Un comienzo. Una bala al aire.

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Un sorbo de la delicada bebida no era suficiente. El sabor llenaba cada rincón de su enardecida boca, pero no calmaban esa sensación de desasosiego que había causado el contrario. Tragó pesadamente el líquido y frunció el ceño con decisión. Agitó la cabeza dibujando una nueva expresión en su rostro: una sonrisa forzada y las cejas bien altas. Solo se trataba de un juego y, posiblemente, él también sabría jugarlo muy bien. Sin quererlo, repasó su propio labio con la lengua y al notarlo se avergonzó. Se levantó, dejando la taza de té exactamente donde la había servido la tía May y se marchó con dirección incierta, no sin antes despedirse calurosamente de la mujer, alegando que estaba cansado y se iría a su habitación.

Acostado en la cama, podía recordar la sensación de calor que le recorrió el cuerpo entero cuando al que consideraba su amigo se acercó a sus labios. Estuvo pequeños segundos de su existencia tanteando si cerrar o no los ojos, y cuando cayó en cuenta que era primera vez que no podía comprender las emociones ajenas, el chico sonrió y le clavó un beso húmedo en los labios. Se enrojeció en la soledad de su habitación y se llevó ambas manos a la cara, sin poder recordar si había decidido cerrar o no los ojos. Estaba avergonzado de saber que ni siquiera fue tenue y delicado con él. Chilló ahogadamente rememorando que esa lengua violenta había entrado en su boca. Se agitó tratando de evadir la sensación de su interior. Se levantó con agilidad y volvió a salir para sentarse frente al té que ni siquiera había tenido tiempo de ser retirado.

- Vaya, estas raro el día de hoy - reconoció la mujer con una sonrisa ingenua

- No podía dormir sabiendo que no me bebí el té - sonrió Pavitr suspirando con fuerza

- Más te vale descansar pronto - le recordó ella

- Solo una taza y ya - dijo en tono juguetón, sabiendo que no quería estar solo con sus pensamientos indebidos.

Sentado en la clase comenzó a divagar. El inicio de todo no era algo muy claro. A diferencia de los muchos compañeros que había conocido, una araña no fue quien lo mordió. Un hombre le había otorgado poderes arácnidos en una situación específica. No le gustaba recordar ese momento. Era de los pocos recuerdos que no valoraba mucho. Amaba lo que venía después. Había logrado mantener su esencia como persona y a la vez sus poderes le permitían ayudar a otros. Esa idea si le hacía feliz. Tuvo dificultades para comenzar a entrenar sus poderes, si podía llamarlos así, pero su destreza física base le permitió lograr muchas cosas en corto plazo. Eso también le había dejado en la mira de Miguel O'hara, quien en persona se presentó ante él, cierto día de entrenar en un lugar baldío. Soltó aire, recordando lo mucho que se había asustado y cómo el hombre era tan arisco, aun tratando de llevarlo consigo a un lugar completamente impensado.

En esos vaivenes entre en nuevo mundo, conoció al chico. Parecía un par de años mayor y a pesar de su buen ánimo, el tipo parecía no notarlo mucho. Le dedicaba cortas miradas con casi nula emoción. Se sintió un tanto ignorado. Los demás eran muy joviales y parecían disfrutar de su buen humor, pero, aunque el chico sonreía, no parecía sorprendido por nada. Se puso a pensar en frases graciosas para llamar destacar de los demás ante Hobie. Quizá la falta de reciprocidad le llamó inconscientemente la atención.

No tardó mucho en llegar a él. Se le acercaba de tanto en tanto a decirle alguna frase ingeniosa y poco a poco comenzó a notar sonrisas más duraderas y lo que era más satisfactorio: le respondía verbalmente. Pavitr sentía un gozo enorme cuando Hobie le contestaba. Podía claramente no saber lo que el moreno le decía. Tenía una fuerte tendencia a decir cosas que le descolocaban, pero podía captar que no lo decía de mala manera, así que su relación fluyó de manera progresiva y rápida. Solían buscarse entre la multitud y sin que el menor se diera cuenta, ya tenían conversaciones largas, compartían comida y experiencias. Por algún motivo el chico siempre estaba en su mente. Cuando recordaba su sonrisa, sonreía para si mismo y se dormía plácidamente.

¿Y si quiero algo más?/ Pavitr x HobieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora