Uzui observaba la escena desde los pies del tapizado, intentando adivinar en qué momento habían entrado al tren. Pues nunca los había visto pasar, ni tampoco ingresar.
- ¡Oigan! ¿Y ustedes de donde salieron? ¿No estaban en la enfermería?Los sujetos qué forcejeaban a un lado de la ventana, no le habían prestado la más mínima atención. En cambio, al muchacho qué recién reconoció cómo Tanjiro Kamado, se aproximó a él con una actitud algo precautoria.
- sí, disculpe. verá: La señorita Shinobu nos comentó qué el señor Rengoku se encontraría solo en una misión, y podría ser un buen momento para regresar a recuperar el ritmo.Lo observaba con desdén, mirándolo por encima del hombro. Desde esa distancia, podía rememorar a la perfección todo el tiberio qué ocasionó su llegada. En aquel momento, tuvo qué darle pausa a su duelo, para presenciar cómo le daban el indulto a un criminal qué defendía a un demonio.
- Escúchame bien, mocoso... - lo tomaría con fuerza del cuello de su uniforme, acercándolo a el - No te creo NADA, pero supongo que arrojarte por la ventana no es opción. Mantén la distancia con nosotros, y nadie saldrá despedido del vagón. ¿lo repito?Kamado sacudió la cabeza con urgencia hacia los lados, mientras su frente sudaba frío. El temblor qué aquejo su cuerpo durante ese instante, era palpable.
Tan pronto como Uzui lo soltó, se fue ayudar a Zenitzu para despegar a Inosuke del marco de la ventana. Cosa qué consiguieron de inmediato.Mientras la visión de Kyujuro aún estaba obstruida por el plato de comida, el ninja tomó asiento a un lado de él. Cómo si se tratara de un guardaespaldas.
- ¡Hum! ¿y Tanjiro? - interrogó a su compañero mientras terminaba de tragar.
- Se fue con sus amigos - respondió con el semblante serio. Evadiendo los hechos recientes.
- ¡Una lástima! Quizás sea porque no pude ayudarlo -respondió Rengoku, volviendo a llevarse una cucharada de arroz a la boca.
- ¿En qué?
- Preguntó sí conocía de la existencia de una tal "danza del dios del fuego." Lastimosamente, es la primera vez que escucho hablar de eso. ¿A ti no te suena?
- En lo más mínimo. Pero parece estar emparentada con tu respiración.
- ¡Pensé lo mismo! Pero no recuerdo haber leído nada parecido en los escritos familiares, cuando estudiaba para formarme cómo pilar
Con una expresión más relajada, volteó a rengoku con un ceja levantada.
- ¿Desde cuándo se estudia para ser pilar?- Al menos por mi parte, leí gran variedad de libros para instruirme en la labor del hashira. Incluso al día de hoy, sigo aprendiendo para mejorar. Aunque nunca se consideró un requisito indispensable.
- Interesante... hace años qué no leo nada. En otra ocasión, podrías prestarme algo de lo qué lees.
- ¡Por supuesto!
El trayecto continuó con normalidad, sin mayor altercado qué las propias riñas qué tenían lugar entre Tanjiro y sus amigos. Cualquier hostilidad o mínimo indicio de demonios, se habían atenuado cuando se hallaban juntos.
En la cotidianidad del momento, se presentó el conductor del tren para marcar y confirmar sus boletos. Todos sin excepción fueron marcados cómo válidos. Aún así, lo que más resaltaba era su rostro, flaco y pálido cómo un esqueleto. Caminaba dando tumbos, cómo sí el meneo del vagón fuera suficiente para desestabilizarlo. Continuó a la siguiente cabina cuando finalizó su trabajo, dejando una atmósfera ciertamente inquietante.
- ¿Crees qué se encuentre bien? Parecía estar en un estado similar al del resto de pasajeros - comentó Uzui al tiempo qué giraba a ver cómo el sujeto se perdía.
Una voz raspante respondió su pregunta desde los asientos traseros.
- Lo dudo, su aroma no me gusta para nada...-El pilar volteó confundido, notando que inosuke se había asomado entre ellos y respondió cómo sí nada.
- ¡Vuelve a tu asiento metiche! - ordenó mandándolo a la parte trasera de un empujón.
***
Sin darse cuenta, ni desearlo, sus cuerpos comenzaron a caer en la somnolencia. A pesar de encontrarse perfectamente despiertos, no fue impedimento para qué sus párpados lentamente fueran cediendo a los implacables golpes del sueño.
Ninguno resistió, todos terminaron cayendo dormidos sobre lo primero que encontraron: Tanjiro, Zenitsu e Inosuke, terminaron apilados entre ellos. Mientras qué Rengoku, encontró su almohada perfecta sobre el hombro de Tengen.***
Un calor embriagador, un aroma dulce y un tacto suave. Fue cómo un remolino de sentidos, emociones, recuerdos y añoranzas. Hace tiempo qué no se sentía así, cómo en un baño de agua caliente en medio de una lluvia nevada. Todo era tan cercano, tan propio. Recordaba haberse sentido de esa forma, pero no podía ubicar una fecha exacta, ni lugar. De hecho, ni siquiera sabía en donde se encontraba.
Progresivamente fue abriendo los ojos. Un gran y frondoso árbol se imponía en el paisaje, junto a una manta, comida y bebida qué se situaban a unos centímetros de él. Tengen no entendía nada, hace nada se encontraba en los asientos de un tren, y ahora estaba en un picnic.
- Cielo, ¿te encuentras bien?... - Pronunció una voz suave, amorosa. Un tono qué todavía reconocía y añoraba con fuerzas.
Con la expresión congelada, roto la cabeza hacia la derecha, topándose con el rostro de una de sus esposas: Hinatsuru. Su respiración se cortó, al tiempo qué el ritmo cardíaco se disparó. No podía creerlo, no podía ser verdad.
- Dime, ¿tuviste una pesadilla? - llevó ambas manos hacia Tengen, tomando su rostro dulcemente entre sus palmas.
Su tacto era genuino, palpable. Podía sentir el calor de sus manos, la suavidad de su piel. Aunado a esto, una irreplicable sonrisa se extendió a lo largo de su delicado rostro, resplandeciendo cómo el sol qué sale en las mañanas.
El inquebrantable pilar comenzó a llorar, fruto del alivio de saber qué todo había sido un mal sueño.
No demoró en abrazarla, rodeándolo con todo su cuerpo, cómo si deseara mantenerla aferrada a él.
- ¡No te vuelvas a ir! - las tibias lágrimas de felicidad, recorrían su rostro cómo la corriente de un lago.A pesar de haber sido tan repentino, no escatimó en efecto para aliviar el dolor de su esposo.
- Nunca lo haré, te lo prometo - beso con ternura su cabeza, mientras sus delgados brazos rodeaban su cuello.Uzui aún no lo entendía, y tampoco deseaba hacerlo. Quería borrar todas esas horribles imágenes de su memoria, y volver a su vida normal.
- Oye, ¿porque solo la abrazas a ella? También necesito mi cuota de afecto - rechisto Suma sentada a un lado de ellos, inflando sus mejillas con ternura.
- Tranquila, aún está procesado todo lo que soñó. Parece qué no fue precisamente agradable.
Al igual de Hinatsuru, ellas dos también fueron envueltas por el mismo abrazo del hombre. Todas corresponden a su afecto, como una hoguera alimentada con leña.
- Deberías abrazarnos con más frecuencia~ - comentó Suma, con cierto tono de encanto. Rara vez Tengen estaba con ellas, cosa qué hacía el recuerdo mucho más emotivo.
- y oye, chismesito, ¿qué soñaste? - curiosio Makio con una tonalidad de niña pequeña - no me digas que se perdía Suma~
- ¡Eso sí qué no! - volvió a rechistar la anterior mencionada, con un tono más incluso más chillante.
- Eso... ya no importa... - su tono era entrecortado, por el nudo que se había formado en su garganta.
- Solo... no se alejen, por un buen rato...-
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El sonido de las llamas. [BL, Kimetsu no yaiba]
RomanceEn una fatídica noche, las esposas de Uzui son encontradas asesinadas en unas extrañas circunstancias, aparentemente devoradas por un demonio. Uzui en su afán de venganza busca encontrar al culpable pero Rengoku lo ayuda a distraerse. ¿Como terminar...