Capítulo 4. Vol 1: Grimorio y Entrenamiento.

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Parte 1


Esperando en la entrada de la casa de la Bruja, Erica se encontraba impaciente y visiblemente molesta por algún motivo.

O mejor dicho el motivo poseía nombre y apellido, Kusanagi Ky, el chico de iguales iniciales en su nombre, aún no había salido de la casa de Lucretia, al parecer encontró algo que decirle.

Nada más salir parecía sumido en sus pensamientos, ella misma no se encontraba con particulares ganas de compartir palabras con él, pero luego de unos momentos, simplemente, había corrido de vuelta dentro de casa.

Una vez abierto todas las puertas Ky volvió a encontrarse con Lucretia, envuelta en unas sabanas, que abrazaba en busca de calor, comprensible actuar cuando se encuentra tan... bueno, desnuda.

"No es educado entrar sin tocar al cuarto de una dama. Cierra la puerta".

Regañó el actuar de Ky que rápidamente obedeció la orden de la madura mujer.

"Saliste hace apenas pocos minutos, ¿Sabes?, No será que quedaste encantado con mi belleza y viniste a declarar tu amor, ¡Que apasionado! No eres para nada malo, podría pensármelo".

Agregó sin obtener la respuesta esperada, pues el chico rubio negó ligeramente, con la cabeza a la vez que retiraba de nuevo la tableta de piedra de su mochila.

"Lucretia-San, no puedo descifrar por qué motivo me dio el grimorio a mí, creo que Erica hubiese sido sin lugar a dudas mejor para el trabajo, como dije no soy capaz de usar magia".

"Supongo que no tienes la labia necesaria para complacer a una mujer, en eso no te pareces a tu abuelo, eres demasiado directo, aunque no puedo decir que odió eso".

"Hablo enserio, no creo que solamente me del grimorio por ser la opción más interesante".

Aunque considerando su actitud hasta el momento no parecía demasiado descabellado pensar eso sobre ella.

Pero con esa y todo, no podía evitar sentir que había algo más en todo esto, sabía muy bien cuando estaba siendo utilizado, tenía vasta experiencia siendo una marioneta.

Los hilos de Lucretia Zola lograban sentirse sobre él.

"Oh, ¿Crees que tengo algo que ocultar?".

Mencionó risueña, a la vez que giraba ligeramente su cuerpo bajo las sábanas.

"Si, y si no quiere que simplemente tome el grimorio y lo destruya, lo mejor será que al menos sea transparente".

"¿Así que me amenazas?".

No obtuvo respuesta verbal, pero mirando profundamente a los ojos cerúleo del chico, antes similares a una ventana al cielo, ahora eran poco más que dos témpanos helados.

Esos ojos hablaban más que cualquier cosa que sus labios podrían haber dicho, estaba dispuesto todo para obtener aquello que quería, una terquedad distinta, pero de igual magnitud que la de su abuelo pensó.

"¿Sabes?, si continúas mirándome así podría comenzar a sentirme rara".

Ky en su estupefacción, abandono toda fijación en intentar intimidar a la mujer y perdió su seriedad en un rubor, las mujeres en una de sus debilidades en más de un sentido.

"Eres divertido, tan distinto y tan igual a tu abuelo, despiertas mi interés a cada segundo un poco más".

Rio recostada.

"No tengo problema en contarte, no es como si cambiara algo".

"Simplemente quiero restringir a aquella chica. De tener el grimorio en su posesión sin lugar a dudas iría con él a enfrentarse a los dioses".

Campione Di Magnolia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora