III

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NOAH

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NOAH

Pero ¡qué pedazo de IDIOTA!

Mientras subía las escaleras pisando tan fuerte como podía, no conseguía quitarme de la cabeza los últimos diez minutos que había pasado con el imbécil de mi nuevo hermanastro. ¿Cómo se podía ser tan capullo, engreído y psicópata al mismo tiempo y a niveles tan altos? ¡Oh, Dios! No lo aguantaría, no iba a poder soportarlo; si ya le tenía manía por el simple hecho de ser el hijo del nuevo marido de mi madre, lo sucedido había elevado esa tirria a niveles estratosféricos.

¿Ese era el chico perfecto y adorable del que me había hablado mi madre?

Agradecía que estuviera ahí la rubia, sino ahorita probablemente estaría mordisqueada por el canino. Creo que lo único rescatable de ese "encuentro" era Lagertha, fue la única que no sentí que me atacara o me bombardeara con lujos desde que llegue.

Entré en mi habitación dando un portazo, aunque con las dimensiones de aquella casa nadie me oiría. Fuera ya se había hecho de noche y una tenue luz entraba por mi ventana.

Fui directa hacia mi cama y me tiré encima clavando mi mirada en las altas vigas del techo. Y como si el destino estuviera en mi contra, alguien entro a mi habitación.

- Noah, cariño. Quería avisarte que cenaremos hoy en familia, y antes que rechistes irás. No es opción faltar, así que ponte guapa- y sin esperar alguna réplica mía cerró la puerta, dejándome sola

¿Es que mi madre no se daba cuenta de que ahora mismo lo último que me apetecía era estar rodeada de gente?

Necesitaba estar sola, descansar, hacerme a la idea de todos los cambios que estaban ocurriendo en mi vida, aceptarlos y aprender a vivir con ellos, aunque en el fondo supiera que nunca iba a terminar encajando.

Cogí mi móvil dudando en si llamar a mi novio Dan o no, no quería que se preocupara al escuchar la amargura en mi voz...
solo llevaba en California una hora y ya me dolía su ausencia.

Le di en el botón de llamar y espere a que sonara, al tercer pitido escuché la voz de mi novio.

- Hola, amor ¿llegaste bien?-

- Dan, si- suspire- todo bien, solo quería... avisarte, llegamos bien-

- Eso me alegra, ¿y qué tal, son igual de pijos que nos lo imaginábamos?-

- Aún peor- Y deja de eso, ahora mi madre quiere que cene con ellos, como si fuéramos la familia feliz y perfecta-

Solo pasaron diez minutos, o al menos así lo sentí, desde que había subido y estuve hablando con Dan, hasta que mi madre entró por la puerta. Se molestó en llamar, al menos, pero al ver que no le contestaba entró sin más.

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