Cántame una canción, por favor

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Llevaba tiempo sin llorar. Se sentía pequeño cuando lo hacía, como si su corazón se contrajera en su pecho amplio. Su cara quedó enrojecida y los ojos algo hinchados, así que cuando su tía lo vio, le dijo que se trataba de un refrío. Lo envió a quedarse en cama el resto del día para que mejorase. El obedeció. De todas formas, aún sentía el cuerpo resentido por lo de anoche. Lo malo era que aún se acaloraban las mejillas cuando se acordaba de acto en sí y se enojaba por haber echado de la casa a Hobie. Debió simplemente aprovechar el momento, ¿qué era eso de la chica? Ni siquiera estaba seguro de por qué lo había dicho así. Quizá solo había sido un idiota y pronto todo estaría mejor. Se rio de sí mismo, quizá nada volvería a ser normal en mucho tiempo. Estaba seguro de que el otro había captado sus intenciones extrañas.

Suspiraba silenciosamente, sintiendo cada pequeña partícula de aire dejando su cuerpo. Se preguntaba qué pensaba el chico de su gran show. No era propio de si mismo actuar mediante emociones no tratadas anteriormente en su cabeza, pero alguna cosa dentro de él había girado lo suficiente para quebrar algo, quizá efímero, en su interior. Se sentía el Spiderman más estúpido de los universos, y eso era decir mucho, considerando que todos tenían una actitud relajada ante la vida, aunque eso no incluía a Miguel. Hablando de este último, ni siquiera se había comunicado. Quizá la metida de pata de la última vez lo había dejado en la lista negra de alguna manera. Lo realmente serio era pensar qué pasaría entre ellos. Arriesgarse a aparecer ante él sería algo tan idiota que ni siquiera lo contemplaba. Se imaginaba allí parado en la dimensión colorida sin saber qué decir. También imaginaba la cara de desconcierto de Hobie. Juzgándolo en silencio. No sabía si el otro en verdad era capaz de hacer algo así, pero se ponía en los peores escenarios. Torció la boca en una mueca crítica. ¿Por qué a él no lo podía leer? Daba igual el tiempo juntos, seguía siendo un total enigma para él.

Sin darse cuenta se durmió toda la tarde. Se despertó sin saber qué hora era. Qué día era. Qué había pasado. Todo vino a su mente de golpe. Daba la casualidad de que ahora si se sentía enfermo. Le palpitaba la cabeza y parecía tener fiebre. Se levantó lentamente y se preparó una infusión para los malestares. Se sentó en la pequeña mesa del comedor y contempló la existencia con ojos desanimados. Parecía que la tía ya se había ido a dormir y la ciudad rugía detrás de las paredes. Vio un poco las noticias y nada grave había pasado en su ausencia. Era difícil ser un héroe en una ciudad tan grande, pero por algún motivo, eso había caído sobre sus hombros. Pensó que era bueno estar en forma al menos para eso.

Apagó la televisión rato después, cuando la infusión dejó de humear. La bebió casi fría y eso le desagradó. No quería volver a la cama. Había dormido suficiente ya. Rápidamente se puso el traje en su habitación y salió por la ventana a hacer un recorrido de rigor. Nada interesante pasaba durante las noches. Robos menores entre la muchedumbre y esas cosas por el estilo. Nada muy grave. Se columpió de un lugar a otro, entre las carreteras y lugares apretujados entre los edificios. Todo fuera parecía en orden, menos su pequeño corazón aplastado entre costillas, carne y frustración. Dejó el cuerpo colgando de cabeza sobre una autopista. Miraba los autos yendo de un lado a otro con sus luces brillantes y ruidos molestos.

Colgado, sosteniendo las telarañas con sus manos, pensó "al diablo". Se escabulló en un lugar tranquilo y cliqueó la pantalla del reloj. Tomó aire por la boca descubierta e ingresó al portal. El lugar parecía vació.

- Así que decidiste ignorar lo que te dije el otro día – la voz salió del baño

- ¡Hobie! – soltó una risa fingida – estaba por el sector y pues... pasé a saludar, cómo crees que yo iba a venir sin... ninguna razón – Se puso serio para darle credibilidad a sus palabras.

¿Y si quiero algo más?/ Pavitr x HobieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora