Desesperación

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El momento emocional entre Ana y Luis fue interrumpido por la visión de dos niños llorando afuera. Ana, al acercarse a la ventana y observar la escena, se encontró con una difícil decisión. Luis quiso ir por los niños, Aunque  Ana le advirtió sobre los riesgos de acercarse a los niños debido a la posible presencia de zombies, Luis sintió la urgencia de ayudar a los pequeños. Sin embargo, Ana, también consideró la posibilidad de que se tratara de una trampa. Luis, comprendiendo la preocupación de Ana y reconociendo su experiencia en el mundo de los zombies, no pudo evitar sentirse molesto pero al mismo tiempo entendió sus razones. A pesar de sus conocimientos limitados en combate, Ana sabía que podía defenderse y decidió tomar el bate para enfrentar la situación por sí misma. Convenció a Luis de que iría ella, ya que él podría correr un mayor riesgo al no estar tan preparado como ella. Con determinación, Ana salió al encuentro de los niños. Sin embargo, al acercarse, escuchó risas provenientes detrás de ella, lo que le hizo darse cuenta de que se trataba de una trampa. La tensión y el peligro aumentaron de repente, pero Ana se mantuvo firme y buscó rápidamente una estrategia para protegerse y enfrentar a sus atacantes. La situación se volvió desesperante y trágica cuando Ana presenció cómo Luis, en un acto de valentía, se acercaba a los niños y era atacado por el niño mayor, quien lo apuñaló en el abdomen. Ana, llena de impotencia y miedo, gritó el nombre de Luis mientras veía cómo los zombies se acercaban debido al alboroto. Las lágrimas inundaron los ojos de Ana, quien deseaba desesperadamente ir al lado de Luis, pero los atacantes no le permitían acercarse. A pesar de su temor y dolor, Ana se enfrentó a los seis atacantes en una lucha desigual. Entre lágrimas y con el corazón en la mano, peleó con todas sus fuerzas, sabiendo que si no los derrotaba, los zombies acabarían con la vida de Luis. Justo en ese momento, las hermanas de Ana acudieron en su rescate. Se unieron a la batalla contra los zombies, mientras su cuñado, llamado Furi, tomó a Luis y lo llevó rápidamente al interior. Ana, con lágrimas de felicidad y alivio, se enfrentó a los atacantes restantes y logró vencerlos antes de escapar entre la multitud de zombies. Finalmente, Ana logró asegurar a los dos niños y se dirigió al interior, aunque en un principio no tenía intención de salvarlos. Sin embargo, Ana conocía el corazón amable y gentil de Luis, sabía que él se hubiera sentido mal si algo les hubiera sucedido a los niños. Al llegar al interior, Ana pidió a su familia que encerrara a los dos niños. Luego se acercó a Luis, quien estaba inconsciente debido a la grave herida en el abdomen. Con determinación y preocupación, Ana solicitó a sus hermanas que le trajeran gasas para atender la herida de Luis, ya que planeaba coserla por sí misma. Con la ayuda de sus hermanas, Ana comenzó a limpiar cuidadosamente la herida de Luis, tratando de detener el sangrado y preparando todo lo necesario para suturarla. A pesar de la tensión y la ansiedad que sentía, Ana se mantuvo concentrada en su tarea, recordando los conocimientos que había adquirido en el mundo de los zombies y utilizando su destreza para brindarle a Luis la atención médica que necesitaba. Una vez que terminaron, Ana se sentó junto a Luis, esperando ansiosamente a que recuperara la conciencia. Mientras tanto, su familia permanecía a su lado, brindándole apoyo y aliento en esos momentos difíciles. Ana sabía que la recuperación de Luis sería un proceso largo y que enfrentarían muchos desafíos en el camino, pero estaba decidida a hacer todo lo posible para salvarlo y mantenerlo a salvo. El corazón de Ana se llenaba de tristeza y desesperación mientras veía a Luis inconsciente. Entre lágrimas, le suplicó que no la dejara, recordándole la promesa que habían hecho de no abandonarse mutuamente. El vacío en su interior era abrumador, y la idea de vivir una segunda vida sin Luis le resultaba insoportable. En ese momento de profundo dolor, la familia de Ana se unió a su lado, rodeándola con amor y consuelo. Sus padres, su madre y sus hermanas entendían la angustia que Ana estaba experimentando y la abrazaron con fuerza, tratando de ofrecerle el apoyo emocional que tanto necesitaba. A pocos metros de distancia, los padres de Luis también lloraban, compartiendo el mismo dolor y preocupación por la vida de su hijo. Las hermanas de Luis, con los ojos vidriosos, se unieron a ese abrazo familiar, buscando consuelo y esperando que Luis se recuperara.
Durante los siguientes dos días, Luis continuaba inconsciente, lo que generaba una gran preocupación en Ana. Con el fin de mantener su mente ocupada y hacer algo productivo, Ana decidía salir del refugio y luchar contra los zombies. Sabía que expandir el terreno y agrandar el refugio sería esencial para recibir a posibles refugiados y garantizar la seguridad de todos. Junto a sus tres hermanas, Lorena, Andrea y Araceli, Ana se aventuraba fuera del refugio cada día. Con valentía y determinación, luchaban contra los zombies, eliminándolos uno a uno para asegurar un área más amplia y segura. El trabajo en equipo y la colaboración entre las hermanas eran fundamentales para enfrentar a los peligros que acechaban en el exterior. A su vez, Verónica e Irina, las otras dos hermanas de Ana, permanecían en el interior del refugio cuidando de Luis y brindándole los cuidados necesarios. Se aseguraban de que estuviera cómodo y atendido mientras Ana y las demás se ocupaban de la expansión del refugio y la protección del grupo.

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