas nunca jamás. Regresaría a él lo que le había dado en esa noche de concierto nocturno bajo la luz de las estrellas.


Esa mañana dejó la mansión Shindo y a un Ainosuke profundamente dormido. Alistó todo y tomó la hoja que Takako le había proporcionado. Una sonrisa se trazó en sus labios carmesí. No tenía tiempo que perder...



Una noche horrible donde a su visión de ver las cosas fue demasiado oscura incluso para él. No podía evitar pensar en esa mujer y en cómo tomaba la mano de Ainosuke frente a todos. Enfocándose en que la cámara de televisión grabase a la perfección tal escena. Mensajes sin responder por parte de Langa quien estaba preocupado al decir que lo veía cómo descendía nuevamente al abismo. ¿Quién se creía? ¡El no era perfecto! Y estaba cansado de que pensaran que lo era. Un sol resplandeciente rebosante de calor y luz, pero si te acercas demasiado las llamaradas quemarán todo lo que creías que era dulce y noble.


Al demonio si creían que él siempre tendría que ser una dulzura. Era humano maldita sea.. Y ahora sentía que ardía en celos y decepción. El amor puede verse de varias maneras y para Reki ahora era un ardor en el estómago que no podía terminar de entender.


En su patineta, tomó el camino contrario para no tener que encarar a Langa. Quizás lo intentaría una vez más. Ya estaba harto de escuchar el tono que le recordaba que el usuario al que estaba intentando contactar no estaba disponible, cansado de esperar por las tardes a que abrieran esa oficina donde se torturaba diario viendo carteles con esa sonrisa que hacía que su corazón rebosara de tristeza... Y cariño.


Ahora entendía porqué el amor podía ser tan desigual, tan intenso.
Tan perdido estaba que no notó cómo un automóvil le cerró el paso y se impactó contra él. La patineta salió volando y él quedó vilmente tirado a un lado... Su día realmente iba a ser terrible ¿No era asi?


A través del vidrio observó unos ojos verdes y tranquilos... ¿Snake? No... Era una mujer, aunque sentía la misma vibra de aquel quien era secretario personal de Ainosuke.

Se puso en pie y sacudió sus ropas. Tomó su patineta y un sonido de tacones lo hizo reaccionar y regresarlo al mundo real. El fuego recorrió todo su ser al notar la silueta que estaba bajando del lujoso auto y encarándole. La sonrisa descarada, los cabellos azules largos meciéndose con el viento y unas gafas de sol oscuras que revelaron unos ojos carmesí que lo analizaban de arriba abajo.


Era ella.. Esa mujer que estaba en la entrevista...



--Reki Kyan. ¿No es así? Fue bastante difícil dar contigo, más cuando optaste por cambiar de camino justo el día de hoy...



El sol apretó los puños. Estaba molesto de verla, de recordar que ella era la prometida de Ainosuke... De aquel hombre que al principio odió al que le tuvo el mayor terror de su vida y de quien se había enamorado estúpidamente. Con quien había danzado bajo las estrellas, sido testigo de sus más oscuros secretos y de quien le había roto el corazón dejándolo hundido en la miseria.



--¿Quieres que te lleve a la escuela? O mejor... ¿Me darías el gusto de acompañarme durante todo este día?



No tenía otra opción ante la mujer misteriosa que lo había acorralado. Similar a Adam, pues había llegado de forma tan brusca que no le dio ni oportunidad a reaccionar. Era peligrosa.
No dijo nada más y decidió entrar en el automóvil. Se hizo a un lago pegándose al otro extremo con un gesto serio... Pudo notarse en el retrovisor, tenía esa misma cara patética como cuando tuvo el conflicto con Langa. Oh, había olvidado su bandana nuevamente...
Pensar que podía hundirse de esa manera por no sentirse lo suficiente.. Por tener el corazón roto y su amor siendo tan imposible de varias maneras. Lo social, el poder político, la carrera de Ainosuke... El miedo que le tenía a Adam...

No poder con tantas emociones y destruir al hombre que ya estaba más que herido.

Una mano blanca se movió frente a él llamando su atención por completo, mano que pasó a tocar sus rojizos cabellos con el mayor cuidado y delicadeza, algo que Reki no podía entender por más que quisiera. Sin saber que para Aiko eso sería lo más cerca que tenía de tocar a su propio sol personal. Los suaves cabellos de la pelirroja que le había robado el corazón.


Pero él se alejó de golpe. Quería respuestas... Quería saber de Ainosuke...



--¿Qué es lo que quieres de mí? Ni sé por qué subí a tu auto. No te conozco.



Un tono a la defensiva pero parecía un animal herido clamando por compasión, cosa que provocó que Aiko intentara contener su risita. ¿No la conocía? Ella sabía que sí. Podía notar esa mirada de desprecio hacia ella. Los recuerdos de esa pista y Ainosuke con el traje de torero despidiéndose de aquel joven. ¿Acaso el pelirrojo también tenía sentimientos hacia él? Podía verlo bien. Quizás los había visto en ese noticiero donde anunciaron su compromiso... Por eso había accedido a subir junto a ella.


Takako manejaba con la mayor calma del mundo mientras veía por el retrovisor. No perdonaría ningún acto impulsivo hacia su querida amiga... Mas Aiko pareció calmarla... En cierta forma sabía que Reki no le haría daño... Era tan similar a su querida Rei... Y ahora ella podría iniciar ese ballet con todos los personajes puestos a disposición.



--Sí que me conoces querido... No nos hagamos los tontos. No te preocupes, mis intenciones no son malas.



Aiko se inclinó de a pocos y apoyó su suave cuerpo en el de Reki el cual quedó inmóvil como una presa paralizado por el veneno de la serpiente. Podía sentir el pecho apretándose, el color invadió sus mejillas. Y tenerla con el rostro tan cerca.. Esos ojos color de rubí que parecían hundirlo aún más en su miseria.



--Ainosuke... -- Fue el nombre que pronunció con dolor. No eran los ojos de su amado, pero... La simple idea lo consolaba en cierta forma. --¿Porqué?



Era la respuesta que la mujer esperaba. No lo liberó de su hechizo y pasó sus manos ahora por el rostro del joven delineándolo. Ver los cabellos rojos y desaliñados le dio a ella una paz terriblemente buena. Podía ser una adicción.



--Mi querido... Uno no puede hacer la magia por sí mismo. Necesitas a un hada madrina.



Se relajó y retomó su asiento cruzando la pierna. Ese gesto serio, elegante. Una sonrisa noble y cómplice que terminó por aturdir al menor que estaba a su lado.



--Esta noche... Yo misma me encargaré de reunirte con Ainosuke...

Arte de pixiv: Referencias a la película "Labyrinth"
Referencias al ballet: El lago de los cisnes
Secret Garden - Nocturne

Arte de pixiv:  Referencias a la película "Labyrinth" Referencias al ballet: El lago de los cisnes Secret Garden - Nocturne

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As the world falls down || SK8 the Infinity || AdarekiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora