Love Again

Little Step

Lena se quedó congelada unos segundos mirando a Kara, recordaba su pasada conversación con Sam sobre el mencionado tema de la honestidad. Ahora que lo vivía realmente, ¿por qué le parecía bastante irreal?

—Lo siento. No tuve mucho tacto —vio a Kara removerse nerviosa, como si intentara tomar sus cosas para irse.

—No —la detuvo colocando una mano sobre su definido bíceps—. Solo me tomó por sorpresa. ¿A qué te refieres exactamente?

—Mejor deja que te lo muestre —sacó el móvil del trabajo de su gabardina y se tendió desbloqueándolo en el proceso—. He recibido cada uno de tus mensajes, Lena. Al principio me pareció algo extraño; tampoco quise contestar porque lo sentía muy personal —Lena suspiró viendo cada uno de sus mensajes—. Pero cada mensaje me fue pareciendo... Bello a su manera, comencé a sentirme identificada.

—Yo... No sé qué decirte, Kara. Desconocía que tenías móviles —le regresó su móvil, estaba boquiabierta.

—Sí, aparentemente en CATCO todos los periodistas debemos tener uno "profesional". Mi jefa insistió, no me quedó opción que aceptarlo —la rubia frunció su ceño—. Lamento en serio que Jack haya muerto.

—Gracias —sonrió de medio lado—. Dijiste que te comenzaste a sentir identificada, ¿por qué?

—Mi prometida canceló una semana antes la boda. Me estaba siendo infiel —encogió sus hombros soltando una risa amarga—. Fue lo más humillante que me ha pasado en la vida. Mi familia, mis amigos, todos se dieron cuenta —la ojiverde negó con su cabeza incrédula—. Por eso me identifico, a pesar de que nuestros evidentes dolores son bastante distintos.

—No puedo creer que te haya hecho eso —indignada estaba Lena pensando en lo contradictorio que era la vida—. ¿Por qué simplemente no te dijo la verdad?

—La gente no piensa más que es su propio bienestar, supongo —terminó su bebida gaseosa—. Cuando pusiste en uno de los mensajes que ya no encontrabas cómo revivir esas ganas de hacer eso que te gusta. Me sentí comprendida porque me pasa exactamente lo mismo con el periodismo.

—Me alegra saber que nos entendemos —sonrió eliminando algunos mechones de su cabello—. ¿Te gustaría ir a otro lugar?

—¿Por qué no? —sonrió Kara ampliamente.

Cuando Lena se refería a que fueran a otro lugar, se refería a un salón de juegos que descubrió con Sam algunos años atrás. Tan emocionada estaba que tuvo miedo cuando habían llegado, porque realmente no conocía a su cita y sus inseguridades surgieron poco a poco. Sin embargo, por suerte suya, en Kara no encontró malos gestos, o quejas al respecto del lugar. Todo lo contrario, le encantaba divertirse, reírse escandalosamente sin importarle que la vieran como si fuese una alien, una muy guapa pensaba Lena. Las horas comenzaron a irse tan rápido que ni cuenta se dieron que ya era el último juego que eligieron subirse. Un juego de baile sincronizado en parejas, descubrieron poco a poco su amplia coordinación, los pasos complejos de baile fueron sencillos si los comparaba con Sam.

—Hacemos un gran equipo, Lena —agitada Kara la ayudó a bajar con mucha gentileza—. No recuerdo la última vez que me divertí tanto.

—Tampoco yo. Si mi mejor amigo estuviera se sentiría traicionada —se rio soltando poco a poco si mano—. ¿Qué haremos con tantos ticket? No considero que valga la pena algún premio.

—Concuerdo. Son un completo asco —con una leve carcajada miró alrededor—. ¿Por qué no se los regalamos a esos niños de allá? Parecen disgustados de no conseguir tantos puntos.

—Me parece un lindo gesto, Kara —asintió de acuerdo. La escocesa solo encogió sus hombros haciéndole una seña para caminar.

Con un buen sabor de boca, salieron del salón feliz. Emprendieron rumbo a un destino incierto; pasaron por la Bahía de National City admirando lo tranquilo que se veía el mar a esas horas. Hablaban de muchas cosas y cada vez más se iban sorprendiendo como coincidían casi en todas las opiniones sobre la literatura e increíblemente de ciencias.