(9) ― tentación

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— Suenas animado ¿Paso algo? — me pregunta Tom mientras lo tengo en el altavoz del auto... y tiene razón.

No puedo evitar sentirme más animado después de haberme encontrado con Olivia en el restaurante... sí que era una sorpresa saber que la chica con la que me había acostado era nada más y nada menos que la cuñada de mi mejor amigo. Ya podía imaginar lo mucho que iba a poder molestarlo a partir de ahora.

— No lo creo — miento, pero sé que no me cree

— La última vez que hablamos no sonabas así — señala y suspiro conteniendo una risa

— La última vez que hablamos estabas en Italia ignorando mis llamadas —acuso a mi amigo, pero oigo como rio

— No te ignoraba, estaba trabajando. Un termino con el que no creo que estés familiarizado — señala él y suspiro porque era algo que podría considerarse cierto.

No consideraba mi trabajo como un trabajo, así que las horas de trabajo para mi eran horas que solo pasaba ansiando poder subirme en el monoplaza otra vez. Es un poco contradictorio porque lo único que hago es trabajar o pensar en trabajar, pero tampoco se siente como trabajo.

— Primero me llamas adicto al trabajo y luego dices que no sé lo que significa trabajar ¿Podrías ponerte de acuerdo? — le pido y ambos reímos

— Me pondré de acuerdo cuando actúes de forma lógica — responde él

— De acuerdo, no creo que eso vaya a pasar pronto, así que ¿Cuándo vamos a vernos? — digo, pero trato de pensar en que voy a hacer las próximas semanas, aunque soy yo quien ha preguntado y mi amigo parece dudar un poco

— Voy a estar en Mónaco la próxima semana ¿Quieres que nos veamos? — propone luego de unos segundos y asiento — ¿Vas a estar en Monte Carlo? O ¿Piensas huir de mí? — bromea y rio

— Yo no huyo de nadie — digo intentado defenderme

— Claro que sí, Charles — cuestiona riendo — Odias que te diga la verdad a la cara y por eso huyes cuando sabes que estaré en Monte Carlo — señala él y tiene razón... en la parte de que odio que siempre intente decirme que estoy equivocado... pocas personas lo hacen: mi madre, mis hermanos, Eric e Izzy... y Tom.

Pero la verdad es que, se ganaron el derecho de poder decirme la verdad, aunque no fuera lo que quiero escuchar, porque me conocen desde hace tanto tiempo que a veces es difícil recordar cómo era mi vida antes de ellos. Y me han visto en mis peores momentos y también en los mejores, pero para ellos no son buenos o malos momentos... son solo momentos que han estado conmigo y por eso no me quejo cuando quieren decirme algo.

Porque no es sobre si tienen razón o no, o si yo estoy haciendo lo correcto. Es sobre tener a alguien que te acompañe y sé que ellos me acompañan siempre porque son las únicas personas con las que puedo hablar o beber y sé que no van a publicar una foto conmigo una vez que termine la cena. Ellos simplemente... están conmigo.

— No, tengo una agenda apretada y que cambia todo el tiempo, pero eso ya lo sabes — me defiendo — pero la próxima semana voy a estar en Monte Carlo por mi trofeo de Bahréin, así que espero que estés listo verlo — añado y él acepta — estoy llegando al circuito ¿Hablamos después? — pregunto

— De acuerdo, avísame cuando tengas tiempo libre ¿Si? Suerte en la carrera el domingo — se despide él y se lo agradezco.

Una vez que logro estacionar mi auto, no hago el camino por el paddock, sino que voy por detrás de las escuderías para evitar un poco la gente. Solo es día de prensa, pero cuanto más pueda evitarlo, mejor. Mia ya había agendado más cosas de las que podía soportar, pero no tengo muchas opciones.

Corazón sin frenos » Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora