Tensión

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—¿Por qué no he renunciado?

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—¿Por qué no he renunciado?

Sentado en su escritorio, Muzan murmuraba para sí mismo, no estaba haciendo nada, no leía los informes, no llenaba hojas que serían inútiles, no se quebraba la cabeza haciendo los trabajos que Michikatsu había dejado pendientes.

Simplemente no hacía nada, no reaccionaba, recargado completamente en su silla, viendo hacia el techo, como si fuera lo más interesante del mundo.

—Cualquier error y me corre.

Susurró, no sabía realmente si eso lo ponía de buenas, o por el contrario, lo ponía de malas.

—Y ese tipo, ¿por qué me miraba de esa manera?, ¿qué acaso tenía algo en la cara?

En definitiva, si Michikatsu y el viejo le estaban jugando una broma, se iría de allí inmediatamente.

—No creo que sea una broma, Michikatsu no se prestaría para algo tan insignificante como jugarme una broma, él no es tan idiota como el viejo.

Se reacomodó en su silla, la cabeza estaba por explotarle, definitivamente un día de estos le daría migraña por culpa de los Tsugikuni, por culpa de su maldito padre, por culpa de su madre.

—Quiero pastel de fresas con crema.

Decidió desviar su atención hacia otra cosa, realmente tenía hambre, y no es como si Tsugikuni le dejara ir a almorzar.

—Cuando salga del trabajo compraré uno.

—Cuando salga del trabajo compraré uno

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—Por fin.

La hora de salida había llegado, no pensaba hacer horas extras, no estaba lo suficientemente loco como para quedarse otro mísero minuto allí trabajando.

—Maldito Michikatsu, ¿por qué no puede terminar su trabajo? Siempre tiene que dejármelo.

Guardó todas sus cosas, esos disque gemelos lo tenían harto, y eso que uno de ellos no estaba y al otro apenas lo conocía.

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