⸙ Capítulo 40 ⸙ - Búsqueda

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Bien. Sí es lo que realmente quieres, y sí eso te hará sentir mejor. Me iré.

Enid le sostenía la mirada, sin dejar que un ápice de remordimiento cruzara su rostro, y dejar en claro que le dolía. Ni siquiera ella podía creerlo.

Había echado a Yoko de la manada.

A su mejor amiga.

Levantó más el mentón, intentando mantener esa fachada, por lo menos hasta estar a solas.

—No lo harás— escuchó a la primera persona negarse a ello, y fue poca su sorpresa al ver que se trataba de Wednesday; al fin fuera de esa habitación —No vas a sacar a nadie de la manada, Enid.

—No. Está bien, Wednesday. Enid es la "Alpha", ella sabe lo que hace— dijo Yoko con suavidad, y resaltando la palabra Alpha.

—¿Y a dónde irás?— urgió desesperada, intentando buscar la mirada de Enid, pero ésta la mantenía puesta en la dirección contraria. Sí, estaba muy avergonzada por lo que estaba haciendo, pero su orgullo era aun mayor —Enid, esto es de locos. No puedes hacerle esto a Yoko...

Yoko no objetó nada al respecto, estaba a punto de marcharse, pero ver a la pobre humana tan frágil y a punto de empezar a llorar, no se contuvo a acercarse y abrazarla con fuerza. Estrujándola una vez más en sus brazos.

—Hey, tranquila. Todo irá bien, te lo prometo— alentó con voz cantona, y se alejó ligeramente; tomando su rostro entre sus manos. Llevaba plasmado en el rostro una de sus juguetonas sonrisas, y le limpió las lágrimas usando sus pulgares —Cuida bien de Enid, mundana. Pronto estaré de vuelta.

Yoko se apartó apretando los labios, conteniendo cualquier otro sonido que se asimilara al llanto. Ni siquiera hizo el ademán de dirigirle una última mirada a su mejor amiga, sólo bajó las escaleras. Pugsley la siguió sin rechistar, al igual que Marilyn.

Kristine casi choca con ellas mientras iba subiendo.

—¿Qué mierda acaba de pasar?— preguntó con total confusión. Pero ninguna respondió, y los terminó siguiendo hasta la habitación de Yoko —Hey, ¿Qué haces Yoko?

—Me voy, Kris— respondió cortante.

—Estás jugando— rió incrédula. Y se retractó de inmediato al verla sacar su ropa del armario por montones, junto a una mochila y una maleta: empezando a empacar —Ay no, no estás jugando. ¡¿Por qué?!

Marilyn se lanzó sobre la cama, empezando a sacar de la maleta lo que Yoko ya había acomodado.

—Mari, para— la sujetó por ambas muñecas. La pequeña hizo un puchero —No hagas eso, Marilyn.

—No te vayas Yoki, todas sabemos que Enid sólo estaba molesta. Son mejores amigas. ¡No estaba pensando claramente! Lo arreglarán, ustedes siempre lo hacen.

Huuu. ¿Me regalas ésta blusa?— escuchó a Kristine preguntar.

—No— dijo exasperada, de inmediato le quitó la prenda que tenía entre manos, volviendo a Marilyn nuevamente —Sé que así será, Mari. Pero quizás ésta sea la manera para que Enid al fin abra los ojos.

—Yo iré contigo— anunció Pugsley, entrando a la habitación.

La pálida negó con la cabeza, mirándolo con una sonrisa triste.

—Tú hermana te necesita, Pugsley. Y yo necesito que te quedes, que todos se queden, y hagan algunas cosas por mí— admitió con cansancio —Estaré bien.

⸙ LUNA ⸙  WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora