Advertencia de peligro

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Dos días antes del no esperado día, Ana experimenta una serie de eventos inexplicables que la llenan de temor y angustia. Al navegar por internet, se topa con una serie de videos perturbadores que muestran a personas enfrentando una amenaza sobrenatural: los zombies. Estos videos, aparentemente grabados dos días antes, la dejan sin aliento y con un nudo en el estómago. El miedo la invade por completo. Con una urgencia aplastante, Ana se dirige hacia su esposo, Luis, y le suplica que no vaya a trabajar en ese fatídico día. Sus ojos llenos de pánico y su voz temblorosa dejan en claro lo seriamente que se toma la situación. Luis, inicialmente desconcertado por la súplica de Ana, no puede ignorar su desesperación y decide confiar en ella, sabiendo que su bienestar y seguridad son de vital importancia. Inmediatamente después, Ana toma su teléfono y escribe mensajes de advertencia a su familia, instándolos a permanecer en sus hogares y evitar cualquier situación riesgosa. Luis, compartiendo la misma preocupación, hace lo mismo con su propia familia, transmitiendo el mensaje de precaución y emergencia. Llega el fatídico día: 8 de noviembre de 2022. Un aura de tensión y miedo se cierne sobre la ciudad, como una nube ominosa que anuncia un desastre inminente. De repente, el silencio se quiebra por los gemidos y los gruñidos desgarradores de los primeros zombies. El horror ha llegado y se despliega a lo largo de las calles y los vecindarios. Ana y Luis, con el corazón en la boca, enfrentan la realidad que temían: los no muertos están por todas partes. Empiezan a escuchar los gritos desgarradores de aquellos que se encuentran en peligro y ven cómo los zombies se multiplican en número a medida que avanzan implacablemente.
La llamada del padre de Ana se convierte en un momento crucial y aterrador. Mientras Ana escucha los gritos desesperados provenientes del otro lado de la línea telefónica, su instinto de protección se activa instantáneamente. Siente un impulso poderoso de correr hacia la fuente de los gritos y ayudar a su familia en peligro. Agarra un palo de béisbol, lista para enfrentar lo que sea necesario, pero en ese preciso momento, Luis agarra su mano con firmeza. Sus ojos se encuentran y Ana puede ver el amor y la preocupación reflejados en la mirada de Luis.
"No quiero perderte, Ana", le dice Luis con voz entrecortada, implorándole que se quede a salvo en casa. Ana siente la intensidad de sus palabras y comprende que no puede arriesgar su vida de manera imprudente.

Con determinación, Ana mira a Luis y le responde con calma pero firmemente: "No salgas de casa, como lo ensayamos. Yo iré en busca de mi familia y de la tuya. Hablé con Lorena, mi hermana mayor, y me dijo que Moyano está en el trabajo. Ella se quedó con las niñas y aún no ha llegado aquí, supongo. Pero debo ir por mi familia. Eres lo que más amo, pero si puedo ayudarlos, debo hacerlo. Cuídate tú y a Kali. Andrea y Furi están por venir. Cuídate".
Luis, con una sonrisa entre cortada pero llena de comprensión, acepta la determinación de Ana. Sabe que no puede detenerla cuando su instinto de protección y amor por su familia está en juego. Aunque le preocupa profundamente, confía en su fuerza y valentía. Se abrazan con fuerza, despidiéndose temporalmente mientras Ana se prepara para enfrentar los peligros fuera de casa. Con cada paso que da, su corazón se llena de esperanza y su mente se mantiene enfocada en su objetivo: rescatar a sus seres queridos y reunirlos a salvo.
La llegada de Ana a la casa de sus padres se convierte en un momento lleno de tensión y angustia. Al buscar desesperadamente a su familia, recorre cada rincón con la esperanza de encontrarlos a salvo. Sin embargo, se encuentra con un panorama desolador: no hay rastro de sus padres ni de sus hermanas. Confundida y desorientada, Ana nota las llaves del auto en la mesa y las toma, tratando de entender qué ha sucedido. En ese preciso instante, escucha un ruido que le alerta. Instintivamente, se voltea y se encuentra frente a frente con un zombie, una figura macabra y amenazante. A pesar de la situación aterradora, Ana no puede evitar esbozar una sonrisa de alivio. Este no era uno de sus seres queridos, lo que le brinda un breve respiro. Actuando rápidamente, toma el palo de béisbol que todavía sostiene y golpea al zombie en la cabeza, acabando con su amenaza. Tras liberar su tensión en ese momento crucial, Ana suspira profundamente y reúne el coraje para llamar a sus hermanas y a sus padres. Llena de esperanza y temor a partes iguales, grita sus nombres en busca de una respuesta, pero solo obtiene un silencio desesperante. Sin embargo, en medio de la desesperación, escucha el familiar y emocionado ladrido de Shifu, el perro de la familia. Siguiendo el sonido, se dirige hacia él y encuentra a sus padres inconscientes y a sus hermanas aterrorizadas escondidas debajo de la cama. El alivio inunda el corazón de Ana al ver que su familia está viva, aunque en un estado vulnerable. Se acerca a sus padres y comprueba sus signos vitales, buscando señales de conciencia. Luego, con calma y cautela, consuela a sus hermanas, asegurándoles que está allí para protegerlas.

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