🦢☀️6.5. Las lágrimas de Odette🦢☀️

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ADVERTENCIA:Este capítulo trata algunos temas fuertes. Se recomienda discreción. Si te sientes en este tipo de situaciones, no estás sol@. Apóyate con amigos y familiares y busca ayuda profesional.



"Justo ahora, estoy a punto de arrojarme al acantilado, como la princesa cisne lo hizo una vez..."

La vista del mar era preciosa... El sol que apenas estaba saliendo deslumbraba de a poco sus ojos. Estaban hinchados de tanto llorar sin poder detenerse. Los zapatos rojos descansaban a su lado y estiraba sus piernas que se balanceaban en el vacío.


Abajo había rocas. Sentada en el borde del acantilado como estaba, se balanceaba de a pocos. Había elegido la ropa que más le gustaba para su partida. Aunque era una lástima. Se había maquillado tan bien... Su cara acabaría destrozada al impactar cuando saltara.


Sigfried no existió jamás en su vida. Ni lo haría. Ningún príncipe adorable que haría de todo para quitarle el hechizo al que estaba confinada.


Quizás y a esta hora seguiría recostada, esperando a que su asistente entrara para leerle el itinerario del día.

Y todo había cambiado la noche anterior.


En el estudio donde solía ensayar, no paraba hasta acabar realmente agotada. Y es que ella no era cualquier persona. Era Aiko, la famosa bailarina de ballet a nivel internacional, quien era llamada tras bastidores "La princesa cisne". Y es que en sus representaciones mundiales, su interpretación de la tragedia de Odette había robado corazones y cautivado a las personas.


Pero no importaba cuánto se esforzara o trabajara duro. Nunca llegaría a los talones de quien fuese su madre. Una artista de culto a quienes las bailarinas rezaban para poder perfeccionar tal arte.
Siempre a los pies de su madre, a quien ella consideraba la verdadera Odette, ella no saldría de ser una impostora. Y así Odile poco a poco extendía sus alas negras bajo una carcasa blanca.


Una tragedia para las bellas artes fue cuando su madre partió de este mundo, y el infierno se convirtió en la casa para Aiko, siendo criada por sus tías, las cuales, forzaron ese bello y cruel camino en su adorable sobrina.


Dos, tres. Una mala postura, un nuevo golpe de la regla. Espalda recta, una pose con gracia. Mano mal colocada y sentir el ardor en la misma. Ir creciendo, perfeccionando el ballet. Sus pies cambiaron de forma al igual que ella misma y eso tampoco podía permitirse. ¡Pero no podía evitarlo! Vendaba su pecho entre lágrimas por no saber cómo evitar que creciera. No quería oír esos gritos.



"¡Una bailarina no tiene ese tipo de cuerpo indecente! Tan... Exhuberante y vulgar...



Todos los días se observaba en el espejo. Marcas rojas que nadie más que ella podía ver. Plasmadas en su pecho, sus piernas. Los pies. Poses perfectas, movimientos maravillosos de manos. ¡Vamos Odile! Tienes que engañar al príncipe que es el mundo entero y hacerle ver que tú ahora eres Odette... Aunque las plumas negras cubriesen todo y no hubiera evidencia del blanco puro.
Porque la oscuridad jamás logrará superar a la luz.


La noche anterior anunciaron su compromiso.

Un político de Okinawa que era mayor que ella por al menos 30 años. Buen apellido, acceso a una vida llena de lujos, todo sería maravilloso en su vida a la vista de sus tías. Un hombre respetable que podría llevarla por el camino de los lujos y riquezas que ella, como la reina que era se merecía. Joyas brillantes, cenas lujosas. Bailar en los más hermosos escenarios mundiales no se comparaba con ello.



"Estarás bien querida Aiko. El señor Takano te mantendrá viviendo como una princesa por el resto de tu vida. Podrás retirarte y dejar el mundo del baile con honores, antes de que sigas humillándote."



Las palabras de su tía hicieron eco en su cabeza mientras se ponía en pie. Sentía la arena en los pies y tomó aire profundamente. Si algo había aprendido bien a lo largo de los años es que su convicción era irrefutable. Si se había convertido en bailarina de ballet como su madre Ai, aunque fuera a la fuerza, ella lo haría mejor que nadie. Sonreír y fingir, siempre mostrando absoluta belleza y recato. ¡Siempre sería un cisne negro perfecto y hermoso! ¡Uno que perseguiría por siempre la imagen idealizada de la sublime Odette!


Tomó aire y cerró los ojos. Ah, la brisa era maravillosa en su piel, sus sentidos afloraron y las sensaciones viajaron por todo su cuerpo. ¿Casarse con un viejo corrupto? ¿Ser siempre una sombra? Ya no podía más con la idea... Sólo quería irse a un lugar tan lejano donde no la encontraran, donde vieran que estando hecha pedazos ya no podrían explotarla más. Que se jodan. Sus fiestas caras, té importado y finos juegos de cerámica eran pagados por ella. Por sus presentaciones mundiales de ballet... ¿Y aún así era un fracaso? ¿Y se atrevían a decidir por ella?


Una lágrima bajó por su mejilla. Era doloroso, pero no duraría mucho.


Ah, sus ojos rojizos como rubíes se dignaron a abrirse y contemplar por última vez aquel lugar. Su visión final era maravillosa y su cuerpo se llenó de calor. El cielo era color naranja y ella...
Estaba lista.




--Lo siento... Takako.




La única persona que quizás estaría buscándole sin parar ahora mismo. Su asistente y manager... Su mejor amiga durante tantos años. Usualmente la chica era inexpresiva pero, con ella se atrevía a mostrar más emociones y hasta calor. Imaginarse los ojos verdes ahogados en llanto era terrible...
Pero ya no podía más. ¡Lo intentó!
Más fue inútil...



--Sé que.. Nos volveremos a encontrar pronto.



Un balance de su cuerpo y apretó las manos. ¿Duraría mucho tiempo? La caída quizás sería eterna, el impacto dolería unos segundos, pero el alivio sería inmediato y se perdería como la sirenita, en la espuma del mar para siempre.
O eso pensaba...


Sintió el suelo y su espalda en el mismo. ¿Había caído al revés? ¿Por qué demonios aún estaba respirando? Muchas dudas llegaron a su mente mientras tomó el valor de abrir los ojos... Unos cabellos rojizos captaron su atención y cuando terminó de conectar todo notó que una chica pequeña estaba encima suyo, aferrándola para no dejarla escapar. Un sonido extraño se alejaba. ¿Una patineta?
Jamás pensó que una chica andaría en una cosa como aquella.



--¡¿En qué demonios estabas pensando?!



La voz de la menor alteró sus ideas, wow, esa si que era una vocecita molesta. Bastante alterada a su parecer.
Aquella chica se puso en pie y se sacudió la arena de sus prendas. Un uniforme escolar... Quizás estaría en la preparatoria. Era peculiar verle un pantalón corto asomándose por debajo de la falda. Bueno, tenía sentido, ya que no podría usar la patineta de no ser por la prenda. Su cabello rojo era cautivador brillando con los rayos del sol.


Aunque su expresión de enojo era... Un poco intimidante.



--Creo que conoces la respuesta. No veo sentido a que preguntes. ¿No es así?—Incluso hasta ella podía ser descarada. –¿Ahora, serías tan amable de dejar que prosiga con mi camino?



Después de todo había sido su decisión, la primera en toda su vida. Si no le iban a dejar vivir como deseaba, al menos quería irse a su modo.


Una mano tomó su brazo y la llevó casi jaloneando. Aiko era fuerte, alta. Sabía mucho de defensa personal. No tendría problema mandando a volar a la odiosa chica, pero algo la detuvo... Sus piernas temblaron con fuerza y apenas avanzó unos pasos cayó de rodillas.



--Es el miedo que hasta apenas está actuando. No creas que puedes tomar una decisión así sin que tu instinto de supervivencia reaccione. Ven, quizás no quieras ir a tu casa, pero te llevaré a la mía. No voy a dejarte sola.



Durante toda su vida fue tratada como una joven intocable. No amigos, no contactos. Una princesa encerrada en una torre hecha de diamantes, castigos duros y lujos. Nadie se le acercaba, aunque la vieran bañada en llanto por el ardor en sus brazos y piernas. Todos se hacían a un lado y era entendible. No querían sufrir lo que ella, odio y represalias por ser de clase inferior...
Pero ahora, una pelirroja que salió de la auténtica nada estaba ahí... Sosteniéndola y ofreciéndole ayuda. Nada de clases sociales estúpidas... Como si ella hubiese escalado la torre para ir a sacarla de ahí antes de arrojarse por la ventana y despedirse de todo.


Se tensó más al sentir su calor rodeándola. Unos brazos delgados que trataban de abarcarla, unos dedos que peinaron cuidadosamente sus cabellos y sobaron su espalda... ¿Qué era esto? Se sentía ahogada. El perfume tan suave que llegaba a su nariz era de ella. Su cuerpo se quebró y sus lágrimas no pudieron detenerse. ¡Ella podía hacer un océano entero, como el que tenía enfrente, hecho de puras lágrimas!


Se aferró con fuerza y su calor bañó el hombro de la adolescente. Incluso su voz, la cual siempre fue suave y dulce ahora alzaba desesperada sus tonos. La desesperación, la frustración. Odiaba seguir aquí, sentirse sola y utilizada como un juguete. El cisne negro derramaba lágrimas que jamás creyó que emanarían de ella. ¿Quién era la que la tomaba en sus brazos con tanto cariño sin conocerla?


Un largo rato pasó y ella calmó su llanto. Se sentía cansada. Temprano había llorado y sus ojos hinchados eran la prueba, pero ahora se sentía realmente aliviada. No era un milagro, claro. Su corazón aún tenía pesadas cadenas y todavía pensaba en no seguir en este mundo un minuto más... Pero este calor era realmente hermoso... Quería disfrutarlo un poco más.



--No estás sola. Siempre hay un camino guiado por la luz. —La de cabellos rojos dejó un beso en la frente de la otra persona y le dedicó una dulce y enorme sonrisa. –Mi nombre es Rei por cierto. ¡Ahora no podrás deshacerte de mí...! Em...



Realmente tenía demasiada energía ¿No era así? Se talló los ojos separándose un poco y observó a fijo a la adolescente. La enorme sonrisa, sus ojos reluciendo como el sol y la luz atravesando sus cabellos rojos.
Incluso hasta Odile podía deslumbrarse.



--Mi nombre es Aiko... Es un gusto conocerte, Rei.



Días y semanas pasaron desde aquel primer encuentro. Días maravillosos en los cuales, Aiko se la pasaba en el hogar de su querida amiga. Takako, puntualmente la llevaba al hogar al terminar sus prácticas de coreografía y pruebas de vestuario. Pronto tendría un evento grande y había aceptado la contraparte de su papel usual. Aunque siempre deleitaba multitudes con su rol de Odette, ahora sería la contraparte al tomar a Odile.


Y en este importante evento, del cual se había llevado las palabras de odio de sus tías y las marcas nuevamente se trazaron en su cuerpo.. Más no le importaba ahora.



--Aiko ¿Gustas más pastel?



La madre de Rei era dulce y cariñosa con ella. Amaba estar ahí y disfrutar lo que realmente era el calor maternal. Los lejanos recuerdos de su madre apartándola de golpe porque era una vergüenza quedaron atrás con el dulce tacto de aquella señora y esa peculiar familia, quienes la adoptaron como si nada. Incluso los hermanitos de Rei luego preguntaban por ella cuando por algún motivo no podía ir.


Antes no comía pastelillos o dulces de ese tipo. Las calorías eran importantes, aunque a veces sólo comiese una manzana y lechuga para todo el día. Sus tías usualmente la humillaban por su cuerpo, por estar pasada de peso y tener un volumen no adecuado para una señorita. Pero aquí era diferente con la madre de Rei.



--Me encantaría otra rebanada y... Vine para entregarle algo.



Estaba nerviosa mientras sostenía el sobre con las entradas. Un palco fue pedido a petición de ella para la familia que la había acogido con tanto cariño. Sentía las mejillas calientes ¿Qué era esto?


Extendió aquel sobre a Rei quien lo contempló asombrada. El mismo tenía decorados dorados y letra elegante.



--Tendré una presentación en el Teatro nacional de Okinawa.. Y me harían muy feliz si pudieran asistir.



Quizás su respuesta sería negativa... Estaba nerviosa, ¿Había sido algo exagerado pedirles aquello? Quizás debería echarse atrás... Pero, Rei la tomó en sus brazos y comenzó a dar de vueltas.



--¿Bromeas Aiko? ¡Claro que iremos! Aunque... Supongo que tendré que usar vestido... Pero ¡Haré lo que sea por verte bailar!



Ver su expresión de felicidad la invadió a ella misma de ese calor que sintió al borde del acantilado. ¿Qué importaba ahora lo que esas mujeres pensaran? Ahora sentía tan vivo su corazón... Sentirse amada y valorada. Comer algo tan dulce y escuchar que era hermosa. Una joven tomándola de las manos y llevándola amorosamente a su nido. Una madre cariñosa que luego peinaba sus largos cabellos con devoción. Era todo lo que anhelaba.


Regresando a su hogar escuchó las noticias. Takano había sido arrestado y condenado. ¡Vaya hombre! Sus cargos por corrupción eran bastantes. Al parecer, alguien lo había entregado a las autoridades.


La angustia de sus tías y los lamentos eran su sonata de violín. Un compromiso cancelado, las voces agudas de las mujeres mayores eran el coro perfecto mientras ella en su habitación danzaba y daba vueltas. El cisne negro extendía las alas sintiéndose libre, feliz y plena. ¿Era esto la verdadera felicidad?


Sus pies daban de vueltas por la alfombra mientras se dedicaba a bailarle al sol, mostrando su hermoso plumaje para cautivarle. La maravillosa sonrisa, el calor de sus brazos, la mano tan tierna que la llevaba por la calle. Quien le daba pastel en los labios y dormir cómodamente en su regazo sin sentirse aterrada o pensando en pesadillas.


¡Rei, esa era una danza dedicada a ti! ¡Le has abierto la puerta del amor a la malvada Odile!


Estaba acostumbrada al escenario, las luces. El maquillaje pesado y las telas que le picaban. La corona fue colocada y sus cabellos azules peinados en un alto chongo. Alas negras trazadas en sus párpados. Era irónico, siempre fue el cisne blanco y ahora sentía que realmente le quedaba mejor el negro. Los encajes oscuros destacaban en su piel y hasta sus ojos rojizos parecían deslumbrar más que nunca.


Sólo sería una pequeña participación. No tendría el show completo... Pero definitivamente lo robaría.
Los llamados a escenario comenzaron. Su compañera, una novata canadiense se puso en pie y salió. Las plumas blancas de Odette realmente resaltaban en esos cabellos claros. Un cisne blanco en toda regla.


Observó el espejo. Ahí, pegada como si fuera un santo a quien tendría que rendirle culto había una pequeña fotografía. Reconocía bien a la persona. Los ojos rojos que le observaban hasta el alma, serio semblante lleno de orgullo y altivez, la pose llena de gracia en ese tutu blanco...


Su madre... Ai.


La que le decía que era una vergüenza, quien la dejó al cuidado de aquellas brujas. La que la llamaba intento desperdiciado de bailarina. Quien escupía en su cuerpo de adolescente...


Arrancó la foto, la hizo pedazos y dejó los restos en la basura. Ahora estaba decidida a mejorar su rumbo. Al demonio el estatus, la riqueza y las clases. ¿Qué importaba si bailaba en la ópera de París o en un teatro de feria? Sólo quería ser feliz...


Su llamado llegó... Y salió al escenario extendiendo las alas y cautivando al público. Cada movimiento era maravilloso, seductor. Odile realmente la había poseído mientras movía su cuerpo y buscaba apropiarse del príncipe. Cada acorde de la orquesta era más fuerte mientras le seguía el ritmo y levantó la mirada... El sol mismo estaba asombrado por lo que veía. ¿No era ese su objetivo? Los ojos brillantes de Rei, la cual tenía un leve rubor en las mejillas sin poder dejar de verla. Porque el bailarín que era Sigfried no importaba ahora. El escenario era sólo para ambas.


No quería que el sol se fuera con alguien más...


Aplausos, flores. Una reverencia. Su acto fue mínimo, pero de igual forma robó corazones. Había roto las cadenas y ahora una paz inmensa reinaba en su ser... Un malvado ser.


Porque ella era una bruja que buscaba apropiarse de la cálida luz.
Hace tantos años que no pensaba en algo como enamorarse... Era algo que no abarcaba su vida. El compromiso, casarse con alguien a quien no querría en el fondo de su corazón. Era algo tonto y sin sentido.


Y ahí estaba... Meditando acerca del rol de Rei en su vida. ¿Su salvadora? ¿Una amiga?


Esto no podía ser lo correcto...


Un mensaje de Takako la sacó de sus pensamientos. Su querida amiga y asistente había llevado a la familia a su hogar, pero le pidió que fuera al escenario. ¿Para qué? Ni se había cambiado de ropa aún.



Todo estaba vacio, ni las pisadas de ella con las balerinas sonaban... Las luces encendidas. La oscuridad a su manera de ver las cosas era bastante tranquilizadora.


Se permitió darle la espalda a las butacas vacías y observar calmadamente el escenario...
Tanto tiempo de su vida estuvo ahí parada, sólo haciendo lo que le ordenaban. Sin tener planes propios.
Siempre siendo Odile, recibiendo órdenes y sin opciones. Sólo esperanzada en ser una mala copia de Odette.


Unos tacones sonaron a su espalda y se dio la vuelta para ver a Rei. Se veía tan bella a sus ojos con el vestido y el suave maquillaje que resaltaba sus facciones... Ahora se sentía terriblemente culpable por los sentimientos que tenía y que ahora mismo, deseaba no haber descubierto.



--Fue increíble Aiko. Estuviste maravillosa y bella.. – Paso a paso se acercaba mientras jugaba nerviosa con sus manos. –Aunque no entiendo. Siempre hacías al cisne blanco...



Esos días de pláticas, donde se conocieron e hicieron un lazo increíblemente fuerte. Uno que la atormentaba en este momento. Donde le confió tantas cosas de su ser. Sus roles en los ballets, las marcas de su cuerpo...


Sin querer, atormentada por el miedo, Aiko dio unos pasos atrás. No sabía si hablar. Acabaría bañada en llanto y el maquillaje sería un terrible desastre. La mirada compasiva de Rei no le ayudaba para nada.. ¿Por qué no le tenía piedad? Era un cisne malvado perdido en el profundo amor que le inspiraba. Bailó con todo lo que tenía para hacerse del príncipe y robárselo a Odette... Lo quería para ella. Pero de igual forma sabía que no lo merecía. Quizás y si debió terminar al fondo del acantilado.


Una mano le fue tendida y las luces parecieron reflejar a la joven que tanto adoraba. La sonrisa dulce y bondadosa, el rubor en las mejillas. ¿Era una invitación al dulce lago de los cisnes del que fue exiliada?



--Yo no sé muchas cosas Aiko... Pero de algo puedo estar segura. Aunque ahora tu plumaje sea oscuro, puedo ver la blancura y pureza de Odette en ti.



Un corazón oscuro que bailaba lleno de desesperación, así era ella. Un cisne negro que daba de vueltas en un escenario oscuro. Una perla plateada descendió por sus mejillas al escuchar aquello y con temor estiró su mano para tomar la que le fue ofrecida. Las plumas negras fueron cayendo de a pocos, siendo quemadas por el sol para dar luz a un plumaje tan blanco y noble que iba revistiéndola mientras danzaba al ritmo del lago de los cisnes.



La quería... Quería a Rei con todo su corazón...




--¿Señorita Aiko?



La voz de Takako la despertó casi de inmediato. Había cabeceado en el automóvil. Se talló los ojos con cuidado para no desvanecer el maquillaje y quedar como un desastre.

Era cierto, iban rumbo a la mansión Shindo para ver algunos detalles de su boda... Ese día habían hecho el anuncio oficial y los medios los entrevistaron y documentaron todo.


El día que le comunicaron que tenía un compromiso con el joven heredero de los Shindo aprovechó que la dejaron sola en la sala de música para poder desahogarse fúrica con el teclado. Una, dos.. Tres melodías llenas de su desesperación.



Fue ahí donde se encontró con aquel maldito doppelganger...



"El que ve a su doble es porque va a morir"



Pero, aunque su prometido la viera con ojos de odio al ser iguales, a ella le había dado una lección. Ver sus defectos reflejados en Ainosuke y la forma de combatirlos... Y esta vez ella no sería el cisne que cayese por el acantilado buscando la libertad...
Ahora lucharía contra todo y todos...




--Takako, necesito que consigas los datos del joven con el que estaba mi prometido la noche anterior... De aquel chico pelirrojo. Quiero hacerle una visita...




Ver ese lado de Ainosuke la había sorprendido. Si él luchaba a su manera por salirse de lo que le imponían... ¿Ella por qué no debería de hacerlo? El traje de torero, la patineta... Aquella noche fue una tonta, pensando en darse por vencida y olvidar a Rei en los brazos del doppelganger... Más sus lágrimas mientras lo besaba la hicieron notar que no podía ir ya en contra de sus deseos y de su corazón...




Un joven pelirrojo.. Verlo por esos segundos le hizo pensar en el calor de Rei... En querer sostener su mano nuevamente y bailar para ella hasta el final de los tiempos...




En la mansión Shindo se escuchaba un desastre. Ainosuke terminando el anuncio se había retirado a sus labores cotidianas y ahora ella sería la encargada como su prometida, de verificar todo en el hogar. No le sorprendió que una de las tías de su prometido llegase totalmente indignada junto a ella.




--Aiko querida... Temo que Ainosuke esté en malos pasos...




Aquella arpía sostenía algo entre manos... ¿Una patineta? Nuevamente Rei llegó a su memoria. Ella solía ir a todos lados en una parecida a esa...

El diseño llamó su atención. Un sol y una luna, los protagonistas en el centro de un cielo oscuro y lleno de estrellas.




--Encontré esto en el fondo de su armario... Yo... Debo destruir esta cosa.




Incluso ella podía entenderlo... Si su prometido la había guardado con tanto esmero... ¿Ese era un regalo del joven pelirrojo?
Detuvo a la mujer mayor con cuidado y una sonrisa dulce. Ella conocía bastante bien lo que era perder algo tan valioso... Sus dedos blancos se colocaron en aquella patineta y con cuidado se la quitó.




--Entiendo su preocupación estimada y querida tía. No se preocupe, yo misma me encargaré de esta cosa. Tienen un incinerador... ¿No es así?




Los ojos rojizos lucieron opacos al pronunciar aquella palabra. Y más cuando observó la expresión tan sonriente y orgullosa de aquella bruja frente a ella. No dijo más, hizo una reverencia y se retiró de ahí con la patineta en manos...


Afirmar aquello con una cara resplandeciente era enfermo... Odiaba a esas mujeres, aborrecía al doppelganger que era su prometido... Pero, no iba a dejar que le hicieran daño... Ya que ambos eran iguales.


Los tacones hicieron ruido por toda la mansión mientras llevaba aquella patineta. Takako, su leal amiga se encontraba al pie de la escalera y sus ojos mostraron expresión al recibir aquella tabla en sus manos y más por la determinación de aquella a quien consideraba una hermana.




--Llévatela y escóndela en el automóvil. Si no mal recuerdo, en el jardín había unas tablas de madera. Rápido por favor, querida Takako...



~
Días habían pasado desde aquel encuentro en S... Y Reki seguía encerrado en su habitación totalmente negado a salir...
Su corazón se sentía roto en tantos trozos que no podía reconstruirlo y al cerrar los ojos, el rostro adolorido de Ainosuke aparecía en sus sueños...


Escondido bajo sus cobijas, apretó una tecla de su teléfono y puso el altavoz...




"Número fuera de servicio"




Ainosuke no le había respondido sus llamadas y mensajes...
Era como si la tierra se lo hubiera tragado...
Al día siguiente fue a pararse en la oficina del político. No iba a dejarlo ir. No le importaba si era Adam, maldita sea... Sólo quería ayudarlo. Decirle que había visto a través de la cruel carcasa esos ojos atemorizados.


Pero nadie fue a aquel lugar, ni ese día, ni los siguientes.


Arrojó el teléfono a un lado y sólo pudo abrazarse a sí mismo. Su amor dolía intensamente. Pensar en Ainosuke hacía que le calara el alma y su corazón apenas podía seguir latiendo.


Su familia estaba comiendo y la televisión se escuchaba bastante fuerte. Demonios ¡A él no le interesaba la vida de la farándula!
Hasta que escuchó que nombraron a Ainosuke Shindo...




Rápidamente se puso en pie y salió casi volando de su habitación. Un golpe en su dedo del pie lo hizo casi alzar la voz y tropezarse. Sus hermanitas lo veían desorientadas al igual que el resto de su familia. Más cuando él se aferró al televisor.


Ahí estaba... Ainosuke estaba ahí. Sonreía y se veía cansado. ¿Acaso no había dormido bien?

La esfera mágica que él había creado y que se quebró al revelarse quién realmente era el Rey de los Goblins ahora pareció destrozarse en pedazos al oír a la comentarista.




"Ainosuke Shindo, el político más joven de la localidad ha anunciado su compromiso oficial con la famosa bailarina de ballet internacional, la señorita Aiko S."




La voz de Reki dejó salir un suspiro quebrado mientras su mano se apretaba en un puño e iba a su pecho. El sol también puede eclipsarse y en ese instante sintió que no había diferencia entre amar y odiar. Ambos pueden ser tan intensos... El poder de los celos estaba corrompiéndole desde dentro y ahora sus ojos enfurecidos observaban a aquella mujer de cabellos azules.




"Él estaría mejor conmigo..."



Su agenda era bastante pesada, pero al menos ahora se sentía tranquilo de llegar a casa.
Hasta que notó un pequeño camino de humo proveniente del jardín que volvía turbio el poco cielo azul que quedaba.
Sin reaccionar o pensar, dejó a Tadashi y sus pies fueron caminando rápido hasta tomar vuelo y encarrerarse a aquel lugar. Un dejavú horrible recorrió e hizo que le temblase todo el cuerpo. Como cuando tenía 16 años y ese camino de humo era el lazo de Tadashi y él ardiendo, volviéndose en cenizas.



Agitado como estaba, logró llegar a aquel lugar. Apoyó las manos en las rodillas para recuperar el aliento y quien lo recibió con palmaditas fue su tía. La sonrisa tan amplia lo hizo enfermarse y sentir naúseas. Había alguien más... Oh, era aquella doppelganger. Podía observar su cabellera suelta y su silueta de espaldas.



--¡Ainosuke querido! Has vuelto a salvo a casa. –Incluso la voz de la mujer mayor era hipócrita. –Encontré algo realmente asqueroso en tu habitación... Pero tu dulce prometida se ha encargado de todo.



Se acercó más y más a la puerta del incinerador y su ira invadió su cuerpo al ver los trozos de madera quemados... Quiso meter la mano, no le importaba marcarse con las brasas, pero otra mano suave tomó la suya. Esa mujer, cuyos ojos rojos parecían encendidos por el reflejo del fuego habló con dulce voz.




-- Ya está todo arreglado. Mi amado Ainosuke...




CONTINUARÁ...?????Dibujos hechos por un servidor (?) Referencias a la película "Labyrinth"

?????Dibujos hechos por un servidor (?) Referencias a la película "Labyrinth"

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As the world falls down || SK8 the Infinity || AdarekiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora