Un Rechazo Doloroso

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Los hombres juntaron dos mesas, y las mujeres acomodaron la mesa.

Refugio se sentó y a Valentina en su regazo.

Polo y Julieta preparaban los taquitos, servían mientras los demás platicaban a gusto.

—Refugio, pásame a Verdurita... ven con la tía Martina, eh.

Valentina estiró sus bracitos asintiendo.

Refugio aprovechó para comer a gusto, Juan Carlos estaba sentado al lado de ella. De forma cariñosa hacia su esposa, la tenía rodeada con su brazo atrás por la espalda.

—Julieta, están deliciosos estos tacos, amiga.

—Mi marido los hace exquisitos, Refugio, ¿a poco no, Verdurita?

Valentina asintió mientras masticaba.

—Me parece tan gracioso que tu hija haya adoptado ese apodo, Juan Carlos — comentó Polo mientras se sentaba en una silla.

Don Verduras rió. —Eso fue idea de Martina y de nadie más... y se quedó.

—Es que mira nada más la hija que hicieron, les quedó bien bonita.

—Martina, por favor — apenada — No digas esas cosas, por favor.

—Martina tiene razón, es una niña preciosa.

—¡Yo me parezco a mi mamá!

Refugio se inclinó para alcanzar a su hija y darle un besito en su cachetito.

—Ni hablar, imagínate que hubiera salido a don Verduras — burló Nachito.

—Ah gracias, Nachito.

—Verdurita, ¿Sabes porqué te llamamos así todos?

Valentina asintió. —Papito es don Verduras — movía sus piecitos que quedaban en el aire mientras estaba sentada en el regazo de Martina — y mamita es la señora Verduras, tía Martina.

Martina gritaba emocionada asintiendo.

—¡Entonces yo soy Verdurita!

Juan Carlos reía, muriendo de eterno amor por su pequeña hija.

—Eso mismo, muñequita... — sonrió Nachito —bien inteligente, mana.

******

Noche.

Refugio y Juan Carlos estaban en la habitación de Valentina hablando mientras Valentina se ponía sus medias para irse a dormir.

—¿Otra vez, mi amor? ¿Tan complicado está?

—Sí, mi amor — cruzado de brazos —. Mañana volveré a tener reunión con Sara, es muy buena o bueno hasta el momento todo parece ir bien.

—Vaya, ya la llamas por el nombre...— acobijaba a Valentina.

—Pues, nos presentamos y así. Es lo normal, ¿no?

—Sí, seguro.

—Se ve que es muy práctica y tienen muchos estudios, tuvimos un tiempo para hablar y de hecho...

—Buenas noches, mi vida... — interrumpió Cuquita mientras le hablaba a su hija.

—Buenas noches, mami.

—Despídete de tu hija — con seriedad salió de la habitación.

A Juan Carlos le pareció extraño tal actitud, no captaba los aparentes celos de su mujer.

—Buenas noches, benita... te amamos... — le besó la frente.

—Hasta mañana, Papi.

Don Verduras salió y encontró en el pasillo a María, quién llevaba cereal para comer en el cuarto.

Mi Refugio de amor II: La Incondicional Donde viven las historias. Descúbrelo ahora