Quedamos a mano

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Agotados tras el reciente combate, ambos caen tendidos sobre el suelo. El corazón aún les latía a mil por hora. Y a pesar de la fría noche, sus cuerpos ardían cómo los mil infiernos. Sin embargó aquella helada no perduró, ante la cálida bienvenida del amanecer. El sol emergió por todo lo alto, bañando con su luz al dúo de pilares qué permanecían exhaustos. Junto a la salida del astro, también fueron alcanzados por los llamados de un preocupado chico.

- ¡Rengoku, Uzui!

Tanto cómo le permitía su lastimado cuerpo, Tengen volteó su dañada cabeza para visualizar al enérgico muchacho, quien los atendió apenas los tuvo entre sus manos.

- ¡Y-ya pedimos la ayuda, está en camino! - se apresuró a informar, teniendo su cuerpo igualmente herido, gracias a la luna menguante.

- te lo agradezco, Tanjiro - contesta Uzui, cubriendo algunas de sus heridas con las manos -. En nuestro estado, se nos haría imposible.

- ¿derrotaron a la luna? - Reitera Kamado con urgencia.

- Escapó - responde kyujuro, visiblemente afectado por el resultado qué anunciaba -. Escapó apenas notó qué salía el sol. Realmente teníamos oportunidad, pero se nos fue entre las manos. Tks...

- Ya está, no hay motivos para seguir remortificándonos. Tarde o temprano tendremos nuestra revancha - Sentencia su compañero, a sabiendas qué ya todo había pasado.

Cuando recuperaron energías, atendieron al resto de heridos, víctimas del descarrilamiento del tren. Unos pocos quedaron atrapados bajo los escombros, pero ninguno había perdido la vida hasta el momento. Tras rebuscar en los interiores del ferrocarril, hallaron al grupo de niños qué atentaron contra la vida de los cazadores. Lejos de devolverles la moneda, los dejaron atados para juzgarlos más tarde.
La ayuda terminó llegando antes de lo previsto. Atendieron a los heridos y se llevaron a los más graves. Entre este selecto grupo, estaba el maquinista, quien recibió bastantes golpes a raíz del descarrilamiento. Transportado con el resto de afectados, fueron en carreta al hospital más cercano
Con todos los civiles fuera de peligro, los cazadores fueron los siguientes en ser hospitalizados en las instalaciones de la cofradía. Evidentemente los pilares resultaron más lastimados, con diversas marcas de golpes repartidos a lo largo y ancho de sus cuerpos. Tanjiro y compañía también resultaron malheridos, pero a excepción de éste primero, no necesitaron ser internados.
El saldo final terminó con decenas de heridos, pero ningun muerto.

Su habitación se ubicaba al final del pasillo, la última puerta a la derecha. En un principio habían instalado su cama cerca de la enfermería, pero a pedido suyo, lo movieron a la habitación más alejada, tanto del personal cómo del resto de pacientes. Completamente solo, Uzui tenía el jardín de las mariposas a unos pocos metros de su cama. Cada tanto a través de la ventana entreabierta, podía ver a las criadas de la finca colgar la ropa en los tenderos. Tanto tiempo libre sirvió para hacerlo reflexionar, justo para lo qué había querido quedarse solo.

Cuando una brisa revuelve su cabello, escucha un llamado procedente del otro lado de la puerta.
- Uzui, ¿Puedo pasar?

Lo reconoció al instante cómo el pilar de la llama.
- Adelante.

La puerta corredera desplazada a derecha, reveló a su momificado amigo, quién tenía el rostro parcialmente ocultado por diversas vendas.
- Con permiso - Entra educadamente, cerrando la puerta tras ingresar.
- Escuche qué te recuperas a una velocidad sorprendente - Confesó sonriendo.

- Eso creó. Aún tengo moretones repartidos por todos lados - aún con su semblante serio, sonaba bastante cercano.

- ¿Estás bien a pesar de estar solo? - Tomó asiento sobre un banquillo, ubicado a un lado de la cama.

- Claro, realmente... nunca estoy solo.

- ¿De qué hablas?

- No lo sé - Gira hacia la ventana, observando cómo la ropa mojada bailaba ante el viento.
- Esos chicos nuevos, ¿cómo están?

- Sin secuelas. Los tres ya se encuentran entrenando.

- ¿Tan rápido? ¿Cuánto ha pasado?

- Tres semanas. De no ser por el calendario qué tengo pegado a la pared, estaría igual de perdido.

- Qué rápido pasa el tiempo - Un repentino contacto en su mano izquierda lo obliga a voltear, encontrando a Rengoku tomándolo de la mano.

- Dime, ¿ya puedes caminar? - interroga Kyuguro con sus penetrantes ojos.

- ¿sí?... ¿Por qué? - su nerviosismo se volvió evidente.

Esa misma noche, durante la hora de la cena, el dúo recién dado de alta camina sobre los interminables senderos rocosos del cuartel. Buscando el comedor, cruzaron caminos con otros pilares, quienes no demoraron en preguntar sobre su estado físico. Aludieron a problemas en la garganta, señalandola reiteradamente. Tras evadirlos, lograron hacerse de su cena, decidiendo consumirla en un lugar apartado.

Cenaron felizmente en el hospital, más concretamente en la habitación de Uzui. Con la ventana abierta de par en par, dejaron que la habitación fuera iluminada por la luna.

- Supongo que... - uzui traga de su plato - quedamos a mano - haciendo referencia a su promesa.

- así es, saldamos cuentas.

La noche permaneció cilenciosa tras esas cortas líneas. únicamente se oía sus mandíbulas procesando la comida. En cierto modo, había una atmósfera incomoda.

- Tu... ¿cómo te has sentido? - indaga rengoku.

- Mayormente bien. Creo qué te lo había dicho.

- No hablo de esa bienestar.

Un fulminante silencio callo a Tengen, quien hasta detuvo su tenedor. Demoró un poco en volver a responder.
- Igual, yo... estoy bien.

- Mira, no quiero parecer un acosador, pero estudie un poco de tu pasado. Tuviste una infancia difícil, y eso debe dificultarte decírme lo qué guardas.

Atrapado, el corpulento pilar rasca la parte trasera de su cuello. Aflojando la expresión a medida qué se quitaba esa imaginaria comezón.
- Puede qué tengas razón. No acostumbro a hablar de eso.

- ¿Quieres iniciar conmigo?

- sí, me gustaría.

Voltean al unísono, encontrando una sonrisa en el rostro del contrario.



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⏰ Última actualización: Jul 18 ⏰

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El sonido de las llamas. [BL, Kimetsu no yaiba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora