Capítulo 1

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04 DE MARZO DE 2023

LANÚS, BS.AS ARG

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JULIETA

Apago la televisión con bronca y con los ojos llorosos cuando veo todo lo que había pasado en el partido de River Plate contra Lanús.
A pesar de que los riverplatenses habían ganado 2 a 0, había sido sin duda un partido polémico, en el que se generó violencia y hubo peleas, sin contar las agresiones que habían vivido los jugadores dentro de la cancha, sobre todo a Enzo Díaz.

Al no jugarse en el Monumental, no pude ir a ver la victoria de River, aunque me hubiera gustado, pero sabía que de todas maneras tenía la oportunidad de ver algún partido, quizá la próxima. A mi favor, mi papá es uno de los kinesiólogos del equipo, y mi mamá una de las psicólogas que asesoran. Sin duda podía considerarme una privilegiada, pero no es tan así como todos piensan. Mi madre gastaba la mitad de su vida en ese club, casi ni estaba presente en casa y los problemas de ahí la intoxicaban en su mayoría, tanto que los traía a casa, si es que estaba. En cambio, mi papá disfruta de su trabajo, pero lo equilibra con su vida personal. Siempre que puede nos lleva a mí y a mi hermano mayor a ver algún que otro partido, y tenemos pase VIP por ser familiares. Esa es la parte buena y la ventaja en todo esto.

De todas maneras, con mi hermano nos habíamos hecho amigos de algunos jugadores, no de todos, pero de un par. Con algunos nos llevamos más y con otros menos.
Mi hermano se relaciona más con Solari, Beltrán, Barco, Borja, Enzo Pérez y Enzo Díaz, mientras que yo solo me trato con Enzo Díaz, Borja y Aliendro: son un cago de risa esos dos.

Pero... Con Enzo Díaz es otro tipo de relación, no sólo nos llevamos como amigos sino también que en una de las tantas fiestas del plantel, al que fuimos invitados mi hermano y yo, los dos nos pusimos en pedo y terminamos cogiendo por un "desliz" en uno de los baños de la casa de Beltrán.

Te lo puedo explicar Vikingo.

Después de ese día nos empezamos a llevar mal, estábamos raros los dos, y todo el mundo lo notaba. Éramos bastante obvios, hasta que mi hermano nos obligó a hablar y a solucionar las diferencias porque según él "estábamos insoportables" y tenía que darle la razón.

Pero nuestra forma de solucionar las cosas fue cogiendo en su departamento, y después de eso no me volvió a hablar. Ni siquiera me escribió. Nada. Solo me saludaba.

Así que decidí fingir demencia y me comencé a llevar mejor con varios jugadores.

—Julieta la concha de tu hermana —se escucha el grito ensordecedor de mi hermano Matías, que viene de la cocina de nuestra casa.

DESEO | Enzo Díaz, Enzo PérezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora