Capítulo 08

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Esa noche el no llegó a casa, ni una llamada recibí al día siguiente no fui a recibir la segunda dosis del tratamiento. No quería salir de mi casa...Todo se destruía...

Pasaron tres días sin saber nada de Aidan y cuando por fin lo vi el estaba en un estado de ebriedad, esta demasiado ebrio como para darse cuenta de lo que decía...

Cuando despertó, no me miraba toda nuestra relación se había vuelto monótona, era como si 2 extraños compartieran la misma cama sin tener algo en común o algo que los una, otra vez vino tomado y lo deje que el haga lo que quería..

En la oficina incluso se volvió monótono antes el venía y me sorprendía con un ramo de flores, chocolates o cualquier cosa, pero ya no era así el no era mi esposo no era el hombre con el que me enamoré .

---Señora necesito que firme estos documentos   -me dijo con una leve sonrisa-

---Permíteme  -me los entregó y firme-

---Gracias por su firma, le traigo algo?  -me miró con su típica sonrisa-

---No aún, corre descansa un rato si es tu hora de almuerzo debes comer por ese bebé que está dentro tuyo  -ella asintió y se fue-

Suspiré, incluso ella podría sentir esa felicidad pero yo...Bueno no importa.

Una semana la peor semana que pasé salvo que cuando estaba con mi mamá o tenía a alguien que me haga reír por ejemplo mi hermano, parece un payaso cada vez que le digo algo serio me hace reír con sus ocurrencias y todas sus gracias que hace.

Aparte mi ánimo esta bien porque hoy hablaría con Aidan sobre nosotros, siento que todo ira bien, salí de mi oficina pero algo estaba raro. Sentía varias miradas sobre mi y murmullos que no lograba entender por la distancia de donde provenían pero igual se me hacía algo incomodo. Tomé mis cosas y fui a la oficina de mi esposo, mis nervios aumentaban cada vez más que me acercaba, antes de abrir la puerta tomé una gran bocanada de aire y entré.

Pero todas mis expectativas se fueron a la mierda al ver el estado que el tenía, sus ojos estaban rojos y cristalizados, su nariz roja como que si hubiera llorado?

---Estás bien?  -dije temerosa a su respuesta-

---Alguna vez me dijiste si quería ser feliz me dejarías ser libre  -asentí con miedo- Bueno entonces quiero ser feliz y dejarte ser feliz a ti con la persona que si te sepa amar de verdad  -me dijo aguantando las ganas de llorar-

---Que estas diciendo  -dije incrédula mientras mis ojos se empañaban como si fuera un auto de bajo de la lluvia-

---Lo que oíste, quiero ser feliz, quiero el divorcio  -su voz tembló cuando dijo eso-

---No por favor no hagas eso   -me interrumpió-

---No te preocupes por los temas legales, yo me encargaré de todo si quieres quedarte con la casa te la puedes quedar pero solo avisa que estas ahí, al menos un mensaje o algo  -me dijo mientras sus mejillas se mojaban-

---T

e das cuenta lo que estas diciendo o no  -le dije llorando-

---Dejemos esta hipocresía, ya no podemos vivir en esta misma mentira  -me dijo y yo me acerque a el me puse frente a frente, era más alto que yo pero aún así-

---No lo hagas por favor   -le suplique-

---Si tu tuviste el atrevimiento de verme la cara y engañarme, de mentirme y dejarme de lado yo también puedo pedir el divorcio  -me empujo y se dirigió a la puerta- Solo firma es lo último que te pido...

La oficina quedó en silencio y solo se escuchaban mis sollozos mi hermano entró junto con mi secretaria y me sacó de ahí, sin preguntarme nada o decirme algo...

---Estas decepcionado de mi  -le dije mientras lloraba, solo me miró y no me respondió-

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Uy 

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Princesa©. - Aidan Gallagher #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora