—¿Pos qué?
—¿Refugio sabe de esto?
—Por supuesto, Don Verduras... le he contado a todas, a María, a Mamá Cuquita, a Fernanda, a mis amigas, pos a todo mundo...excepto a mi tío Nacho.
—¿Y por qué?
—Ya sabes lo menso que es mi tío, es un celoso y no acepta que estoy creciendo... si se entera va a querer saber quienes son y que hacen y como van los estudios y esto y aquello — rodó los ojos.
—Pues, yo también quiero hacer mismo, Petita... eres muy preciada par todos, te queremos cuidar.
Petita abrazó a don Verduras.
—Me caes bien, Don Verduras.... por si no lo sabias.
—Ah, mira... no, pos gracias.
Ella rio.
—Descansa, Petita.
—Descansa, Abuelito.
—Síguele, eh.
Petita sonrió.
Juan Carlos entró a su habitación y buscó a Refugio con la mirada, vió qué la luz del baño estaba encendida.
Cerró la puerta con llavin, esa noche le haría el amor a su mujer con toda sus fuerzas.
Cuquita salió del baño en bata y se dirigió al tocador.
—¿Las niñas ya se acostaron?
—Sí, están tranquilas en su habitación — la veía con mucho deseo, se quitaba la faja mientras la observaba peinarse.
Ella se dió la vuelta. —Muchas gracias por las rosas, mi amor... estaban preciosas... me hicieron muy feliz.
Juan Carlos sonreía pícaro, se quitó su pantalón quedando ahora en bóxer.
Cuquita tragó saliva al ver el miembro de su marido totalmente erecto.
—Mira como me tienes... tan solo verte peinándote tu cabello — se acercaba acechando a su presa.
—Mi amor, basta... — dió risitas nerviosa — yo...
—Hoy esta mañana mientras estaba en mi oficina pensaba en ti y en tus celos de anoche — se situó frente a ella, desatando el nudo de la bata — Me excita el hecho de saberte celosa.
Cuquita rió incrédula. —No, yo... yo... yo no estaba celosa, ¿De quién lo estaría?
Juan Carlos encogió sus hombros. —No lo sé, dímelo tú...
Le retiró la bata dejando a Cuquita semidesnuda.
—No parabas de hablar sobre ella y lo increíble que es en su trabajo — desvió la mirada enjachadora.
—Y ayer te portaste muy rebelde... — seductor besó mordeloso el cuello de Refugio dejando una marca.
Cuquita no pudo contener soltar un ligero gemido.
—Perdóname, mi amor — susurró — No sé por qué lo hice.
Juan Carlos sonrió. —Solo hay una forma que pueda perdonar a mi mujer de tal agravio.
—Haz conmigo lo que quieras, señor Mendoza — acarició los hombros de su marido suavemente.
Juan Carlos, posesivo, tomó de las caderas a Refugio y de un empujón la atrajo hacia él haciendo posible que ella sintiera su abultado miembro.
Juan Carlos frotaba su cabeza con la de ella hasta acercarse a su oído. — Te amo tanto, mi ojitos bonitos... nadie puede competir contigo, eres mi mayor delirio, mi mayor refugio en medio del caos, mi eterno amor, la única que hace que me convierta en un hombre cursi, me atrae tu inteligencia, toda tú hace que me olvide de todo — frotaba su sexo provocándole — esa mujer no es nada al lado tuyo, olvida tus miedos y concéntrate en mi amor, mi señora bonita.
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Mi Refugio de amor II: La Incondicional
RomanceSegunda parte de Mi Refugio de amor. La familia ha crecido y el amor con ellos. ¿El amor podrá una vez más ser el aliado de esta pareja en su día a día? Autoría: SofiN728