De Compras

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Cuquita despertó con un fuerte dolor de cabeza, quejumbrosa abría sus ojos.

—Ya despertó mi borracha favorita.

Cuquita creyó haber escuchado mal.

—¿Me acabas de llamar borracha?

Juan Carlos asentía riéndose.

—¿Qué pasó? ¿En qué momento llegamos a casa? — se removió sintiendo un mareo al instante.

—Qué lastima que no te acuerdas, mi ojitos bonitos... ayer me celaste como nunca, chiquita — le guiñó un ojo divertido.

—¿De qué estás hablando? ¿Qué fue lo que...?

—Y déjame decirte que celarme incluso con Martina fue halagador, mi amor... te mueres por mí...

Juan Carlos se acercó para pretender besarla pero Cuquita lo hizo a un lado.

—¿Cómo que con Martina? ¿Qué le dije?

—“Sh, Martina... no le hables... Solo yo puedo hablarle a mi marido...” — remedó Juan Carlos burloso.

Cuquita negaba. —No puede ser... que vergüenza — frotaba su frente con su mano tratando de aliviar su dolor.

—¿Quieres café, mi amor?

Cuquita asentía levemente.

—De inmediato, señora de Mendoza... ¿Desea algo de comer? No a mí por supuesto.

Cuquita lo miraba gestando enojo.

—Está bien, está bien.

—Mi amor...

—¿Si?

—¿Todos me vieron?

Don Verduras asentía.

—En vivo y a todo color, mi amor.

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Refugio bajaba y encontró el desayuno listo y sus niñas desayunando con su papá.

—¡Mami! — exclamó Valentina emocionada al verla.

María la miraba burlona, queriendo bromear con ella.

—¿Cómo te sientes, mami?

Refugio se sentó en su lugar de la mesa, Valentina corrió a sentarse en el regazo de su madre.

—Estoy bien, hija.

—Mami, ayer hablabas muy raro.

Refugio miró a Valentina.

—Perdónenme, mis amores... no sé qué me sucedió.

—Estabas muy divertida, mami.

—Papá casi te tuvo que cargar, mamá... no le hacías caso — rio.

Refugio observó la mirada coqueta d esu marido. Cuquita rodó los ojos, sabía que ese hombre se las cobraría.

—Come, mi amor... necesitas alimentarte... Valentina siéntate en tu silla y deja a tu mamá comer.

Valentina iba a acatar la orden de su papá, pero Refugio no la dejó.

—No pasa nada. Quédate aquí, mi vida.

—Ta bien, mami.

Juan Carlos le pasó el plato de comida de Valentina.

Ambas empezaron a comer.

—Mamá, ¿irías conmigo de compras?

—¿De compras, mi vida? ¿Compras de qué?

—Ropa, mamá.

Mi Refugio de amor II: La Incondicional Donde viven las historias. Descúbrelo ahora