Capítulo: 16.

98 14 3
                                    


Como que ya sabemos quién le va a romper el corazón al otro ¿No? jsksjs 

Forest

—Hola a ti, la chica que me gusta. —suelto con una sonrisa pícara que se me da con naturalidad pero lo que ella no sabe es que, aunque luzca relajado en el fondo siento un jodido nerviosismo.

Ellie no respondió a mis mensajes, no nos hemos visto desde el fin de semana y antes de eso me había pedido que no la buscara y es precisamente eso lo que estoy haciendo.

Vaya...

—Hola, Forest.

No puedo ocultar la satisfacción que me genera escucharla. Iniciamos bien, venga que se puede.

La cuestión es ¿La beso o no la beso? Ahora es ese el dilema en mi cerebro pero, a la mierda la beso.

Doy un paso hacia adelante acortando la distancia entre ambos, espero a que ponga una mano sobre mi pecho o sobre mi rostro para evitar el contacto pero no lo hace. Mentalmente sacudo las inseguridades que he acumulado en esta última semana y acunando su rostro la beso.

Emito un ronroneo al sentirla. Jodida delicia, como la había extrañado.

—Esta si es una bienvenida grata —murmuro sobre sus labios, puedo sentir los suyos curvearse hacia arriba.

Estoy siendo muy obvio, pero a la mierda. Que vea cuanto me hace sentir.

— ¿Es que acaso habías extrañado besarme, idiota? —sé qué está jugando conmigo por la forma en que bate sus pestañas, en la manera tan juguetona en la que se acerca y en la que me mira pero si, la estoy dejando ganar.

Si y no sabes cuánto —quiero responderle.

En su lugar digo: —Puede que sí, puede que no ¿Quién sabe? —relamo mis labios y me encojo de hombros. 

Ella rueda los ojos al mismo tiempo en el que me da un codazo.

—¿Qué haces aquí? —pregunta con curiosidad y con un tono amable impropio de ella.

—¿Qué haces tú fuera de clases? —Me cruzo de brazos aun con la cercanía, me enderezo y la miro desde arriba— Tus clases terminan en media hora, señorita.

—No respondas una pregunta con otra pregunta.

Veo como trata de disimular el sonrojo que se acumula en sus mejillas, para distraerse y a mí de la realidad quita el liguero que sostiene su cabello en una coleta. Los mechones caen como cortinas a su rostro y no puedo dejar de pensar lo hermosa que es. La miro unos segundos más de los necesarios y cuando siente el peso de mi mirada, me detalla.

Debo girar el rostro y mirar a otro lado para que no vea como la sangre me bombea por todas partes y no solo en el pecho, carraspeo incómodo y vuelvo a preguntar sobre dicho tema.

Puede que me distraiga viendo lo asquerosamente perfecta que es pero eso no significa que no le preste atención a su horario y a sus actividades. Aunque la verdad nunca me ha hablado de eso y he tenido que investigar con su mejor amiga y también por mi propia cuenta, como asistiendo a la universidad en horarios que no son los suyos.

—Yo, hum... —muevo la mano para que continúe hablando— El licenciado que imparte la asignatura se enfermó y nos dieron los periodos libres.

Mentirosa.

—Eso no es verdad —respondo sin dejar de verla.

—Si lo es ¿Por qué no me crees? —me alarmo cuando comienza a subir el tono pero hago mi mejor intento por no pelear cuando masculla lo siguiente: —Aquí, el que es un mentiroso eres tú, no yo. Yo no engaño a diferencia de otros.

Caos totalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora