Capítulo: 25.

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Ellie

Me despido de la paciente agitando la mano.

Vaya chica que me han dado ganas de apuñalar pero como soy éticamente profesional pues no he podido.

Dejen, los pongo en contexto. Ha estado en la clínica durante más de dos horas y media, llevándome la contraria y diciéndome que era lo recomendable para el bienestar de su propia salud. Intentaba decirme qué hacer, cuando yo era la nutrióloga, no ella.

Pues eso me pasa por inclinarme a una carrera en donde tengo contacto directo con las personas.

Vaya lío.

En fin, la tarde ha transcurrido lo más ligera posible que otros días. La verdad es que no hay ningún alboroto como el de la semana pasada en donde una señora comenzó a gritar cuando una de mis colegas estaba a punto de inyectarla. Es que no logro entender, ¿por qué debes fijar la vista justo en el momento en el que la aguja te pincha?

Entiendo que ocurra en niños, porque... vamos, son niños pero ¿en adultos? Dios, y lo peor de fue que después de gritar, comenzó a imaginarse su propia sangre brotando del brazo o que la aguja se quebraba dentro de su piel y se desmayó.

Más dramática no podía ser.

Gracias al cielo que no soy la doctora en medicina general de la clínica, al menos no lidio con esos "detallitos" por no decir: Putadas.

La conclusión y dejando de desviarme del tema, es que... bueno. He estado lo suficientemente ocupada para no pensar en el idiota de Forest y...

¡Mierda! ¡Lo acabo de hacer!

Ahg...

Me restriego los ojos. Observo cansada el reloj sobre mi muñeca y aun me hacen falta tres horas para acabar mi jodido turno.

¿Lo mejor del día? Únicamente ha sido comer y no tener que verles la cara a los pacientes durante la hora del almuerzo (aunque suelo tener presente, que sin ellos no ejercería mi profesión y no es que tenga algo en contra de los comensales que frecuentan la clínica, lo que pasa es que no me gustan las personas para que quede claro ¿eh?).

¿Y, lo peor de mí día? Es que no he podido sacarme de la cabeza al maldito de Forest y a la desesperación que siento porque me responda los mensajes.

Mi última conclusión ha sido que: Necesito urgentemente un café.

No soy amante de la cafeína pero necesito estar lo más despierta posible por lo que, pienso en una dosis del mismo. Apoyo las palmas sobre la mesa y con desgana me inclino hacia arriba. Siento el cuerpo tan pesado y mi cabeza me está murmurando: «No te muevas, permanece sentada que a nuestro sistema no le gusta hacer ni el mínimo esfuerzo.»

Ahhh...

Permanezco en donde estoy, aun incorporada y, respiro una, dos, hasta tres veces porque no me gusta estar con sueño durante el trabajo y aunque existen ocasiones en que el aburrimiento me gana, sé que este es mi esfuerzo y no sería feliz haciendo algo ajeno y que no se relacionase con las ciencias médicas.

Así que eso, a echarle ganas porque la vida es un jodido dolor de culo que nos cobra hasta el mínimo esfuerzo por respirar y mi subconsciente me indica que, hay que patearla con fuerza por ser tan cabrona.

Solo a veces ¿eh?

Decidida me dirijo hacia la puerta, misma que abro y cierro a mis espaldas.

Ah, increíble. Ruedo los ojos, incluso ahora estoy de paranoica porque a lo lejos percibo su voz en la clínica.

Caos totalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora