𝗡𝗜𝗡𝗘: 𝗪𝗵𝗮𝘁'𝘀 𝘄𝗿𝗼𝗻𝗴 𝘄𝗶𝘁𝗵 𝘆𝗼𝘂?

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Días después.

Cuándo Gülbahar se sintió lista para levantarse de su cama
lo único qué hacía era tener en brazos a su pequeño, estaba tan feliz de tenerlo.

Las puertas fueron abiertas entrando por estás el principe Selim, la joven hizo una leve reverencia.

— ¿Cómo está mi pequeño? — Preguntó mientras acariaba la mejilla del bebé.

— Está bien, realmente es muy tranquilo. — Gülbahar sonrió.

— Eso es bueno preciosa, ¿puedo cargarlo? — Selim miró a la joven con una mueca.

— Por supuesto mi alteza. — La joven enseñó al príncipe como colocar sus manos y una vez qué las tuvo en una buena posición, le entrego a su hijo.

Gülbahar veía está escena con ternura, ver a Selim le agradaba. Mientras el príncipe sostenía su mirada en su hijo ella lo miraba, cada detalle de su rostro le gustaba por inercia sonrió.

Desviando su mirada a los aposentos recordó por lo qué fue traída y la trágica muerte de su amado, haciendo qué esa sonrisa en un segundo se esfumara

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Desviando su mirada a los aposentos recordó por lo qué fue traída y la trágica muerte de su amado, haciendo qué esa sonrisa en un segundo se esfumara.

— ¿Qué sucede contigo? No puedes dejar de amar a Daniel. — Pensó Gülbahar con enojo.

— Le gusta mi voz. — Habló el príncipe haciendo qué Gülbahar saliera de su pequeño trance.

— Su voz es hermosa alteza. — Dijo para después rodar los ojos.

— Mira, mira como sonríe. — Selim dijo emocionado.

 — Selim dijo emocionado

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— Es hermoso, ambos. — La joven sonrió.

— Gracias Gülbahar, gracias por devolverme esa felicidad qué creí perdida. — El príncipe dijo con total sinceridad causando un ligero dolor en el pecho de la joven.

Gülbahar no dijo nada simplemente se limitó a sonreír para después acercarse a él y besarlo.

( . . . )

Estambul.
Palacio de Topkapi.

Mientras qué en este lado no todo era felicidad pues, la sultana Hürrem dentro de sí no creía en las palabras qué Gülbahar le había dicho días atrás, ella más qué nadie sabe qué la joven no está enamorada de su hijo, sin embargo quiso darle una oportunidad y ahora no puede hacer nada para quitarla del camino.

— No puedo creerlo madre, ¿entonces por qué la enviaste con el? — Preguntó la sultana Mihrimah con preocupación y confusión.

Una vez qué llegó a Topkapi pidió ver a su hija para contarle todo y ver sí ella podía ayudarla con un plan para sacar a la joven del corazón del príncipe

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Una vez qué llegó a Topkapi pidió ver a su hija para contarle todo y ver sí ella podía ayudarla con un plan para sacar a la joven del corazón del príncipe.

— Lo hice pensado en la felicidad de Selim, pensé qué Gülbahar se enamoraría de el así como yo lo hice con el sultán. — La sultana Hürrem posó una de sus manos en su frente, señal de frustración.

— Madre — Mihrimah tomó la mano libre de la sultana. — ella no es igual qué tu, debiste pensarlo mejor cuándo te dijo qué el único en su corazón era aquel hombre qué dejo en Venecia.

— Lo sé hija, lo sé. Me arrepiento tanto, se qué Gülbahar hundirá en un pozo de tristeza a mi hijo. — La sultana fruncio su seño cuándo dijo esas palabras.

— Lo único qué queda por hacer es conseguir una nueva mujer, aliarla con nosotras para acabar con Gülbahar. — Mihrimah sugirió.

— ¿Crees qué Selim les haría caso? Está muy enamorado de Gülbahar qué ni a Dilşah recibe. — Dijo la sultana con enojo.

Mihrimah miró a otro lado con enojo, Selim había caído en los encantos de una mujer qué no lo ama y ni para confesarlo en una carta por qué el no haría caso y Gülbahar lo negaría

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Mihrimah miró a otro lado con enojo, Selim había caído en los encantos de una mujer qué no lo ama y ni para confesarlo en una carta por qué el no haría caso y Gülbahar lo negaría.

Tenían qué idear un plan y lo más rápido posible sí no quería qué su hermano, por muy poco qué lo quiera, sufra.

( . . . )

— ¡Atención, la sultana Gülbahar! — Informó Canfeda al harén.

Las muchachas se levantaron rápido para hacer una reverencia, Gülbahar se sentía extraña ante eso pero le gustaba.

— ¿Dónde está Dilşah? — Preguntó a la encargada del harén.

— Está preparándose para estar está noche con su alteza, mi sultana. — La Kalfa respondió.

— Gülbahar volteó a ver a Canfeda. —  ¿El príncipe la llamó?

La mujer negó, haciendo qué Gülbahar la mirará con diversión.

— Bien...llévala, seguro el príncipe no la aceptará. — Dijo soltando una pequeña risa para después marcharse del harén.

Tal como lo había predicho Gülbahar, el príncipe no acepto a la rubia si no qué, pidió por su amada sultana.






























































































































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