Con sus propias piernas, Kyuguro y Tengen avanzaban a máxima velocidad a través de largos prados y bosques, con un único objetivo: abordar el tren infinito.
El mismo partiría durante la noche, cómo de costumbre, para salir de servicio con la primera salida del sol. Por lo qué únicamente, tendrían cuatro viajes para lograr recolectar pistas del caso. Puesto qué una vez qué aquellos vagones abandonaban los rieles de la línea principal, toda la actividad "paranormal" cesaba por completo hasta la siguiente puesta de sol. Todo eso dejaba más que claro, que se encontraban frente a la macabra obra de un demonio. Aún así, nada podía confirmarse hasta ser probado personalmente.- Rengoku, ¿cómo estamos con el horario? -
ambos corrían a un lado del otro, con apenas distancia de separación. Y a pesar de la vertiginosas velocidades, qué supera los 60 k/h, podían comunicarse sin problemas.- ¿¡puedes ver las estrellas!?
- ¿Sí?... - respondió desconcertado
- ¡bien! ¡según la posición de los astros, y la ubicación de la osa mayo...!
- ¡Ey! ¡Te estoy hablando en serio, No es momento de inventar! - su reproche cómico se perdía en los ingeniosos chistes de su compañero.
- ¡ja, ja, ja! ¡no te preocupes, manteniendo está velocidad, llegaremos diez minutos antes de qué zarpen!
La mirada de Uzui no refleja demasiado la confianza qué su compañero tenía en sí mismo.
La estación los recibió con los banquillos y los andenes vacíos. Sobre los rieles, no se encontraba ninguna locomotora. Durante un instante, creían no haber llegado a tiempo.
Antes de qué Tengen pudiera alcanzar con su puño cerrado la cabeza de kyujuro, una brillante luz incandescente se imponía sobre el paisaje. Inmediatamente, un fuerte ruido de maquinaria a vapor, se hizo notar por toda la cabina. Lo habían alcanzado con las justas.- ¿Comiste algo antes de llegar? - interrogó rengoku.
- Para nada, Me quedé ofuscado afilando mis armas. El acero qué utilizan últimamente, es una porqueria - chasqueo con su lengua.
- ¡Perfecto, enseguida vuelvo!
Adentrándose por un estrecho pasillo, ubicado a la derecha del andén, se marchó dejando a su acompañante a la expectativa.
Fue en aquel momento de soledad, donde el terrorífico ambiente podía sentirse con más fuerza. El frío en conjunto a la oscuridad, apenas y combatida por la tenue luz de un farol, y el inquietante sonido del silencio de la noche, influenció en su mente desgastada por su pérdida, escuchando vagos susurros incoherentes.
Al poco tiempo, y con el tren ya detenido a un lado del andén, Rengoku regresó cargando una pila de almuerzo, una encima de la otra. Tal era la montaña, que su rostro no podía verse de frente.- ¿te comerás todo eso?
- ¡hay suficientes para todos!
- Cómo sea, subamos. Quiero terminar con esto.
Desde qué dieron el primer pasó dentro de la cabina, notaron de forma inmediata la atrapante atmósfera melancólica que envolvía el ambiente. El resto de pasajeros se encontraba con el semblante cabizbajo, la expresión neutral y la mirada perdida. Cómo si nadie quisiera estar donde está. Ningún se inmutó ante su llegada. Más extraño aún, considerando qué ambos vestían de forma muy llamativa.
Cargando varios kilos de almuerzo, la dupla ingresó al segundo vagón, Ubicándose en la segunda fila de asientos.Durante un buen rato, no se escuchaba nada más qué la boca de rengoku disfrutando su cena. Nadie se movía, nadie hablaba, nadie respiraba. El inquietante ambiente sólo fue aliviado cuando el silbato del tren, indicó qué se encontraban próximos a partir. Recién, algunos parecían haber retomado la conciencia. Miraban hacia ambos lados, desconcertados, cómo sí no recordarán siquiera donde estaban sentados. Aunque esto solo ocurrían para algunos. El resto, conservaron su estado inmovil.
- iré a sentarme dos vagones adelante, para cubrir más terreno. No dudes en llamarme -
antes de qué Tengen pueda despegar el trasero de su asiento, Kyujuro lo freno tomándolo del pantalón. Mientras con la otra mano, la acercaba a uno de sus almuerzos. Intento decirle algo, pero al tener la boca llena de comedia, era imposible descifrar su mensaje.
- gracias, casi se me olvida...Mientras camina entre medio de los asientos, el ninja fue lanzando rápidas miradas al resto de pasajeros. Todos parecían carecer de alma. Sus ojos tenían pupilas, pero no parpadeaban. La piel se le erizó, por primera vez en mucho tiempo se sentia inquieto. Aquello le frustró, pues no había nadie con quien luchar, a quien detener, a quien derrotar, para aliviar aquel terror. Era un miedo nuevo, el miedo a lo desconocido.
El cuarto vagón, por algún motivó, se encontraba desolado. Ni un solo pasajero descansaba en sus asientos. Apenas y una manada de grillos lo ayudaban a no sentirse del todo solo.
Con su nerviosismo aún latente, tomó reposo en una butaca ubicada al lado de la ventana. Esperando observar algo de utilidad fuera del tren.***
Con el pasar de los minutos, ninguna anomalía se había presentado hasta el momento. Nada más qué vegetación y rocas, aparecen delante del ventanal que Uzui observaba sin descanso. El vagón estaba tranquilo y silencioso. Únicamente, se oían las ruedas metálicas surcar por las vías.
De un momento a otro, un griterío sutilmente audible, comenzó a razonar a través de la cabina. No era un simple grito, era una mezcla de voces qué se tapan entre sí, evitando qué se pueda descifrar qué decían. Y por lo bajó que se oían, dejaba saber qué se encontraban algunos vagones más atrás.
Alertado por la situación, considerando qué más atrás se encontraba su compañero, Tengen no dudó en dirigirse a pasó veloz por las dos secciones que había de distancia. Al abrir la puerta del antepenúltimo vagón, se encontró a algo completamente distinto a un demonio.Un sujeto con cabeza de jabalí, intentaba aventarse por una de la ventanas, mientras gritaba qué derrotaría a una bestia.
- ¡Ya veraz bestia inmunda, nadie puede contra el gran inosuke! - repetía constantemente, mientras agitaba sus armas por todo lo alto.Detrás de él, jalandolo de las piernas y evitando que este primero logre su cometido, se encontraban un chico vestido en amarillo
- ¡es solo un maldito tren, déjalo! - Su voz ciertamente era algo chillona.A un lado de las otras filas de asientos, se encontraba su compañero, qué continuaba con su almuerzo. Con la diferencia, de qué disfrutaba cada bocado cómo si fuera el último.
- ¡Delicioso! - gritaba al terminar de digerir.
Acompañando su cena, reconoció a un muchacho bastante familiar, qué buscaba sacarle conversación con respecto a una tal respiración del dios del sol.
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El sonido de las llamas. [BL, Kimetsu no yaiba]
RomanceEn una fatídica noche, las esposas de Uzui son encontradas asesinadas en unas extrañas circunstancias, aparentemente devoradas por un demonio. Uzui en su afán de venganza busca encontrar al culpable pero Rengoku lo ayuda a distraerse. ¿Como terminar...