Capítulo 7

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Naruto se sentía adolorido. La noche ya había llegado. Luego de que Sakura fuera curada y se les asegurara que estaba bien, Naruto se dirigió de inmediato a su cabaña. Aunque ya no sentía esas intensas ganas de devorarla—y eso era debido a que el aroma de su esposa lo había calmado—no quería correr el riesgo al estar cerca de Sakura. Kawaki y Boruto también se encontraban bien, solo un poco adoloridos por sus heridas, pero nada grave.

En esos momentos, el rubio se encontraba acostado en la cama que comparte con su esposa. Hinata estaba acostada a su lado mientras lo abrazaba con cuidado. Observó la mordida que le pegó hace unas horas y se sintió triste por eso. La había mordido en extremo fuerte, y las lagrimas que ella tuvo luego de que se separaran lo demostraba. Pero debía sacarse a Sakura de su sistema, y solo pensó en probar la sangre de su esposa para eso.

Estaba por cerrar sus ojos, cuando escuchó algo. La voz de Shikamaru llegó a sus oídos super desarrollados. Lo estaba llamando para algo. No lo había visto desde que se quedó con Temari para tranquilizarla. Se levantó de la cama con sumo cuidado y luego salió de la casa. Encontró a su mano derecha parado en frente de su puerta.

—¿Qué sucede, Shikamaru?

—Querrás verlo tú mismo.

Naruto arqueó una ceja con curiosidad. Observó como Shikamaru comenzaba a caminar sin decir nada. Lo siguió y se tensó un poco cuando vio que se dirigía al bosque de Craps. No quería volver a bajar ahí, pero vio que su amigo no se detenía a explicarle nada. Mediante más avanzaban, captó el aroma de cuatro integrantes de su manada. Se extrañó mucho, pues no los había sentido desde su casa.

Aunque supuso que las heridas y todo el lio con Sakura lo habían dejado mal.

Observó a cuatro lobos de por lo menos un metro cincuenta. Dos de ellos eran de una tonalidad grisácea, solo que oscura, y los otros dos eran cafés. Los cuatro se encontraban rodeando algo, pero al sentirlo lo voltearon a ver y bajaron su cabeza en son de respeto.

—Mi Alfa.— Dijeron los cuatro animales al mismo tiempo.

—Buenas noches.— Se acercó a ellos con una leve sonrisa—la cual era adornada con unas puntadas de sutura—, pero se detuvo en seco al ver algo en el suelo.— ¿Qué demonios?

Se paralizó de inmediato al reconocer lo que sus lobos estaban rodeando.

En el suelo, completamente sin vida, se encontraba el tigre de los Crimson five; aquel maldito que lastimó a sus hijos y a Sakura. 

No le sorprendía encontrarlo sin vida, pues el ataque que le dio en el estomago lo dejó muy mal herido. Lo que lo sorprendía era que estaba completamente seco. Su pelaje estaba teñido de rojo, pero tenía heridas que él no recordaba haberle dado. 

—¿Qué pasó aquí?

—Solo mira su cuello.

Observó el lugar que su compañero indicó y observó dos agujeros en el. Supo de inmediato quien había sido. No cualquier animal puede provocar esas heridas ni dejar a su enemigo de esa forma. Tuvo que ser alguien de la raza vampírica. Sintió la presencia de alguien, por lo que la buscó de inmediato.

Ahí lo vio.

Parado sobre un árbol gigantesco, a por lo menos unos 5 kilómetros de él, se encontraba el responsable de la muerte del Crimson. Su capa ondeaba con el viento nocturno y su boca estaba manchada de sangre. Lo que más atemorizaba era su mirada rojiza y amenazante. El sujeto observaba fijamente a Naruto.

—Tenemos que hablar. Seriamente.

Esa voz solo la pudo escuchar Naruto. Observó como el hombre, dándole una última mirada, desaparecía en un parpadeo. El rubio soltó un suspiro lleno de cansancio. 

Sangre DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora