―¿Viste lo bonita que luce Helena con su barriguita, Alex?
―Luce hermosa ―asintió Alex sonriendo en mi dirección antes de continuar con la tarea de arreglar el cabello de Halley, nuestra hija de casi dos años, mientras ella se reía del baile que Luke hacía para entretenerla.
―Y se ve feliz. ¿Notaste lo feliz que lucía mientras Christopher acariciaba su estómago cuando hablaban con nosotros?
Me mordí el labio cuando las manos de Alex se detuvieron de golpe a mitad del peinado de Halley para mirarme con sorpresa.
―¿Me estás tratando de decir algo, princesa? ―preguntó él, bajando la mirada hasta posarla sobre mi estómago― ¿Abbie? ¿Estás…?
―No ―murmuré con apenas voz―. Pero me gustaría.
―Pensé que habías dicho que dos eran suficiente ―respondió él burlón, aunque su mano buscó la mía para entrelazar nuestros dedos.
―¿Contigo? Nunca tendré suficiente de nada ―le confesé, lamiéndome los labios cuando su pulgar comenzó a pasearse sobre el mío.
―¿Y qué planeas? ¿Quieres irte unos días a la isla cuando regresemos del crucero? ―inquirió él, su mirada se posó sobre mis labios por un segundo antes de fijarla en la mía― Dímelo y te lo daré, princesa.
―En realidad… Estaba pensando en algo más…cercano ―me acerqué más a él para susurrarle en el oído―. ¿Qué te parece si jugamos un juego?
―Hmm, me encanta jugar contigo, preciosa…
―El barco es muy grande, Alex. Y podría perderme… ¿Te gustaría encontrarme?
Alex soltó el aire de golpe.
―¿Quieres jugar Marco Polo, Abbie?
―O a frío y caliente.
Sonreí al dejar un suave beso en su mejilla ahora sonrojada.
―Oh, princesa, te prometo que no sentirás frío en ningún momento. Yo me encargaré de eso.
Abrí mi boca para decir algo más, cuando una muy seria Olivia caminó por la puerta del avión, sus ojos cubiertos con unos lentes de sol súper oscuros y llevando a Andrew. su bebé de cinco meses, dormido en sus brazos a la vez que sus otros cuatro niños corrían hacia el interior del avión en diferentes direcciones.
El corazón se me rompió al ver que Olivia se encaminó por el pasillo entre los asientos y que detrás de ella no apareció Mark.
―Dijiste que no me preocupara por niñeras ―escuché que dijo ella al detenerse dos filas antes de la nuestra en donde se habían sentado Louis y Eva con su propio kínder―. Voy a necesitar que me lo confirmes antes de que cierren esa puerta, Louis.
Louis se levantó, dejándome ver su cara igual de seria antes de quitarle al bebé de sus brazos.
―Ayuda no te va a faltar, Olivia.
Apreté los dedos de Alex cuando los hombros de Olivia se sacudieron a la vez que comenzaba a respirar entrecortadamente.
―Gracias ―murmuró ella con apenas voz―. ¿Puedes cuidar a Andrew por unos minutos? Necesito…usar el baño.
―Tómate el tiempo que necesites, cariño ―Louis acomodó mejor al bebé en sus brazos antes de dejar un beso en su frente―. Estamos esperando a Fred y Sofía.
Olivia sólo asintió antes de caminar rápidamente por el pasillo sin saludar a nadie hasta que se desapareció en uno de los cubículos.
―Lo voy a matar ―gruñó Alex, dejando a Halley en mi regazo antes de levantarse cuando Louis nos dirigió una mirada llena de frustración.
Fue cuando Christopher apareció a su lado para detenerlo con una mano en el hombro.
―No, Alex ―la voz profunda y gruesa de Christopher se hizo escuchar aún por encima de los gritos y las risas de los niños―. Mark tomó su decisión. Y es su pérdida. A Olivia no le faltará apoyo.
―Está cometiendo el peor error de su vida ―insistió Alex, mesándose el cabello con frustración―. Pensé que vendría. ¿Por qué mantuve mi fe en ese imbécil?
―Porque es tu mejor amigo, Alex ―dije con suavidad, buscando su mano una vez más―. Porque lo que tenían Olivia y Mark era increíble, príncipe. Pero no podemos hacer más por ellos…
―Miren lo que encontré perdido en la sala de embarque.
Todos nos giramos hacia la voz risueña de Fred, sorprendiéndonos cuando vimos detrás de él y Sofía a un muy tenso e incómodo Mark.
―Al parecer no sabía cuál era nuestro vuelo ―el sarcasmo en la voz de Fred era obvio, al igual que su alegría fingida―. Qué suerte que aún faltáramos nosotros, ¿cierto, amor?
―Cierto ―respondió Sofía, alejándose de la puerta para buscar sentarse cerca de Helena―. Fue como si el destino nos vomitara encima al ver que Mark se encaminaba en dirección contraria a nosotros y tú lo obligaras a subir. Poético.
El interior del avión se quedó en silencio cuando Mark―que no había dicho ni una palabra―se detuvo a un lado de Louis y miró con intensidad a Andrew, quién ahora dormía plácidamente sobre el hombro de su tío.
―¡Papi! ¡Sí viniste!
Mark se giró hacia la voz alegre de Faith, una de sus gemelas de seis años cuando ella corrió hacia él para ser alzada en brazos.
―¿En dónde está mami, cariño? ―fue lo que dijo Mark, besando suavemente a la niña cuando esta lo abrazó por el cuello.
Y fue cuando Olivia volvió a aparecer, deteniéndose de golpe al descubrir a Mark en el otro extremo del pasillo.
Creo que todos contuvimos el aliento cuando el par se sostuvo la mirada por largos segundos.
Era obvio que Olivia había ido al baño a llorar, porque, aun cuando seguía llevando los lentes, su nariz roja era notoria.
Al igual que la pena que embargó la cara de Mark cuando su esposa se sentó cerca de Elizabeth y Paul, quienes jugaban con Millie y Richard mientras la otra gemela no paraba de hablar con Alice, la sobrina de Louis.
La voz del piloto se hizo presente en ese momento, haciéndonos saber que en unos minutos estaríamos despegando y fue cuando las azafatas aparecieron para poner algo de orden en el avión.
―Ahora no sé si fue buena idea que Mark apareciera ―resopló Alex al dejarse caer a mi lado, colocándose el cinturón de seguridad luego de verificar que el de los niños estuvieran bien.
Y luego de dirigir una última mirada a la pareja que se encontraba sentada de polo a polo, le daba la razón a mí esposo.
Yo tampoco sabía si había sido buena idea.
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Hombres De Manhattan, Un Crucero De Locura
RomanceHan pasado dos años desde que la pandemia llegó, y los amigos finalmente se reúnen para tener una despedida de solteros en altamar a la vez que se presentan problemas sin resolver entre las parejas. ¿Será una buena idea pasar catorce días navegando...