CAP. 1: SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

9 0 0
                                    

Yo, Leonore, me encontraba sentada sobre una silla, acolchada, color café, que aparentaba cierta elegancia. Me acompañaba Armando, mi mejor amigo desde los 7 años. Discutíamos el procedimiento correcto que el profesor preguntaba:
-No, Leo, no es así se suma esto y luego se multiplica por esto.
-No, Armando, se divide esto entre esto y luego se resta.- Respondí de forma obstinada y molesta.
- Bueno, bueno, chicos, ya basta! Si juntan los procedimientos de los dos , es correcto!- Exclamó el profesor fastidiado.
De pronto, sonó la chicharra y ansiosos, tomamos nuestras mochilas y salimos corriendo.
Nos subimos en las bicicletas y comenzamos a andar rumbo al campo. Allí, teníamos una casa en el árbol, a la cual subimos tan rápido como pudimos; al llegar me tumbe sobre un pequeño taburete morado y resople con cansancio. Cuando Armando subió, me quedé mirando como su cabello castaño y sedoso, resplandecía con los rayos del sol. Sus ojos azules, eran profundos, como el mar. A veces me resultaba imposible reconocer sus emociones, ya que sus ojos encarnados se clavaban en los míos y expresaban, siempre, la misma melancolía lastimera. Le sonreí, y recordé que lo conocía desde hace 7 años. Él se sentó a mi lado y habló:
- Al fin terminó la semana, no?
- Si, al fin terminó, Mando.- Respondí mientras me perdía en sus ojos encarnados, que parecían zafiros relucientes.
A veces sentía un vacío en el corazón cuando no lo veía y tomaba mi celular para llamarlo, pero en vez de eso, me detenía y pensaba si debía hacerlo o no. De pronto él se levantó y de su mochila sacó un libro grueso, de color negro y con unas letras doradas que no alcancé a distinguir.
-Mira, es el nuevo libro de Harry Potter, lo traje para ti- dijo en tono alegre.
Lo mire con alegría y se lo arrebate de las manos.
-Mando, es el que estaba buscando, ¿Cómo lo conseguiste?- Pregunté alegre y energética.
- Pues en Cartagena, mi hermano Hermes compró dos, uno para ti y uno para mí- Respondió mientras se sonrojaba.
Lo abracé, con el libro en manos y recordé que debía llegar temprano a casa.
Entonces, guarde el libro en mi mochila, me despedí y baje corriendo.
Al llegar a casa, cené y subí a mi cuarto. Cerré la puerta, y acto seguido me tumbe en mi cama. De debajo de mi almohada, saque una foto de Armando y la comencé a mirar. Entonces me di cuenta de algo: ¡Me había enamorado de mi mejor amigo!

Un Lazo de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora