08.

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—El fuego salvaje nunca me ha lastimado, ¿y me vas a decir que ésta cosa llamada encendedor me va a quemar solo porque no quité mi dedo a tiempo? —Jeongin miraba divertido a un muy enojado Chan a quien intentaba enseñarle a encender la hornilla por su cuenta.

—Es un movimiento rápido hyung, nada muy difícil —dijo él, tomando el encendedor y ejecutando la acción de manera fácil— ¿Lo ves? Puedes hacerlo.

—Prefiero usar tu microondas. —dijo Chan aún ofuscado mirando su dedito pulgar levemente sensible y Jeongin acarició un poco sus grisáceos cabellos; el mayor soltó un gruñido.

La dinámica entre ellos era un poco más ligera ahora. Se llevaban bien, era fácil conversar. La verdad es que Jeongin también se estaba acostumbrado a tener alguien que les espere en casa después de llegar del trabajo. Era una sensación reconfortante.

—Ven, déjame ver tu dedito —dijo el menor, llevando la mano de Chan al agua fría del lavaplatos. Después de secarlo, untó una crema aceitosa para quemaduras. Quizás nada de eso era muy necesario pero le gustaba atender a los demás, y notar como el alfa miraba con atención todo lo que hacía le ocasionaba un retumbar intenso en su pecho.

—Eres muy atento, ¿te gusta cuidar de los demás?

—¿Eh? Oh, bueno sí, creo que se me da fácil —sonrió, bajando  después la mirada en un gesto que a Chan se le hizo más que tierno.

Sostuvo aún la mano contraria, la cual se veía palida, con las puntas de los dedos rojizos y con venas marcadas en comparación a las suyas. Se sonrojó por estar detallando aquello y al levantar la mirada, notó los ojos del mayor viéndole con esa sonrisa ladina en su rostro— e-eh, ¿quieres que revise tus vendas?

Dijo cambiando de tema al recibir un asentimiento del peliplata y ambos se dirigieron al mueble después de buscar el botiquín. —Veamos cómo vas...

Al destapar las vendas de su antebrazo, Jeongin notó que cicatrizaban bien, pero no pudo evitar hacer una mueca de dolor al ver las no muy pequeñas hendiduras que las conformaban.

—No puedo creer que aún haya gente haciendo esto... —murmuró llamando la atención de Chan a la vez que desinfectaba la zona con una gasa limpia— es horrible.

—Lo sé. Pienso en, ¿qué tal si no hubiese sido yo sino un cachorro de mi manada? O un animal o híbrido mucho más pequeño. Tuve suerte de poder abrirlas, esas malditas cosas se te encajan en la piel...

Jeongin asintió, sintiendo el ambiente levemente tenso repentinamente. No era muy incómodo, solo, es como si algo externo lo hiciera quedarse inmóvil.

—Lo siento, pienso en ello y me causa ira... es mi olor.

—¿T-tu olor? —preguntó confundido, ya que según él no percibía nada.

—Mis feromonas. Ustedes los humanos no las liberan con tanta fuerza, pero allí están. Por lo que sé, huelo a pinos —sonrió leve Chan, un poco sentido de que el menor no pudiera percibir muy bien su aroma.

Pero la verdad es que prestando atención, sí podía hacerlo.

Invadido por la curiosidad, Jeongin se acercó un poco más a Chan quien estaba inclinado, sosteniendo su cabeza sobre su puño en el espaldar del mueble e inhaló profundamente a penas más cerca del descubierto cuello ajeno, todo bajo la atenta mirada contraria quien liberaba mejor su aroma desde la glándula en su cuello.

Se alejó un poco, sonrojándose debido a aquél acto. Era más que cierto, Chan olía mejor que cualquier fragancia artificial o basada en lo natural que él haya podido percibir.

Si lo pensaba tenía sentido. No era la primera vez que el platinado lo hacía.

El mayor no chistó para tomarle del mentón al notar la carita ida, casi hipnotizada del niño, soltando una risa por eso y acercó su rostro sintiendo como el otro soltaba un suspiro entrecortado.

In The Forest 🐺 || ChanIn.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora