Cap 12 "Patriota"

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Domingo 27 de marzo
Corea del Sur

09:05 a.m.

Nara se despabiló lentamente en la cama, se dio una vuelta para acurrucarse nuevamente y notó algo extraño. Su colchón se sentía más blando de lo que recordaba y el olor de la almohada era diferente. De repente, sufrió un golpe de lucidez. Esta no era su cama; no era su habitación, ni siquiera su casa.

Segundos después su conciencia se aclaró un poco más y miró a su alrededor. Era un cuarto para invitados, se notaba por sus pocos adornos y frialdad.

Mientras se levantaba a ponerse la otra mitad de su ropa que se había quitado antes de acostarse comenzó a conmemorar los sucesos de la noche anterior o, mejor dicho, de la madrugada.

Después de llegar a la casa de Alessandra, esta le había preguntado donde era que ella vivía. Ante su respuesta está la invitó a pasar la noche. Nara se había negado cerca de tres veces, pero se hallaba tan cansada que no siguió después de la constante insistencia de que no sería ninguna molestia.

Al bajar pudo apreciar mejor la casa, algunas paredes eran color crema y otras amarillas, lo que no tenía mucho sentido hasta que te enfocabas en los ventanales y su luz que parecía jugar con lo demás. Todos los muebles eran blancos y sencillos. Le pareció una casa que venía amueblada y que no tuvo cambios posteriores.

Lo único que sobresalía era un cuadrado cian en la encimera, de cerca notó que era un post-it que decía en un coreano romanizado "Tuve que salir temprano, puedes servirte lo que quieras de la cocina. Sólo no te acabes las galletas. Pd: Este es mi número +82 xx xxxx xxxx"

Sin hacer mucho caso a la invitación, tomo la nota y la pegó sobre el salpicadero de su auto antes de partir a casa. Aún le quedaban muchas cosas por hacer ese domingo como cubrir las horas que le quedaban en la galería, su rutina de ejercicio que por hoy sería vespertino, las compras para la despensa y la limpieza que ya le hacía falta a su hogar.

******

Era sábado y ya había pasado casi una semana desde que se había despertado en la casa de Alessandra. Al inicio divago mucho sobre si debía o no llamarla. Si bien, le dejó su número, esa no era una invitación explicita a hacerlo ¿no?

Después de casi tres días dándole vueltas, tomó la nota de su cajón y simplemente la agendó para enviarle un mensaje escueto.

Nara:

Hola, soy Nara y este es mi número. Quería agradecerte por dejarme dormir en tu casa la otra noche.

15:22

"Lamento haber demorado tanto en escribirte" pensó en agregar, pero luego lo eliminó.

Miró el teléfono por unos momentos con pánico, como si en cualquier momento fuera a explotar. Después de notar que no iba a pasar absolutamente nada, incluyendo la respuesta, lo dejó en su escritorio lo más lejos que se pudo permitir. Y fue justo cuando se levantó para ir a por un café que su celular sonó dándole un sobresalto. Lo tomó lo más rápido que pudo y lo reviso.

Alessandra:

Hola Nara, no es necesario que me lo agradezcas cuando fuiste tu quien me llevo a casa. Más bien, yo soy quien te debe una disculpa por irme. Tenía muchos pendientes atrasados que ya no podían esperar más. Discúlpame.

Por cierto, me debes una salida a comer. No te dejaré olvidarlo.

15:58

Nara sonrió por unos momentos antes de caer nuevamente en una crisis nerviosa «Es cierto. Se suponía que íbamos a salir, pero ¿Dónde? ¿A qué lugar deberíamos ir? ¿Qué sería apropiado? Además ¿Qué comida podría gustarle? Claramente no puedo escoger cualquier cosa.» Y así su mente se fue perdiendo en opciones hasta la hora de cierre.

Al llegar a la salida pudo ver a su padre por primera vez en el día. Lucía un poco cansado por lo que se apresuró a tomarle del brazo mientras se dirigían a su auto.

—Es bueno verte Nara ¿Cómo te fue hoy? ¿Mucho trabajo? Lamento haber estado casi todo el día fuera ¿Miyu y tú ya están planeando una próxima escapada? — Preguntó mientras su mirada agotada comenzaba a llenarse de brillo.

—Am... Si, creo que sí. Como te había dicho, fuimos a un lindo lugar esa semana y charlamos con bastantes personas de nuestra edad. Es posible que lo repitamos pronto— Soltó sin saber que más agregar.

—¿Realmente te divertiste? El otro día no te lo pregunte porque no quería presionarte, pero ya que no has comentado casi nada pienso que quizás no te fue bien. Además, ni siquiera volviste a la mañana siguiente.

—Yo... Bueno... ¿Papá? ¿Recuerdas cuando te hable de alguien hace un tiempo ya?

—¿La sinvergüenza? —Preguntó después de unos minutos de silencio.

—¿Disculpa?

Su padre empezó a reír mientras la observaba.

—La chica que dijiste que hacía y decía lo que quería sin importar lo demás. Entonces... ¿Se hicieron amigas? O ¿Me estoy confundiendo de persona?

—Oh, si esa. Me cruce con ella en la fiesta y quedamos en ir a comer uno de estos días ¿Me creerías que no le gusta la comida de aquí? Es una locura.

Antes de llegar a la puerta del copiloto su padre se giró para mirarla analíticamente.

—Así que ¿Van a salir? ¿Sólo las dos? ¿Es una cita? —Preguntó con gran interés.

—No es una cita— Se apresuró.

«Porque no lo es... ¿Cierto? No, claro que no»

—Puedo ver como estas a punto de hiperventilar ¿Estas bien?

—Si, y no es una cita. Sólo una salida a comer porque como ya mencioné, a ella no le agrada nuestra comida lo que claramente es una gran falta de juicio a mi parecer. Y bueno, yo no puedo permitir que eso continue porque amo nuestra comida y a nuestro país. Es mi deber como patriota.

—¿Patriota? —Preguntó divertido ya sentado en su lugar.

—Muy patriota— Le aseguró mientras le cerraba la puerta y se encaminaba a su asiento mientras intentaba sacarse la vergüenza de encima. 

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⏰ Última actualización: Aug 29, 2023 ⏰

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