2. Desconocido.

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Anthony se encontraba en su oficina, tenso aún por lo sucedido el día anterior, le pesaban los hombros y los ojos debido al poco tiempo que durmió, nunca pensó que una cosa como esa podría pasarle a él, ¿Qué probabilidad había de que pudiese pasarle?

Se maldijo al menos unas mil veces en la cena y unas mil más mientras lavaba los trastes que minutos antes habían utilizado, y aún más cuando vio a Peter, el prometido de su hijo llegando al lavatrastos con un vaso en su mano.
Previamente había dicho que lavaría los trastes él, solamente para salir de allí, en dónde el hombre que había estado brincando sobre sí en un baño, le tomaba la mano a su hijo.

Pero allí estaba el susodicho.

—No tienes que lavarlo, dámelo, yo lo hago... — ofreció el mayor.

—No, no tengo ningún problema en hacerlo — dijo Peter en un tono extraño, no coqueto pero quizá con migajas de lascivia y por supuesto qué Anthony lo notó.

—Dámelo —casi exigió el mayor.

Él lo tomó y Peter con descaro le tomó la mano y se acercó.

—Hey, detente —espetó Anthony, sin dar un paso atrás, ambos serios y frente a frente, la tensión era palpable.

—¿De qué hablas? —burló Peter, igual de serlo, llevando sus dedos mojados (por el agua que le había compartido anteriormente el hombre que tenía enfrente) hasta el antebrazo descubierto del mayor ya que tenía la camisa remangada.

—Están en la sala, por favor.

Peter dejó de tocarlo, Anthony agradeció mentalmente, pero sentía los dedos de Peter aún en su piel como si esos hubiesen quemado su piel, y se miraron a los ojos por unos segundos, ambos esperando que alguien diera su brazo a torcer sin embargo fueron interrumpidos por Harley quien entró a la cocina.

—Hey, Pete, cielo, ¿dónde estabas?

—Ah, justo aquí, conversaba con tu padre, justo iba para allá.

Harley observó a su padre y este le sonrió tratando de parecer normal.

—Bien vamos. —dijo Harley y se marcharon de la cocina en camino a la sala.

Aún pensaba en eso, en como su vida había dado un giro totalmente inesperado, en como ese hombre, que fácilmente podría ser su hijo, subía y bajaba una y otra vez sobre su pene duro.

Recordarlo le regresó la misma erección como la de la noche en que lo vió por primera vez, sin saber quién demonios era. Si tan solo lo hubiera sabido... ¿La historia hubiese sido otra?

Un sonido lo sacó del trance en el que se encontraba, era su celular.

Lo tomó y observó el "desconocido" en la pantalla, por un momento imaginó que era él, rápida y mentalmente se llamó idiota y contestó.

—¿Hola?

Nada, silencio, a lo lejos solamente se escuchó el sonido de una respiración levemente agitada.

—¿Hola? —habló más alto.

—Hola, señor —efectivamente era él, quien había imaginado, no lo conocía de toda la vida pero la voz era inconfundible.

—¿Qué mierda te pasa? ¿Cómo conseguiste mi número?

Silencio nuevamente, y la respiración otra vez. Se sentía una auténtica mierda porque la situación lo excitaba a más no poder.
Esa contradicción del bien y el mal, el cielo y el infierno, el razonamiento y la lujuria...

—Ven, quiero verte...

Tony estaba por negarse cuando Peter colgó, dejandolo allí, helado y con un problema en sus pantalones.
Él era un hombre de moral, no podía dejarse llevar, y su subconsciente como un aguafiestas le recordaba que había engañado a su esposa más veces de las que podría recordar.
Se sintió asqueado al recordar su famosa excusa: "A veces necesito también de algo diferente"

El padre de mi novio. (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora