Después de clases fuimos a la casa del árbol. Subimos por las escaleras de madera, torcidas al ser construidas por dos niños de 7 años. Crujían al pisarlas.
Al llegar hasta arriba, entramos y nos sentamos en un par de sillas hechas de tronco de árboles, frente a una mesa del mismo origen.
Charlamos por un par de horas, hasta que me decidí a hablar :
-Armando, ¿vamos a comer a mi casa?- pregunté con suavidad, casi como un susurro, mientras acercaba mi mano a un mechón de cabello rubio que tapaba uno de sus hermosos ojos.
Sus ojos, de un azul profundo, de pronto se comenzaron a asemejar a un lago profundo, que al hundirse en él, ya no hay escapatoria, y te debes redimir a ahogarte y morir lentamente; una muerte bastante agradable para mi.
-Si Leo, vamos a tu casa- respondió dulcemente, mientras me miraba y sonreía de manera encantadora.
Al escucharlo, me sonroje y le devolví la sonrisa.
Nos levantamos y bajamos de la casita. Nos montamos en las bicicletas y nos dirigimos a mi casa. El atardecer, hacía brillar su cabello como el oro, al igual que sus ojos, que a la luz del sol, parecían mares de agua cristalina y pura.
Durante todo el trayecto se mantuvo un silencio inquebrantable.
-¡Hija! ¡Armando!, que bueno que llegan, la cena esta lista- nos recibió mi madre, mientras se acercaba para saludar.
-Hola señora Bonnet- dijo Armando extendiendo su mano para saludar. Mi madre estrechó su mano.
-Invité a cenar a Mando, mamá
- Si, si; si no lo invitabas tú, lo iba a hacer yo, Leonore- dijo mi mamá riendo.
Entramos a la casa y nos sentamos a la mesa.
Cenamos, vimos un poco de televisión y un par de horas después, Armando se despidió.
-Lo siento mucho, Leo, pero ya tengo que irme a casa, ya es un poco tarde- dijo mirando su reloj, que descansaba sobre su muñeca.
- No te preocupes, está bien. Nos vemos el lunes en la escuela.
Sonrió levemente, y salió corriendo bajo la lluvia hacia su bicicleta.
Me quedé en el pórtico, y lo miré irse. Sentí como el corazón se me salía del pecho. De pronto sentí unas ganas inmensas de tirarme a llorar.
Entre a casa y me despedí para irme a dormir.
-Buenas noches, me iré a dormir- dije con voz débil-. Ya es un poco tarde.
Mi madre me miró con aspecto confundido.
-¿Todo está en orden, hija?- preguntó mi madre extrañada.
Volteé sorprendida por la pregunta, que tarde un momento en responder.
-Si mamá, todo en orden. No te preocupes- respondí fingiendo alegría y ánimo.
Subí apresurada a mi habitación y me encerré en la pieza.
Me cambié la ropa por la pijama y me tiré en mi cama. De mis ojos comenzó a emanar una pequeña lágrima, que desvanecí con el torso de la mano sobre mi mejilla.
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Un Lazo de amor
Teen FictionLeonore, se enamora de de Armando, su mejor amigo, ella lo confiesa después de un tiempo y comienzan una relación, pero algo los separará, el destino los reunirá de nuevo?, no te pierdas está historia.