San Valentín- Parte 2

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Nadie lo pidió, pero m valen tres pepinos.

Aquí segunda parte👇😺:



Había pasado una hora desde que Tony había vuelto a bajar a la sala. En todo ese tiempo, no lograba tranquilizarse. Le preocupaba Peter. A este punto ya sabía que la chica que le gustaba al niño lo había rechazado o algo así. Pero ¿qué podría hacer él? Porque vamos, él es Tony Stark ¿quién en su sano juicio lo rechazaría? No sabe cómo se sentía, y no sabía cómo ayudar a Peter exactamente.

Pero tenía que hacer algo. Peter no salía de su habitación. O bueno, eso pensaba.

Decidió subir a su habitación nuevamente. Tocó la puerta, esta vez no iba a dejar que el chico le clavara el visto.

—Niño, soy yo de nuevo. Abre la puerta, por favor.

No obtuvo respuesta.

—Mira, sé que estás ahí y estás escuchándome...

—De hecho, señor, hace aproximadamente una hora, el chico salió con su traje de Spider-Man.

—¿¡Qué!? ¿¡Y ahora es que me estás avisando!?

Corrió a por su celular. Eran las 05:36 P.M. Sólo esperaba a que Peter llegara temprano y sano. Él era el responsable del bien de Spider-Man, y si algo le sucedía May lo mataría. Bueno, tal vez esa no era la única razón por la que se preocupaba; después de todo, veía a Peter como a un hijo.

Pov. Peter:

Pensé que me haría mejor salir a patrullar, pero no. Donde sea que iba, veía parejas. Parejas para allá, parejas para acá. Por todos lados. Veía inconscientemente cómo se les declaraban unos a otros, y cómo les decían que sí emocionados. Cómo me hubiera gustado ser de esos.

Intenté no prestarles atención y seguir con mi propósito. Estuve investigando sobre un rumor de un supuesto traficante de drogas desde hace días. Con ayuda de Karen, pude identificar a uno de ellos.

Fueron muy escurridizos y rápidos, pero finalmente los pude atrapar. Sólo que hubo un problema:

Ahora yo apestaba a Marihuana, qué asco. Debí haber tenido más cuidado. Lo importante es que los pude detener y vino la policía a tiempo.

—Muchas gracias, Spider-Man, llevamos mucho tiempo persiguiendo a estos desgraciados. Pero, gracias a tí, ya se terminó; la ciudad te lo agradece —decía el Capitán Stacy.

—No es nada, oficial, para eso estoy —respondí tratando de fingir un acento más varonil —, ¡Llámenme cuando me necesiten!

Y, tras decir eso, me marché.

Yacía yo en un edificio donde se tenía la mejor vista de Nueva York, con un debate dentro de mi mente.

¿Y ahora qué voy a hacer con este traje? Tendré que llevarlo a lavar.

Pero, ¿a dónde? Si el señor Stark me ve así, será mi fin.

Hablando del señor Stark...

Tomé mi celular para ver la hora. Mierda, ya iban a ser las 9 P.M, ¡el tiempo pasó volando!

Okey, creo que tendré que escabullirme por las lavanderías del señor Stark si no quería llegar tarde.

Me balanceé rápidamente hacia el edificio, me aseguré de que no haya moros en la costa y entré por la ventana de mi habitación.

Las luces estaban apagadas y al parecer no había nadie. Aproveché para quitarme el traje. No hizo falta ponerme otra prenda ya que la llevaba debajo.

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