El salir de la luna

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Todos parecían haber acatado sus órdenes, pero solo a Tengen se lo veía desconfiado. No entendía por qué los más novatos debían ir al frente, considerando qué ambos eran pilares. Aún así, no tuvo tiempo a expresar su disconformidad, pues ambos cazadores ya habían partido rumbo hacia la cabina de la locomotora.
─ ¿estás bien de la cabeza? ¿¡Cómo se te ocurre enviarlos!?

─ ¡ja, ja! ¡para ser un cazador, hay qué estar mal de la cabeza! ─ respondió con mofa, dejando qué su personalidad brillará por sí misma.

Tanjiro e Inosuke se abrieron pasó perforado una buena pieza del techo. No demoró mucho hasta que dicha sección volvió a regenerarse, cómo la pieza de un músculo.
Recién lo notaban, pero el tren se había transformado en un organismo orgánico, con su pulso y respiración. Los tentáculos qué emergían de las paredes, aparentaba cierto nivel de aprendizaje. Progresivamente se movían con más soltura, evitando y en algunos casos, esquivando los torrenciales cortes qué lanzaban sin descansó. Sin darse cuenta, se estaba volviendo un verdadero reto. Ya no parecía tan sencillo derrotarlo.

─ ¿¡será su técnica de sangre!? ─ exclamó Rengoku fileteando la carne qué brotaba sin dar descanso.

─ ¡lo dudo, su técnica debía consistir en dejarnos dormidos! ─ contestó Uzui acabando con toda forma de vida hostil.

Peleaban moviéndose de vagón en vagón, y esto gracias a su velocidad. Apenas terminaban de limpiar una sección, saltaban rápidamente a la siguiente. Difícilmente daban a basto, porque la carne del demonio, no demoraba demasiado en regenerarse por completo.

─ ¡Ten cuidado con el resto de pasajeros!

─ ¡Vengo haciéndolo desde el principio!

No sólo debían defenderse a ellos mismos, paralelamente, debían proteger la integridad física del resto de personas qué se encontraba a bordo. Lo único qué se encontraba a su favor, era la superioridad numérica. Aún así, está brecha lentamente iba perdiendo importancia, por lo complejo qué se estaba volviendo mantener a raya las extensiones del demonio.

─ ¡Sí esto sigue así, perderemos por el cansancio! ─
Mientras Tengen exterminaba la maldad de uno de los vagones, observó sorprendido cómo la hermana de Tanjiro, Nezuko, peleaba codo a codo junto a Zenitsu, para resguardar a los asustados pasajeros. Era notable cómo se esforzaba en seguir el ritmo, a la par del resto. Derramando sangre y sudor para cumplir el objetivo en común. Tal vez, se había equivocado con ella.

Repentinamente las cabinas comenzaron a dar tumbos, de forma descontrolada y cada vez con más intensidad. Todos en el interior tuvieron qué aferrarse a lo qué tuvieran más cerca, pues parecía qué el tren saldría de las vías en cualquier instante.
─ ¡Lo qué nos faltaba! ─ Uzui se aseguró fijándose en una de las barandillas. Idea qué el resto replicó, por ser más conveniente.

, ¡Al contrario, esto es bueno! ¡significa qué derrotaron al demonio! ─ contestó Rengoku con cierto tono de alivio, desde unos asientos de distancia.

─ ¿¡Qué te lleva a creer eso!? ─ replicó su compañero aún más desconfiado.

─ ¡Observa los tentáculos, ya no son hostiles!

De no ser por qué lo menciono en aquel momento, hubiera demorado un poco más en percatarse. Pero en verdad, aquellas protuberancias se contraían sobre sí mismas, expresando alguna clase de dolor.
Sin embargo, la alegría duró poco. Inevitablemente el tren acabó por abandonar el camino de los rieles, aterrizando con violencia de lado y arrastrándose algunos metros más. Desde la cabina hasta el último vagón, quedaron desparramados en medio de un bosque y un campo de cultivos.

Las bombillas se habían reventado en mil pedazos, desde qué él tren habia abandonado los rieles. Por lo qué se encontraba a oscuras. Lo único que se oían, eran los metales rechinar entre sí. Una llama se alzó entre tanta oscuridad, desde las cabinas más centrales. La saya de Rengoku, qué punteaba una flama desde uno de sus extremos.
─ ¡ey, ey! ¡Vamos, levántate! ─ exigió sacudiendo a un compañero con su única mano libre.

─ ¿s-sí…? ¿Qué pasó? ─ Un golpe en la cabeza había dejado semi-inconsciente a Tengen.

─ ¡esto aún no terminó! Verifica cómo están los pasajeros, yo iré a averiguar qué ocurrió ─ iincluso en una situación límite, su sonrisa no se inmutaba.

Dejándole la funda de su katana cómo antorcha, Kyōjurō se apresuró a salir del vagón, dirigiéndose a la cabina principal, o a lo qué quedaba de ella.
Múltiples piezas de la locomotora habían volado por los aires. Hierro y restos de carbón encontraron su lugar en los sembradíos cercanos, cómo una especie de lluvia negra.
Entre tanto desastre, halló a uno de los novatos tendidos sobre el suelo, pero sin heridas de gravedad.

─ ¿¡Ustedes lo acabaron!? ¡Excelente, de verdad han progresado!

─ Gracias, señor R-rengoku… ─ el tono de Tanjiro manifestaba el dolor qué se aquejaba en todo su cuerpo. En especial, en uno de los costados de su abdomen. Una perforación que le provocaba una hemorragia algo importante.

─ Ya veo ─ captó al instante la situación ─ concéntrate en tu respiración, localiza la hemorragia y detenla.

Kamado lo observaba anonadado, sin acabar de entender a lo qué se refería.
─ p-pero señor…

─ ¡concéntrate! Enfocate en tu pulso respiratorio ─ ejemplificado sus palabras, le colocó un dedo sobre la frente.

El joven se mantuvo pensativo, cerró los ojos y busco la herida en sus adentros. Indagó cómo una hormiga en un túnel, pasando por todo el sistema circulatorio, repasando por sus vasos sanguíneos en busca de la herida a traición hecha por el maquinista. Por debajo de la caja torácica, entre las costillas y el riñón encontraría la fuga sanguinea; vaciando su mente de cualquier distracción, se concentró en cerrar la herida. Lograndolo en el intento.
─ agh~

─ ¡perfecto! Sí dominas tu respiración, podrás realizar muchas cosas.

En medio de su emotivo momento, llegaría una tercera presencia a la escena. La cual fue detectada al instante por ambos cazadores.
Asomó sutilmente entre las penumbras, cómo la figura de un fantasma materializandose. Se encontraba arrodillado, con un puño sobre la tierra. Postura tranquila, impasible. Con una figura marcada y atemorizante. Pero sobre todo, una sonrisa que lograba brillar entre tanta oscuridad, aunque fuera por lo siniestro de su brillo.
"Tercera luna superior", se grababa en las pupilas de sus ojos.

El sonido de las llamas. [BL, Kimetsu no yaiba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora