En la fresca mañana antes de que los sirvientes del castillo Homliord se levantarán a sus deberes una chica delgada y alta de cabellos rubios que le llegaban a la cintura esperaba grácilmente debajo de un roble; al escuchar los pasos acercarse volteó su bello rostro ligeramente enrojecido por el frío, sus enormes ojos cafés se iluminaban mientras escondía un secreto.
Brishen había recibido una carta en la noche proveniente de su señorita Alizée que lo citaba a primera luz del día; ansioso apenas pudo cerrar los ojos para dormir y se despertó antes de la hora. Nunca antes habían hecho el verse a escondidas, lo que sea que fuera a decir la señorita Alizée debía ser muy importante y él haría lo que fuera por ella; en sus primeros años sufrió en la pobreza, marginación y en la total ignorancia hasta que conoció a Sir Alonso que lo recogió de las calles pasando a vivir en un pequeño cuarto compartido con otros chicos, trabajaba desde la mañana hasta la noche viendo como a los amos a quienes servía se regocijaban en riquezas de todo tipo; él soñaba con un día gozar de esas comodidades pero siempre se vió en las mismas en su mente se hacía a la idea de que un pobre siempre será pobre aún en la muerte, los ricos vivían en un mundo distinto donde jamás de los jamases se unirían hasta que ese día llegó y chocaron, una niña tímida y mimada y un sirviente torpe, ella se había convertido en su salvación de un rincón sucio y oscuro.
Mientras se acercaba Brishen veía como su señorita se ponía nerviosa, como un ratoncito.– Linda mañana mi señorita Alizée, estoy a sus… —en ese momento Brishen se congeló, un leve aroma a rosas llegaba a su nariz y unos brazos delgados le abrazaban.— Señorita…
– Oh Brishen, te lo pido no me apartes.
Brishen no creía lo que pasaba, tardó un rato en entender quien lloraba en su pecho a lo que decidió tomar en sus brazos a la triste dama.
– Mi señorita dígame quién le ha hecho sufrir para castigarlo. —dijo Brishen mientras acariciaba la cabeza escondida en su pecho.
– Brishen… mírame. —dijo Alizée con un lamento.— Yo voy a casarme antes de lo acordado… —tomó las manos de Brishen y le mostró la mirada más tierna que alguien enamorado puede dar— Pero es a ti a quien le pertenece mi corazón, al latir dice tú nombre y ya no hay lugar para nadie más.
Brishen estaba feliz y confundido a la vez, ya que ella pudo casarse sin decirle tal confesión que lo ilusionaba con un futuro juntos.
– Alizée —dijo mientras acariciaba el suave rostro del cual jamás pensó que podría tocar— No podemos estar juntos, no tengo nada que darte. Y tú me das más de lo podría merecer.
– No es cierto, no hay nada más que quiera que estar a tu lado. Tú eres él que me ha dado tanto que estoy en deuda contigo. Pero ahora solo me basta con que digas que sientes por mi. —mordió sus rosados labios intentando calmar su temblor.— Si me dices de nuevo que nunca estaremos juntos lo entenderé y me iré pero…
– Pero… si te pido que me escojas, lo harás. —dijo mientras su dedo rozaba los labios de Alizée.— Renunciarías a tú familia por mi.
– Sí, lo haré. —respondió rápida y decidida.
– Jamás podría obligarte a hacer algo así, se lo mucho que los amas. Ojalá y fuera alguien digno ante los ojos de todos para poder estar a tu lado. —intentaba controlar las ansias de tomarla y huir con ella.
– Pero si ya lo eres para mí.
Al Alizée decir eso Brishen no se pudo controlar más y con delicadeza beso esos labios dulces, tomó con cuidado la rubia cabellera y la pequeña cintura, no quería dejarla ir, temía que todo volvería a ser como antes. Para ellos el tiempo se había detenido al estar con lo que más querían; el beso fue interrumpido por el aviso de un gallo, sabían que se tenían que ir pero ni uno soltó la mano del otro.
– Alizée no importa a dónde vayas o con quién te cases, yo estaré a tu lado. Protegiéndote. —Brishen decidió tomar el primer paso besando la pequeña mano.— Debes volver, si te ven conmigo a estás horas serás regañada.
– Me siento tan feliz que me importa poco si nos descubren pero sé que el castigo para ti sería horrible. —Alizée lentamente fue soltando la mano de Brishen— Prometes estar siempre a mi lado.
– Lo prometo. —dijo Brishen dándole una sonrisa.
Brishen dejó que los dedos de Alizée se deslizaran de los suyos y la vio partir, mirando como al caminar su largo cabello se movía y su figura se hacía más pequeña. Él se quedó un rato más esperando a tranquilizar sus emociones que le pegaban en el pecho exigiendo salir.
Decidió ir al patio de armas y entrenar para distraer su cabeza de pensamientos estúpidos, ya era bueno en el manejo de la espada aún así él quería más, aún más; al fin había encontrado su motivador, antes le daba miedo decir qué es lo que quería pero hoy sentía que todo podía ser posible. Sir Alonso se sorprendió de verlo mucho antes de la hora de entrenamiento y con gran espíritu, Brishen se esforzaba últimamente mucho pero parecía que vagaba sin rumbo, él sólo decía que subiría de puesto y Sir Alonso creyó que sería como todos los demás sin pasión a ser caballero.– Sir Alonso, estoy listo para subir al otro nivel del entrenamiento. —dijo Brishen con un rostro que Sir Alonso jamás había visto en él. Una sonrisa ganadora y con ojos de emoción.
Él castillo Homliord al pasar las horas tenía más movimiento, cuando dio el mediodía Sir Alonso detuvo el entrenamiento y se retiró. Brishen sabía la razón, se limpió y se dirigió a la entrada principal, ahí la vió. Ella se veía aún más bella que antes; camino para verla más de cerca y al estar casi a lado ella volteó a mirarlo, sus ojos lo decían todo no había necesidad de hablar. Su hermano hizo que Alizée subiera al carruaje y con toda la familia dentro partió. Brishen apretó sus puños y se fue a seguir entrenando, quería evitar los murmullos de los sirvientes.
En la noche antes de la cena llegaron los duques lo que sorprendió a todos, se suponía que se quedarían unos días para la fiesta de compromiso y la boda sin embargo ahora se encontraba el Duque enojado escupiendo maldiciones hacía la familia Ducktor. Ya en la cena con los caballeros que acompañaron a la familia soltaron todo lo que pasó, Brishen terminó de comer y se retiró a su habitación para soltar una risilla que intentó ocultar.– Estúpido Enzo ¿Cómo pudiste hacer tal insulto a Alizée? Y en tu propio castillo con los duques de testigo. Esta es una buena oportunidad para demostrar al Duque que soy digno de estar a lado de Alizée. —con una vela apenas alumbrado el oscuro cuarto Brishen planeaba como ganar respeto cuando recordó la guerra— Si ayudo en la victoria por parte del rey él tendría que darme un reconocimiento y título, así podré casarme con Alizée y nadie podría quejarse si el rey lo permite.
La noche era aún más fría que otras, todos empezaron a caer dormidos mientras en el cielo la luna nueva advertía de cambios y amenazas mientras una joven la miraba desde su ventana feliz sin conocer su aviso.
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Lo hice por ti
Короткий рассказDesperté en una novela que leí antes siendo la villana de la historia que muere a manos de los protagonistas masculinos, ahora trató de vivir sin seguir con el libro. Disfrutare de esta nueva vida con mi familia y me enfrentare con aquellos que me q...