Sin dudas mi amor por ti es más fuerte

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En el cuarto dia, luis abrio sus ojos, miro a todos lados y Ana no estaba en ningún lado, se levanto con algo de dolor en su abdomen, y vio que estaba cicatrizando, suspiro y estaba por pararse cuando aparecio Verónica, hermana de Ana. Luis se sorprendió al ver a Verónica, la hermana de Ana, aparecer en ese momento. Su presencia inesperada hizo que se sintiera aún más confundido y preocupado por la ausencia de Ana. Sin embargo, trató de mantener la calma y le preguntó a Verónica
Luis: ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?

Verónica: Tranquilo, estás en el refugio. Ana y los chicos te entraron inconsciente hace unos días y te trajeron aquí. Estabas muy débil y necesitabas descansar.

Luis: ¿Ana está aquí? Necesito hablar con ella.

Verónica: Lo siento, pero Ana salió hace un rato. Está trabajando en la expansión del refugio para que podamos recibir a más personas. Seguro vendrá a verte en cuanto regrese. Y por cierto, los niños estan bien.

Luis: Me alegra saber que los niños están a salvo. Pensé que Ana los había dejado solos con los zombies. Me preocupé mucho.

Verónica: No te preocupes, Ana hizo todo lo posible por proteger a los niños. Los rescató y los trajo al refugio. Están a salvo y bien cuidados.

Luis: Gracias a Dios. Estaba tan asustado. Quiero disculparme con Ana cuando regrese. No debería haber pensado lo peor.

Verónica: Entiendo que estabas preocupado. Si te soy sincera, yo en su lugar los hubiera dejado. Pero confío en que Ana hizo lo correcto y puso la seguridad de los niños, por ti.

Luis: -Hubo un silencio incómodo, para luego el suspirar y decirle-¿Puedes decirle a Ana que necesito hablar con ella cuando vuelva?

Verónica: Por supuesto, se lo diré en cuanto regrese. Por ahora, te recomendaría descansar un poco más. Tomate un calmante y eso ayudará a que te relajes y recuperes tus fuerzas.

Luis: Está bien. Gracias.

Verónica: De nada, Luis. Estamos aquí para ayudarnos mutuamente. Descansa ahora y hablaremos más tarde.

La caída de la noche trae consigo un momento crucial en la vida de Ana. Al llegar ve a Verónica, señalando la habitación donde se encuentra Luis. Con una mezcla de ansiedad y emoción, Ana corre hacia allí, golpeando la puerta y despertando no solo a Luis, sino también a sus padres, haciendo que estos salgan. Al entrar en la habitación, Ana observa a Luis despierto, con lágrimas brotando de sus ojos. Con un temblor en su voz, se acerca a él y le recuerda la promesa que hicieron: "Prometiste no dejarme". Seguidamente, lo abraza con fuerza, temiendo perderlo. El abrazo entre Ana y Luis se prolonga, uniendo sus cuerpos en un gesto cargado de amor y protección. En ese íntimo contacto, sus miedos y angustias se disipan gradualmente, reemplazados por una sensación de seguridad y consuelo mutuo. Las lágrimas que antes surcaban el rostro de Ana son besadas por Luis, quien suavemente las limpia con ternura y dedicación. Su gesto refleja su deseo de borrar cualquier rastro de dolor en el ser amado. En ese momento de conexión profunda, Luis pronuncia las palabras que se han estado guardando en lo más profundo de su corazón: "Te amo". Su declaración no solo expresa el amor que siente hacia Ana, sino también su gratitud por tenerla a su lado. Es una muestra de reconocimiento y aprecio por su presencia en su vida, a pesar de las dificultades y las pruebas a las que han sido sometidos. Sin embargo, la alegría del reencuentro se ve empañada por la autocrítica de Luis. Reconoce su falta de cautela al adentrarse en un entorno peligroso, permitiendo que un niño llegara a lastimarlo con un arma. Aunque su disculpa es sincera, Ana toma sus mejillas entre sus manos y le advierte que no sea ingenuo. Le recuerda que este mundo ya no es como antes, gobernado solo por los zombies, sino que también albergará a personas malintencionadas dispuestas a utilizar incluso a sus propios hijos para sobrevivir en este infierno.
El ambiente se tornó tenso mientras Luis reflexionaba sobre la dura realidad del mundo en el que vivían. La crueldad humana, la violencia desmedida y la falta de empatía parecían haberse adueñado de la sociedad. Luis, sumido en sus pensamientos, temía no sobrevivir en un entorno donde los verdaderos monstruos eran los propios seres humanos. Sin embargo, Ana, la persona que siempre había estado a su lado, lo interrumpió al tomar su rostro entre sus manos. Con ternura, le instó a no dejarse llevar por pensamientos negativos, recordándole que él tenía un corazón puro. Fue ella quien salvó a esos niños en aquel terrible incidente, y lo hizo por él. Sabía que Luis se sentiría mal si no hubiera intervenido, y por eso tomó acción y los salvo. Luis, conmovido por las palabras de Ana, le agradeció sinceramente. Ana, en su característica manera de ser directa, le tachó de tonto mientras ambos se dejaban llevar por risas cómplices. El ambiente se volvió más relajado, y en un gesto inesperado, Ana comenzó a besar a Luis, buscando alegrar su espíritu y mostrarle cuánto valoraba su presencia en su vida. Pasaron minutos intensos mientras se besaban apasionadamente. Sin embargo, en un momento, Luis separó sus labios de los de Ana, pero con una sonrisa juguetona en su rostro. Le confesó que se había dado cuenta de su intento por desgastar sus labios. Ante esta revelación, Ana no pudo evitar sentirse encantada por la picardía de Luis y, sin perder tiempo, volvió a besarle apasionadamente.

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