🌹🌺8.- El sueño de Cenicienta🌹🌺

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Hace muchos años había una joven bañada en cenizas que soñaba con ir al baile de palacio...



Reki sólo pudo reflejar la sorpresa en su rostro. No entendía para nada a aquella excéntrica. Definitivamente era igual a Ainosuke en su faceta de Adam. Podía decirse que ahora sí tenía miedo de ella y honesto arrepentimiento de subirse al automóvil de una desconocida sólo empujado por los celos tan intensos que tenía hacia ella.



--Pasar el día contigo.. ¿Qué es eso de hada madrina? Esto no es un cuento de hadas pero... En verdad... ¿Podré ver a Ainosuke?




Hasta Aiko tuvo que calmar su risa malvada al ver ese gesto tan desesperado en el pelirrojo... Realmente Ainosuke era un imbécil... ¿Cómo pudo dejarlo simplemente así? O...
Tal vez él no sabía cómo se sentía Reki...
Eran un par de tarados a su punto de vista. Y ahora ella tenía demasiado trabajo que hacer...



--Sí. Haré que te reunas con él esta noche en ese patio de juegos tan particular que posee... Pero, tendremos que hacer los preparativos necesarios. Takako querida, vamos directo con el sastre.



La joven de cabellos oscuros asintió y dirigió el costoso automóvil hacia el centro de la ciudad ante un confundido pelirrojo que no entendía nada de lo que estaba sucediendo. ¿Visitar a un sastre en qué le ayudaría para reunirse con Ainosuke?



--¿Qué acaso no sabes lo que un hada madrina hace querido? Te proporcionaré un carruaje, caballos... Un vestido hermoso y por qué no... Tu camino será guiado por el cristal.



Semáforos en verde, una vialidad sin tráfico, como si realmente aquella mujer poseyera poderes mágicos.. No Reki ¿En qué demonios estás pensando? Esto no era por la magia o cualquier cosa extraña de ese tipo... Pero no conocía las verdaderas intenciones de la mujer que parecía realmente emocionada al respecto...


Se puso serio como nunca jamás lo hizo en todos estos años de vida... Ahora sí tenía intenciones de ser honesto con sus sentimientos y ponerla a prueba. Observar a la chica y su reacción... En ese momento la broma acabaría... O eso pensaba.



--Ainosuke me gusta... -- Pudo notar que la chica de cabellos azules se puso tensa. – De una forma romántica. ¿Enserio está bien que hagas que tu futuro esposo se reúna con un joven que no lo ve como un amigo?



Una pregunta que habría puesto en jaque a una prometida enamorada... O eso pensaba el pequeño sol hasta que la seriedad del asunto se marchó bastante lejos por la risa jovial que se dejó escuchar en el automóvil. Una pequeña, luego fue ascendiendo a tal grado que Aiko no pudo hacer más que agarrarse el estómago. Takako estacionó el vehículo frente a la tienda del sastre y esperó en silencio.



--¡Eso ya lo sé! Es algo que puede verse a miles de metros a la distancia. Tu hada madrina preparará todo. Ahora sé un buen chico y baja junto a Takako. El joven que te atenderá es de mi entera confianza. Algo lunático pero brillante y podrá tenerlo todo a tiempo para esta noche.



No tenía otra opción más que seguir en ese juego tan raro al que había decidido entrar por voluntad propia. Pero era algo, ya que hasta incluso su propia energía pareció recorrerle el cuerpo. Sólo pensar que podría ver a Ainosuke le llenaba de alegría, de tristeza... De miedo y de amor... Tantas emociones que no sabía cuál de todas ellas era la que más dominaba... Su corazón se sentía tan vivo y mandaba sangre a todo su ser, reanimándole, haciéndole pensar que ese momento de oscuridad había quedado en el pasado...
Más una duda terrible llegó a su mente... ¿Y si su afecto era rechazado por Ainosuke?


Recordar cuando le reveló que él y Adam fueron la misma persona le hizo tener escalofríos. La persona que admiró durante tanto tiempo, luego quien le dejó marcas imborrables y un terror absurdo... ¡Sentía terror del sujeto! No podía ni pensar en él y sentirse realmente aterrado...

Pero luego lo conoció como Ainosuke y se había quedado perdido por él...

Marcas como las que le dejó en esa pista de S él las tenía tatuadas en sus brazos. Temblando como un niño pequeño, esa noche en que lo acogió en sus brazos y notó el calor húmedo que bañaba su camisa del uniforme. Las sonrojadas mejillas, el cuerpo tan grande y fuerte temblando sin poder detenerse.
Mientras acariciaba los cabellos azules esperó pacientemente. Adam, a quien consideraban un genio, quien era un rey sádico de la S, el que lo había dejado noqueado y herido estaba durmiendo plácidamente en sus brazos después de llorar a mares por un buen lapso de tiempo.



Sabía que no tenía otra alternativa que encarar aquello y que no podría huir de la mujer de cabellos azules. Al menos por ese día...



Dejó su mochila y su patineta dentro de aquel auto lujoso y obediente salió del mismo cerrando la puerta y siguiendo a la mujer que casi lo arrolla. Detrás de ella la analizó a profundidad. Realmente era idéntica a Snake con los cabellos negros, el misterioso lunar y esos ojos verdes tan fríos como el hielo mismo.
Seguía sin comprender qué podría hacer un sastre para llegar hacia donde Ainosuke se escondía de él... Pero no iba a cuestionar mucho, a veces la respuesta está en lo que menos imaginas.

Atravesaron la puerta y pudo notar mejor a aquella conductora al servicio de la mujer sádica. Traía una bolsa en los brazos... No estaba tan perdido en esas cosas o al menos eso pensaba. Era un portatraje...



En unos instantes bajaría del automóvil... Observó por la ventana y vió con satisfacción como su querida Takako guiaba al pelirrojo adentro del establecimiento y llevaba su "encargo"
Esta noche sería maravillosa y confiaba en aquel excéntrico estudiante de modas quien había vuelto realidad sus más complejos atuendos tanto como Odette y Odile y demás fantasías.

Sabía que su impulsividad lo haría terminar a tiempo. Era de mañana todavía después de todo.

La mano blanca hurgó en su propio Smartphone enfocándose en cierto contacto. Pulsó la tecla y colocó el altavoz. No tenía intenciones de perder el tiempo, no por ese día.
El tono de la llamada la irritó un poco, odiaba que fueran lentos al responder, hasta que una voz falsamente amable la recibió del otro lado.



--Supongo que deberías desearle a tu prometida un hermoso día. ¿No lo crees... Ainosuke?



Supuso que estaría en el congreso, rodeado de todos los políticos falsos e hipócritas. Él no era la excepción y podía sentirlo en ese tono de voz cantarino y amable. ¿Estaría con una sonrisa increíblemente fingida mientras tenía el teléfono en la oreja? Pagaría bastante dinero por ver algo así de horrendo.
No dejó que tomara la palabra, sería una molestia.



--¿Sería egoísta pedirle a mi futuro esposo un favor? Esta noche, quiero que me enseñes a patinar en tu peculiar patio de recreo. Sólo los dos. No quiero a nadie más... Bueno, tal vez a Takako y a Kikuchi. Te mandaré la ropa adecuada para nuestra adorable cita~ . Sé que podrás hacerlo... Te veré esta noche "cariño"



Aquella llamada fue cortada con un rápido movimiento de su dedo antes de que a Ainosuke se le cayera su máscara y la enviase a lo más profundo del infierno. Pero sabía que lo haría... Después de todo, si ella llegase a aquel sitio todos la identificarían con la prometida del político más joven de Okinawa... Y la asociarían con alguien de S.... Él no tenía escapatoria alguna...


Una sonrisa se trazó en sus labios cuidadosamente pintados de carmín. Todo marchaba a la perfección. Sabía que había arrastrado al hombre a hacer lo que ella deseara... La pista de baile estaría siendo preparada quizás en unos pocos segundos del término de su llamada telefónica.


Salió del auto e ingresó al local donde se unió con Takako. El portatrajes había sido entregado. Otra de sus pequeñas travesuras mientras Ainosuke dormía profundamente. No iba a medirlo y a ser descubierta. ¿No era así?


El dueño del local, un sastre especializado en alta costura sólo podía suspirar con cansancio mientras cosía cuidadosamente un par de botones de plata en la manga de un saco precioso y fino. Los gritos que provenían del vestidor eran ya su pan de cada día desde que aquel chico enérgico llegase a su taller... No, había tenido peores experiencias. Jamás borraría de su mente la vez que un joven llegó con un extravagante traje rojo de torero, empapado por la lluvia y además cubierto de lodo quien le pidió explícitamente un traje para su propio funeral. Sólo de recordarlo los escalofríos le invadían. Los ojos rojos que parecían traspasar la máscara relucían a la luz de los rayos.


Esa vez también este chico excéntrico le había salvado al hacer un diseño tan extravagante que para su sorpresa había fascinado a ese raro cliente y los preparativos fueron a contrarreloj...



--¡No me quitaré la camiseta para que me tomes medidas!



La voz de Reki resonaba en todo el local acompañado de unas risitas y una voz animosa que le pedía que estuviese quieto y que si cooperaba todo sería más rápido. Después de todo el tiempo estaba encima de ellos, como la arena pasando grano a grano al otro lado del reloj.


Una cinta métrica fría que pasaba rozándole la piel. Estiró los brazos y permaneció firme mientras aguantaba la respiración. Doblar los brazos levemente en un fino ángulo, tener su mano en un puño. Cosas con las que estaba un poco familiarizado. Después de todo en el mundo del skate igual hay moda urbana. Él diseñaba su propias prendas pero verlo desde ese punto de vista era... Increíble. ¿Cómo lograría este joven plasmar sus ideas u organizarlas para crear algo? Eso de verdad lo intrigaba, una curiosidad que había desaparecido en esos días de oscuridad. Un destello que volvió a sus ojos sólo con la simple idea de saber que vería a Ainosuke.

Unas palmaditas gentiles en su hombro que le indicaron el final de aquello lo hicieron reaccionar y se colocó nuevamente sus prendas para salir del vestidor. Jaló la cortina y se dirigió con la sádica de ojos rojos... La observó a profundidad, no la entendía del todo. Pero había algo que le invitaba que sería mejor no saber nada y dejarse llevar...

Las experiencias del pasado dolorosas, tristes... El amor que parecía dolerle a cada instante, pero, reinando sobre todo ello estaban los buenos momentos.


Los deslices torpes de Ainosuke, su risa tan honesta saliendo con fuerza y contagiándolo a él de igual manera. ¿No por eso hacía las cosas? Su respuesta seguiría siendo la misma sin importar el dolor, el amor no correspondido.
Porque era divertido. Incluso esta experiencia con la prometida del hombre al que adoraba podría serlo...

El laberinto hundido en la oscuridad pareció deslumbrar nuevamente con los rayos del sol. La dulce sonrisa del hombre de ojos de rubí y el cabello decorado con estrellas que le había robado todo apareció en su mente y Reki pareció retomar el rumbo y recordar su objetivo. ¡Maldita sea, iba a llegar hasta el centro! Encarar al rey de los Goblins y...

Salir juntos de aquel sitio donde no permitiría que se escondiese bajo sus alas nunca jamás.


Una imagen que Takako tenía en su celular fue mostrada a Reki el cual pareció reafirmar su decisión. No había nada mejor para emprender esta búsqueda, esta vez siendo una heroína que salvaría al villano. No dejaría que hubiera roles. Nadie era perfecto.
Todos tenemos virtudes y defectos y el camino de la expiación debe ser recorrido de la misma manera. Así como él mismo tuvo que avanzar a pasos dolorosos para recuperar su confianza y su amistad. ¿Por qué no podía tenderle una mano a un hombre lastimado?


La luz resplandecía en sus ojos mientras asentía enérgicamente a la asistente, quien le mostró aquello tanto al sastre como al diseñador de modas. Los ojos azules del antes mencionado parecieron irradiar una energía que era increíble.


--Sé que lograrás hacerlo, Yu. – La voz elegante y fina de Aiko se hizo resaltar mientras nombraba al joven diseñador. –No es muy humano pedírtelo para esta noche, pero, este baile no puede ser cancelado. En el traje que te entregó mi amiga... ¿Es posible obtener las medidas perfectas para el otro atuendo?


El sonido de los pies afanosos moviéndose de un lado a otro en el taller. Rollos de tela de tactos diversos fueron delicadamente colocados. Era un hermoso contraste, el tono oscuro y el blanco puro haciendo una unión que parecía imposible, pero ideal para un baile bajo las estrellas y uniéndose con el cosmo. Reki no podía dejar de observar maravillado todo el proceso del diseñador que parecía una máquina de inspiración y movimientos rápidos. Finos y preciosos encajes, piedras que reflejaban mil colores. Incluso el sastre parecía asombrado. Sólo pudo reír y empezar a ayudar, tenían bastante trabajo y conociendo las marchas forzadas del oficio, sabía que podrían entregar un gran resultado en tiempo récord.



--¡Estará hermoso y perfecto mi estimada señorita Aiko! Puedo obtener las medidas que necesito del traje que me proporcionó. Haremos un trabajo digno de los más bellos halagos.




Era el momento en el que debía salir del edificio para buscar algo que desayunar. Usualmente no era preocupado de su dieta, pero Tadashi le suplicaba comer aunque fuera una bola de arroz. La charla acerca de que el cigarro no podía ser considerado una comida lo cansaba en ocasiones.

Ainosuke dejó aquella máscara simpática mientras atravesaba el edificio. La volvía a usar cuando lo saludaban algunas mujeres. Todos ellos eran falsos y patéticos justo como él mismo.
Y ahora había renunciado a todo... ¿Porqué? Ni él mismo lo entendía.

Había prometido pintar sus mañanas de dorado, hacer memorables y preciosos sus días. Todo el año sería un eterno San Valentín. Un amor precioso que tuvo la fortuna de conocer en esta etapa de su vida.
Cuando estaba dispuesto a despedirse de la misma.


La gente pareció disminuir y el eco de sus zapatos aumentó haciéndole compañía en ese pasillo solitario. Tantas promesas, deslumbrado por un hermoso sol que abrió su corazón a alguien tan cruel como él.

Se detuvo en seco mientras la respuesta llegó a su mente de golpe... Lo sabía desde el principio, sólo que siempre se negó a admitirlo.
Se había alejado... Por amor.


Así como Jareth miraba por la ventana convertido en una lechuza blanca a Sarah, quien festejaba con sus amigos el salir de ese laberinto. Extendió sus alas y emprendió el vuelo de regreso a su reino encantado.


Él sólo podría ser testigo a lo lejos de la felicidad verdadera de Reki y velaría por la misma. Mientras en su corazón, en su laberinto personal sus más bellas memorias estarían danzando por la eternidad. Un toque de manos, un abrazo dulce y las risas bajo la luz de las estrellas.


Un mensaje de su celular, sentirlo removerse en su bolsillo era molesto. Abrió el mismo y suspiró aliviado. Tadashi había alistado todo para esa exótica sesión de aprendizaje. Habían notificado a todos que S no estaría abierta para nadie esa noche. Incluso habría poca seguridad en los extremos alejados para asegurarse de que nadie ingresaría al lugar. El secretario en persona estaría dando rondas por el sitio...


¿Qué tramaba aquella mujer?



Las horas pasaron para ambos en una mezcla extraña de trabajo, sesiones de práctica de ballet, compras caprichosas, bolas de arroz. Sentimientos que a lo lejos parecieron sincronizarse. Unos mensajes dedicados a Langa y a su familia para que no se preocupasen. Una mentira en una llamada telefónica diciendo que llevaría a cenar a su prometida. Un sol y una luna que parecían alejarse y acercarse en ese anaranjado atardecer siendo los amantes imposibles que jamás podrían estar juntos pero dejaban marca de su amor en el cielo y en las deslumbrantes estrellas que decoraban aquel manto de oscuridad.


Recordándoles a ambos la esperanza.



--Señor Ainosuke... Ha llegado esto para usted. Se lo ha mandado la señorita Aiko.



Dentro de una oficina a oscuras que no había sido abierta en días un portatrajes fue abierto. Aunque sólo entraba la luz de la luna incluso para él fue deslumbrante cuando bajó el cierre y fue recibido por resplandores de mil colores. Las piedras delicadamente bordadas parecían recibir la poca luz con agradecimiento y mostraban lo mejor de ellas mismas. El tacto suave de la tela le hizo tener miles de sensaciones.


Esta ropa... Él la reconocía bastante bien.


Ellos ya estaban más que listos y preparados. Takako pudo confirmar mediante una ronda a la zona que estaba despejada. Nadie había asistido aquella noche y manejó el auto para llevarlo al punto acordado.


El pelirrojo estaba tremendamente nervioso. No sabía cómo sentirse, nuevamente un torbellino de emociones diversas parecía querer ahogarlo en un vaso de agua. No sabía que hacer cuando Ainosuke lo viera... Y menos si podría llegar a lo más profundo del laberinto para ser honesto con sus sentimientos de una vez por todas.

Un tacto suave en su cara lo hizo regresar al mundo real. Era Aiko, la cual acomodó con el mayor de los cuidados, como una dulce hermana mayor un tocado exquisito. Perlas amarillas, plumas blancas. Un hermoso decorado con raíces de cristal y una enorme y roja flor de hibisco que decoraba la bandana con bordados dorados que tenía. Incluso un pequeño prendedor de spannergon ponía todo su esfuerzo en adherirse a la tela.



--Todo estará bien pequeño Reki. Sólo... Sé tú mismo, como siempre lo has sido.



"Una carroza elegante, cocheros y caballos dignos de la realeza. Un precioso vestido que hacía lucir a Cenicienta como la más hermosa con detalles bordados en oro y plata.
Más le advirtió el hada madrina que el encanto sólo duraría hasta la media noche. Haciéndola consciente de aquello, entregó a la joven un par de hermosas zapatillas de cristal y bendiciendo su camino vió cómo se dirigía a su destino."


Ser él mismo... Él quien ahora iba voluntariamente a encerrarse en una mágica esfera de cristal para buscar bailar durante toda la noche con el Rey de los Goblins.



--¿Porqué haces todo esto por mí?



No siempre llega un hada madrina a arreglar un poco del caos. La magia no arregla nada de forma automática, pero, este conjuro mágico hecho por la malvada Odile le había dado una oportunidad. Un encanto realista lleno de defectos, de fallas y de probabilidades positivas.


La doncella cisne sólo pudo tomar aire. Takako le tendió un maletín el cual fue entregado al sol pelirrojo. Una patineta transparente pero funcional se hizo presente a sus ojos dejándolo embelesado. En verdad parecía el protagonista de un cuento de hadas.



--Todos merecemos una segunda oportunidad ¿No es así? Tu carruaje estará aquí esperando... Así que ve y reúnete con él...



Los mismos ojos vacíos y sin brillo. Recordó cuando observaba el cartel que se había robado hace tiempo. Lo primero que le llamó la atención de Ainosuke fue esa mirada sin vida... Igual como su prometida. No... Aunque pareciese un abismo, podía notar algo de calor en los mismos. Como si un pequeño rayo de sol quisiera escapar de ahí.

La sonrisa que no había aparecido en tanto tiempo reapareció, dejando cautivada a la misma Aiko. Esta era la esperanza de Ainosuke, su camino de redención... Si él podía hacerlo, entonces ella... ¿Podría tener esperanza con Rei?


Unos golpecitos en su hombro la hicieron sacudirse y eso provocó la risa del pelirrojo. Un Reki Kyan había renacido. Y no siendo perfecto. ¡Seguía teniendo defectos y virtudes! Pero seguiría viviendo intensamente.



--¡Tú también mereces lo mejor en la vida, querida hada madrina!



Viéndolo bajar del auto con ese desdén, con la alegría. Verlo correr hacia el punto con ese deslumbrante blanco. Realmente ambos eran un par de idiotas tal para cual...
Y esas palabras le habían infundido verdadera paz.



--Vayamos al otro extremo, querida Takako.


Mientras decía aquello, tecleaba un mensaje en su teléfono el cual fue enviado de inmediato. Una petición de ella para su sol personal, a ese sol que le daba calor mientras nadaba en el lago de los cisnes.



Ainosuke llegó al punto acordado. Era cierto que la ropa era algo diferente a su estilo usual. Peor le agradaba, sentía que iba acorde a su naturaleza. Un verdadero Rey de los Goblins en una pista de baile mágica. Más no veía a la señorita que lo había citado tan insistente para una peculiar lección.

Unos pasos y se detuvo al verlo de espalda. Era inconfundible y el objetivo de su mirar fue dándose la vuelta lentamente.
Resplandeciente, telas blancas y puras. Las piedras amarillas que resaltaban. Los ojos de ámbar que parecían querer derretirse y derramar lágrimas finas. Una canción que sonaba de fondo dedicada sólo a ellos dos.


Las palabras estuvieron ausentes mientras la melodía del vals resonaba en sus mentes y corazones, cantando promesas que no habían podido ser cumplidas. Por amor, por ignorancia. Un sentimiento igual de doloroso y hermoso que parecía arrastrar a ambos hacia su pista de baile particular y no tardaron sus cuerpos en revelar lo que tanto anhelaban.
Una esfera mágica creada y el universo cerrándose sólo para ellos dos. Las patinetas deslizándose y acercándose para anclarse. Ainosuke no traía máscara, era él tal cual. El cabello azul despeinado y con brillos, un rey de los astros que pudo nuevamente bajar las estrellas y marcar el camino mientras se deslizaban por el sendero que tan bien conocían.
Porque aunque el mundo cayese a su alrededor, ellos estarían ahí.
No podían dejar de verse a los ojos, de sujetarse tanto con temor como con infinito cariño. No era una despedida brusca como aquella vez.
Porque colocaría el cielo en sus ojos.


Ropas blancas, ropas oscuras. Un baile de ambos resonando suavemente siendo tal cual eran. Una noche llena de magia sin un reloj que destruyese el encanto a media noche.
Porque ahora estaban en un camino de estrellas y galaxias.



--Lo siento tanto... Soy un idiota.



Las palabras adoloridas de Ainosuke resonaron en ese mágico instante. Su mano sujetaba con tanto cuidado la ajena mientras bajaban rumbo a la zona abandonada donde concluían las carreras de S. Tanto tiempo anheló para poder decirle aquello sin una máscara, siendo él mismo. Sin fingir, sin sentir temor de que el sol se alejara.


Pero esa sonrisa enorme y blanca como la luna lo hizo recordar el sentimiento tan noble que estaba en ambos corazones.



--Realmente ¡Eres todo un caso, Ainosuke!



Una pequeña risa mientras sus manos se enlazaban una vez más como aquel comienzo. Cuando compartieron algo verdadero en esa pista de patinaje. Una tras otra, ahora ambos parecía sonreír y entregarse a esa risa descontrolada. ¡Esta noche era mágica! Todo sería olvidado por ese pequeño instante...



--¡Te reto, Adam!



El sol resplandeciente muy a su pesar terminó con ese enlace y tomó velocidad en la pista. El traje blanco no le impidió acelerar rápidamente y por segundos volteó a ver al hombre que tanto quería, por quien su corazón latía con tanta fuerza... Y a quien no dejaría solo en ese sendero de espinas.


Un reto que fue aceptado entre risas y un impulso de la skateboard bajo el hermoso cielo estrellado.


🌹🌺 Dibujo hecho por un servidor 🌹🌺

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⏰ Última actualización: Jun 26, 2023 ⏰

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